Eres mía, nunca lo olvides

Capítulo 11

¿QUIÉN ERES TÚ?

—¿Cómo pasará desapercibida? —pregunta Zaid.

—La poción nos dará tiempo.

—¿Y después qué?

—No lo sé, Zaid, no lo sé.

Hacía un par de minutos que me encontraba escuchando como ambos hablaban acerca de mi situación, pero ninguno estaba seguro de lo que sucedería si alguien más se llegara a enterar, aunque de cierta forma, nadie podría saberlo.

Todo era muy incierto y cualquier cosa podía pasar.

—¿Por qué no vamos de a poco? —pregunta Zaid con una sonrisa que decía que tenía una buena idea, o al menos él pensaba que así lo era— Primero se lo contamos a tu hermana y después a tus padres, dependiendo de cómo reaccionen, estaremos más preparados para cuando se lo digamos a toda la manada.

—¿Te estás escuchando? —le pregunta, mirándolo con su ceño fruncido y con una mirada que reflejaba que no le había gustado para nada la idea que aportó— Acepto que podamos decírselo a Diana, pero ¿a mis padres? Son mucho más complicados que la manada, Zaid. —bufa— Los vampiros son a quiénes ellos atacaron hace varios años, ¿en serio piensas…? —enmudeció de inmediato al darse cuenta de lo que estaba diciendo.

Giró la cabeza en mi dirección y una gran oleada de arrepentimiento me invadió. Pero no era necesario que se disculpara, porque era algo que ya sabía, con la única diferencia de que no había escuchado a Ronan decirlo.

Suspiro. —Y ellos serán los primeros en querer hacerme daño, ¿cierto?

—Sip, seguro. —respondió Zaid con la mirada perdida.

Ronan lo miró con molestia y con reproche, pero no discutió con él, sino que comenzó a caminar hacia mí y me dio toda su atención.

—Como dije, nadie te hará daño. Estando aquí conmigo no correrás ningún peligro. —me asegura, poniéndose en cuclillas delante de mí— Sal de aquí, Zaid. —le ordenó, sin mirarlo.

—Sin problema, jefe.

Segundos después, nos encontrábamos solos.

—Y yo te dije que no te haría elegir entre tu familia o yo. —suspiro— Pero si el momento llegara a pasar…

—No sucederá. —afirmó, acunando mis manos con las suyas.

—Pero llegara a pasar, —aclaro por segunda vez— júrame que elegirás a tu familia.

—No, ¿qué? —pregunta frunciendo el ceño y mirándome como si hubiera dicho una locura— Siempre te elegiría a ti, Calista.

—No por encima de tu familia, Ronan.

Suspira. —No sucederá. —repitió.

—Ronan…

—Calista, por favor. —me nombra y sujeta mejor mis manos, sin quitarme la mirada de encima— Solo olvidemos el tema por ahora, ¿está bien?

Asiento con la cabeza, sabiendo que sería una batalla perdida.

—¿Podemos seguir hablando mañana? —pregunto— Quiero dormir un poco.

—Sí, claro. —respondió, poniéndose de pie— De igual forma no hay mucho para hablar ahora. Ven, te guiaré a la habitación.

Con su ayuda me levanté del sofá y comenzamos a caminar hacia la puerta. Ya no escuchaba más a mi familia, pero sabía que estaban en la casa, probablemente ya se estaban acomodando en las habitaciones que Diana les había dado.

En el momento que entramos a la sala, veo que Diana y Zaid se encontraban ahí, charlando.

—Vayan a dormir. —ordenó Ronan.

—¿Contigo, jefe? —le preguntó Zaid, con una sonrisa pecaminosa.

Inevitablemente dejo escapar una carcajada y al segundo, Diana se unió.

—Diana, controla a tu hombre. —le habló a su hermana, mientras ambos comenzábamos a subir las escaleras.

—Contrólame tú, jefe. —pidió con un tono seductor, que produjo que mi carcajada aumentara.

Ronan simplemente lo ignora, pero su sonrisa lo delataba.

No conocía esta personalidad de Zaid, pero teniendo en cuenta que no lo conocía en lo más mínimo, solo me sorprendió que actuara tan cómodo y deducía que lo hacía porque estaba en su manada y con las personas que él conocía bien, y el hecho de que también me mostrara esa personalidad a mí, me hacía sentir más cómoda de lo que anteriormente estaba.

—Zaid es un idiota. —bufa, pero no había nada de molestia en su voz— Oye, deja de reírte. —me mira, moviendo su brazo hacia mi cintura— Se estaba aprovechando de mí, preciosa. Tendrías que haberme ayudado.

—¿Se estaba aprovechando? —pregunto, con una sonrisa burlona— En ningún momento escuché una negación de tu parte.

—Oh, vamos. —bufa, mientras comenzábamos a caminar por un pasillo— Zaid no acepta ninguna negación.

—¿Me debería preocupar? —bromeo.

—No, para nada, mi Luna. —negó, deteniéndose enfrente a una puerta y como me tenía agarrada, me obligó a hacer lo mismo— Te aseguro que mi mirada, mi atención y mi corazón le pertenecen a una única mujer. —anuncia, abriendo la puerta y dejándome entrar primero.

Reprimo una sonrisa, a medida que entraba y recorría la habitación con mi mirada. Era amplia, pero no tenía demasiada decoración, por no decir ninguna. Solo había una cama grande pegada a la pared, y a cada lado unos pequeños muebles con una lámpara encima. Justo delante había un mueble más grande, en dónde en el medio había un gran televisor y a sus lados, algunos cajones en los que deducía que estaba su ropa.




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