❝UN NUEVO AROMA❞
—¿Por qué siguen aquí? —pregunta Ronan, bajando por completo las escaleras.
—Tenemos que hablar. —pidió su padre, centrándose sólo en él.
—¿Ahora?
—Sí, ahora. —asintió— Es importante, Ronan.
—Muy bien, habla.
—A solas. —especificó, echándome una pequeña mirada.
Ronan iba a objetar, pero rápidamente carraspeo, apoderándome de su atención.
—En realidad no me importa. —digo, esbozando una pequeña sonrisa— Prefiero salir un rato y conocer la manada.
—Okey, te acompaño. —afirmó, pero rápidamente niego.
—No, quédate con tu padre. Luego cuando termines puedes acompañarme. —propongo— No me iré muy lejos.
Suspira. —Está bien, pero Zaid irá contigo.
Como si Ronan lo hubiera llamado, Zaid abrió la puerta principal.
—Zaid, ve con Calista y muéstrale la manada. Solo serán unos minutos.
—Sin problema. —asintió y dejó la puerta abierta para que pudiera salir.
Camino fuera, mientras escucho como Ronan y sus padres entraban a su despacho.
—No estabas muy ocupado, ¿cierto?
—No, para nada. —negó y con su mano hizo un ademán para que le restara importancia— Hace unos minutos acompañé a Diana al hospital y ahora estaba caminando por los alrededores.
—¿En el hospital? —pregunto, frunciendo el ceño, preocupada— ¿Se encuentra bien?
Zaid me sonrió. —Oh, sí, tranquila. Diana es enfermera, se recibió hace unos meses y recién está ejerciendo. Le va muy bien. —agregó, sacando un poco de pecho, como si se sintiera orgulloso de los logros de su compañera.
—Me alegro mucho por ella. —digo, sincera.
—Yo también. —su sonrisa se ensanchó— ¿Y tú? —me mira, sin detener su andar— ¿Qué estaba sucediendo antes de que me sumara a la reunión? —pregunta, burlón.
—Bueno… —suspiro— Solo estaba respondiendo un par de preguntas de los padres de Ronan, que al decir verdad parecía más un interrogatorio. —admito— Son muy amigables por suerte. Tanto que ni siquiera se presentaron conmigo.
Carcajeó.
—Sí, sin duda son los padres de Ronan. —asintió— No les gustan las personas nuevas, mucho menos conocer a la compañera de su hijo tan pronto y sin que él se lo dijera antes. Anna, la madre de Ronan y Diana, es muy protectora con ambos y solo quiere lo mejor para ellos. Te aseguro que cuando la conozcas mejor, la primera mala impresión que hayas tenido de ella desaparecerá. En cuanto a Edmon… —suspira, volviendo a mirar hacia el frente— Es un poco más duro, por no decir demasiado. Cuando no le agrada alguien en un principio, es muy difícil que él cambie de opinión. No quiero asustarte, pero te recomiendo que no te acerques demasiado a él. —me aconseja— De igual forma, teniendo en cuenta cómo es y cómo ha estado actuando hasta ahora, será Ronan quién los mantenga alejados.
—¿Ronan y su padre siempre han tenido desacuerdos o solo los han tenido desde mi llegada?
—Su relación nunca ha sido buena y muy pocas veces se han puesto de acuerdo en algo. —respondió— Los momentos que los has visto discutir no fueron los primeros y te aseguro que tampoco serán los últimos.
—¿Y sabes de lo que su padre quería hablar con él? —pregunto, curiosa.
—No, no tengo ni la menor idea. —niega— Y tampoco debería ser importante para ti, Calista. —me mira, esbozando una pequeña sonrisa— Ronan sabe lo que está haciendo, y si es acerca de algo que te involucra, él no dudará en decírtelo. No te preocupes por algo que desconoces, ¿está bien?
Asiento a modo de respuesta.
Zaid tenía razón.
No debería preocuparme.
Si es algo importante que deba saber, Ronan me lo dirá. Tenía que confiar más en él, aunque no me fuera sencillo.
No era alguien que confiara muy rápido en las personas, pero no porque no quisiera, sino porque temía que las mismas personas en las que ponía mi confianza, terminan decepcionándome. Sucedió con mi familia adoptiva, ¿por qué no sucedería con otras personas? No obstante, no les tenía rencor, pero la sensación de decepción dudo que algún día desaparezca.
Sin embargo, por primera vez debía de intentar confiar en alguien más, en alguien que si bien no conocía del todo, era quién permanecerá conmigo por el resto de mi vida.
—¿Te puedo hacer una pregunta?
—La que sea.
—¿Por qué no me has hecho ninguna pregunta acerca de quién soy? —pregunto lo que tanto he querido saber— Tampoco me viste de forma distinta, ¿por qué?
—No eres un extraterrestre, Calista. —sonríe— Eres una persona como yo. ¿Por qué debería verte de otra forma?
—Sabes a lo que me refiero, Zaid. —musito y él, suspira.
—Sé lo que sucedió y también puedo entender por lo que estás pasando, mucho más estando aquí. —murmura, compresivo— No quiero que te sientas incómoda o pienses que no eres bienvenida, sino todo lo contrario. Como dije, eres como yo y me caes bien. Lo demás son simples detalles que no deberían ser importantes. —se encogió de hombros— Lo que hay dentro de ti no determina lo que eres. Cómo lo afrontas y cómo eliges salir adelante con ello, es lo que te hace especial. Eres una mujer increíble, Calista y espero que no pienses lo contrario.
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Editado: 11.11.2024