Eres mía, nunca lo olvides

Capítulo 25

DECEPCIÓN

Levanto ambas manos y froto mi rostro, sin dejar de caminar.

En un principio iba a ir al motel a descansar como bien dijo mi padre, pero pensándolo mejor, quería estar rodeada de naturaleza, porque era lo único que me hacía sentir viva y me generaba una increíble paz.

De un momento a otro, mi andar se detuvo y una gran sensación en mi pecho apareció. No era ningún tipo de dolor, pero era muy fuerte. Solo me tomó un segundo comprenderlo. Era porque él estaba cerca. Ronan estaba aquí.

Levanto abruptamente mi cabeza, y miro a mi alrededor, pero no lo veía por ninguna parte, sin embargo, mi olfato sabía que estaba muy cerca, y cuando logro encontrar la dirección en la que se encuentra, rápidamente comienzo a correr, y una gran sensación se forma dentro de mí, sabiendo que cada vez me acercaba más a él.

Varias ramas se interponen en mi camino, pero ningún rasguño me hará detener.

Dejo mi mirada fija enfrente, y un minuto después, dejo de correr y mi respiración se corta con antelación.

Tomo una profunda respiración con mi nariz, y su aroma me invadió por completo.

Un sonido a mis espaldas me hizo girarme con rapidez.

Ahí estaba él, con una mirada de alivio y con una encantadora sonrisa.

Sin pensarlo por un segundo, corro hacia él y noto como abre sus brazos en el mismo momento que brinco hacia él y rodeo mis piernas en su cintura. Sujeto su rostro con mis manos y estampo mi boca contra la suya de forma necesitada y hambrienta. Siento al mismo tiempo como sus manos tocaban mi cuerpo y me apretujaba contra él, devolviéndome el beso con la misma (o hasta aún más) intensidad.

—Estás bien. —murmuro contra su boca— Estás bien, ¿lo estás? —pregunto, abriendo mis ojos y mantenerlos fijos en los de él.

—Lo estoy, preciosa. Estoy mejor que nunca. —afirmó, volviendo a impactar su boca contra la mía, mientras comienza a caminar, hasta que siento como apoya mi espalda contra un árbol— ¿Tú lo estás? ¿Tuvieron algún problema?

Sacudo mi cabeza, pasando mis manos desde su cabello hasta su nuca y ahí jalarlo de nuevo hacia mí, siéndome imposible estar demasiado tiempo sin sus besos.

—Sí, lo estoy. —digo, dándole pequeños besos en intervalos de algunos segundos.

—Joder, cómo te extrañaba, preciosa. —murmuró con voz ronca, y cierro mis ojos en el momento que él baja su boca hacia mi cuello y deja varios besos en mi piel, erizando mis vellos— No podía soportar un segundo más sin tu presencia.

—Créeme, me sentía igual. —admito, despeinando su cabello— Juro que quería volver contigo, pero mi padre estaba muy herido y…

Sus labios contra los míos me prohibieron continuar hablando.

—No digas más. Sé que tu padre te necesitaba más que yo en ese momento. ¿Se encuentra bien?

—Sí, ya lo está. —respondo, para después apoyar mi cabeza en el árbol y poder verlo mejor— Por cierto, ¿qué fue lo que sucedió cuando me fui? —pregunto, tomando de nuevo su rostro— Pude sentir tu dolor, Ronan, así que no intentes mentirme o esconderme nada.

Suspira.

—Para ser sincero, todo está muy mal en la manada, preciosa. —afirma, mientras me baja con cuidado, pero aún deja sus manos en mi cintura, impidiendo que me apartara, aunque tampoco tenía intenciones de hacerlo— Con decirte que no debería estar aquí, porque mi padre está intentando recuperar su puesto y tengo que luchar para impedirlo. Pero no podía soportar mucho más tiempo alejado de ti. Necesitaba verte. Saber cómo estabas.

—Me alegra que hayas podido venir. —murmuro, enredando mis brazos en su cuello y apoyando mi cabeza en su pecho— Yo tampoco podía soportar nuestra distancia.

Rodea sus brazos en mi cuerpo. —¿Lo saben?

Cierro mis ojos, disfrutando de su cercanía.

—Sí.

—¿Tu hermano también, cierto?

—Sí, él también.

—¿Qué dijeron?

Suspiro. —Es complicado.

—Quieren atacarnos, ¿verdad?

—Por favor, Ronan, ¿podemos hablar de otra cosa?

Sus manos me apartan un poco y me obligan a levantar la mirada.

—Solo dime si estarás ahí.

—¿Ahí dónde?

—Cuando suceda. ¿Estarás de su lado?

Bajo mis hombros con un resoplido. Su mirada se encontraba repleta de preocupación, pero también de cautela. Sé que no es lo que realmente quiere preguntar, pero está intentando no sonar muy brusco o de otra forma, muy agobiante.

—Es mi familia, Ronan.

—Lo sé, y por esa razón necesito saberlo.

Trago duro.

—Ronan… —miro fijamente sus ojos, sin saber realmente qué decir— Ambos me han estado enseñando a controlar mi ser. Se preocupan por mí y quieren que sepa cómo defenderme. Por fin los encontré, Ronan. Cuando pensé que jamás los volvería a ver, aparecieron. —menciono, bajando una de mis manos hacia su mejilla— No me hagas elegir, por favor. Carl me dijo lo mismo, pero no puedo hacerlo. No puedo hacer lo que me dicen que haga.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.