❝LO LAMENTO❞
—¡Ya vámonos! —gritó de nuevo Carl, para después sentir que se detuvo a nuestro lado— Son demasiados, y nosotros no podemos vencerlos. Tenemos que salir de aquí antes de que perdamos a más personas.
Las palabras no me salían.
No podía ni siquiera abrir mi boca.
Si bien ya no se encontraba escondido, porque simplemente había desaparecido, la desagradable sensación aún persistía y dudo que pueda dejar de sentirla. Su mirada fue muy severa y lo que me transmitió su presencia fue algo que jamás había presenciado y sé con certeza, que no podré olvidarlo aunque lo intentara.
Sin embargo, había algo más y me daba un jodido temor descubrirlo.
—Calista. —me llamó, sujetando mi otro brazo— Oye, ¿qué…? ¡Oh, mierda! —exclamó cuando un lobo se abalanzó hacia nosotros, pero él fue más rápido.
Como si esa fuera una señal, toda mi atención volvió a la realidad.
—Calista, tenemos que irnos, ahora mismo. —ordenó Ronan, y sin apartar su mano de la mía, me obligó a correr.
A mi alrededor varios nos seguían.
—Nunca podrás esconderte de mí, pequeña Cali. —Una vez más, su voz me atormentó, pero aunque por dentro sentía cuánto me afectaba, por fuera fingía ignorarlo e intentar seguir el paso de Ronan, quién en ningún momento se detenía—. No importa a dónde vayas, siempre te encontraré. Tu futuro está escrito. Tendrás el mismo final que tu madre y nadie podrá impedirlo, ni siquiera tú.
Con solo escucharlo nombrar a mi madre, mis piernas se detuvieron y mi cuerpo, una vez más, se congeló.
«No…»
—¿Qué, qué pasa? —pregunta Ronan, deteniendo también su andar.
Giro rápidamente mi cabeza, intentando encontrar de nuevo al lobo, pero ya no lograba verlo.
Sin embargo, si bien estaba aturdida por su declaración, pude notar que ningún lobo nos seguía, lo cual era muy extraño. Eran demasiados, ¿por qué no nos seguían? ¿Por qué solo nos atacaron y nos obligaron a irnos?
Su carcajada inundó mi mente. —Así que es cierto. No recuerdas nada. —se burla, pero aunque intentó esconderlo, pude notar un destello de sorpresa— Oh, pequeña Cali, es algo muy trágico no poder recordar la última vez que viste a tu madre con vida, ¿verdad?
—Debemos irnos, ¿qué están haciendo? —pregunta mi padre, corriendo hacia nosotros— No podemos quedarnos aquí. Nos seguirán y nos atacarán. No podemos permitir más muertes.
Lo miro, pero de cierta forma, no lo estaba mirando.
Toda mi atención seguía en aquella voz.
—Vamos, pequeña, Cali, sal de aquí. —me alienta— Adoro los retos, pero sobre todas las cosas, mi pasión es la caza. Iré a dónde sea que vayas y cuando menos lo esperes, arrancaré tu cabeza. Como los viejos tiempos,¿recuerdas? —pregunta, y deja escapar una nueva carcajada, la cual poco a poco se volvía lejana, hasta que por fin, su voz desapareció.
—Calista, por el amor de Dios, ¿qué está sucediendo?
Las manos de mi hermano se posan en mi rostro y me obliga a verlo.
«Arrancar… ¿la cabeza?»
No podía calmar mi corazón.
Era como si mi cuerpo supiera algo que mi cabeza por el momento desconocía.
—Yo… —murmuro.
—¡Alexander! —gritó la voz de Line, y se detuvo a nuestro lado, con su respiración agitada y con varias lágrimas cayendo por sus mejillas— Por favor, ayúdenme, es Gael, está muy mal.
Oh, no…
—Vamos con los demás. —declaro y sin más qué decir, todos volvemos a correr, siguiendo a Line, quién no ha dejado de estar preocupada por su hermano.
Diana y Zaid se nos unieron, y varios minutos después, nos encontrábamos lo suficientemente lejos como para que ningún lobo nos encontrara. O, por lo menos, no sentíamos que hubiera ninguno de ellos cerca, descartando a los que estaban con Ronan.
Finalmente, llegamos con los demás y lo que me encontré no fue lo mejor.
Terminamos siendo muchos menos de los que éramos en un principio. Varios se encontraban sentados, llorando por la pérdida de alguno de sus familiares, lo cuál rompía mi corazón. Otros se sentían muy enfadados y notaba cuánto estaban luchando por no atacar a los lobos que estaban con Ronan, quiénes se mantenían alejados.
Doy un paso hacia atrás, y alejo mi mano de la de Ronan.
Line me echa una pequeña mirada para después ver a Ronan. Si bien sabía que había encontrado a mi compañero, recién se enteraba de quién era. Pero no dijo nada, solo apartó su mirada y corrió hacia su hermano quién estaba tendido en el suelo, como muchos más, heridos. Fue mi padre y unos vampiros más que se acercaron a él y comenzaron a atender sus heridas.
—¡Jodida mierda! —vociferó Carl, sumamente molesto.
—Carl. —demandó nuestro padre, pero él lo ignoró.
Su mirada se posó en Ronan y aún sin decir nada, supe lo que pasaría.
—¡Todo es tu puta culpa! —lo acusó, repleto de furia— ¡¿Cómo demonios te da la cara para venir aquí?!
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Editado: 11.11.2024