3.

JIMIN.

"Lo siento señorita, pero mi cuerpo no esta a la venta, buscaré la manera de comprar las medicinas pero no será esta"

Las palabras dichas por él mismo hace tan solo unos días hicieron eco en su cabeza, ¿Cómo pudo ser tan tonto? Si tan solo hubiera dicho que si su madre no estaría en el hospital, hubiera podido pagar las medicinas y ahora ella estaría mejor.

Limpio las lágrimas que escurrían por sus mejillas y miro por el pasillo, hacía casi dos horas que no veía a su madre, el horario de visitas era restringido pero eso no le impedía pasar la noche en el hospital, ya no sabía que hacer, no tenía dinero para pagar la cuenta.

Se jalo el cabello con frustración y mordió su labio con un poco de fuerza pensando en posibles soluciones.

¿Jimin? Deberías ir a descansar, yo puedo quedarme aquí, te avisaré si algo sucede. –La voz de su mejor amigo hizo que alejara todos sus pensamientos y centrará su atención en él–

Tae, tengo que hacerlo.–susurró con la voz firme, no le quedaba opción, había rechazado la oferta de la azabache pero sabía que con una simple llamada podía cambiarlo todo, necesitaba el dinero, no podía dejar morir a su madre–

Jimin no puedes hacer eso, ¡No voy a permitirlo! Es tu cuerpo, no estamos hablando de una mercancía la cual alguien puede tocar.– Su amigo tenía toda la razón, pero esta era su única opción–

Lo siento Tae, no voy a permitir que mi madre muera... S-solo será una vez, no tengo otra opción y lo sabes... Realmente no sé qué haría si a mí madre llegará a sucederle algo. 

Oh Jimin, no sabes cuanto me gustaría poder ayudarte. –Jimin le regaló una débil sonrisa antes de abrazarlo, sus ojos ardían y las lágrimas amenazaban con salir, no quería entregar su cuerpo a un desconocido, pero realmente estaba desesperado–

Ya me ayudas demasiado hyung... Iré a buscar un lugar para llamar, no tardó, por favor avísame cualquier cosa.– Le dijo antes de ponerse de pie e ir a buscar el teléfono más cercano, a pesar de la avanzada tecnología Jimin no tenía el dinero suficiente para pagarse un teléfono móvil, por lo que aún tenía que recurrir a las pequeñas cabinas telefónicas si necesitaba comunicarse con alguien–

Camino durante unos minutos hasta que encontró lo que estaba buscando, incerto algunas monedas y marcó el número que indicaba la tarjeta. Mordió su labio de manera nerviosa y espero unos segundos antes de que alguien respondiera.

–¿Quién habla?

Soy yo... Jimin.–dijo en un hilo de voz–

–No sabes cuanto me alegra escucharte, sabía que aceptarías tarde o temprano.

Yo.... ¿Qué tengo que hacer?

–Dime donde estas, iré por tí.

¿T-tan pronto?–definitivamente no estaba listo.–

–Oh vamos, todo saldrá bien.

Le dio la dirección con la voz temblorosa antes de cortar la llamada, la azabache pasaría por él en 15 minutos, lo ayudaría a arreglarse y lo llevaría con aquel Alfa... Ya no había marcha atrás.