|C A P Í T U L O: C I N C O|
Hacías tambalear mi jodido mundo con tan solo una sonrisa de tu parte.
En mí se estaba empezando a desarrollar un extraño y potente magnetismo que me atraía hacia ti, sin poder poner excusas ni trabas para evadir lo que estaba empezando a sentir... por ti, porque simplemente no funcionaban como en otros casos de igual índole.
Fueron intentos fallidos las veces que me dediqué a resguardarme con gruesas y enormes capas de hielo que yo mismo construía, sin embargo, tú en combinación de los sentimientos que afloraban —los cuales crecían cada vez más a una velocidad vertiginosa e impresionante— y de mi cómplice corazón, derritieron el grosor de mi imponente revestimiento dejándome sin argumentos para rebatir dicho juicio. Es que tenía como juez a nada más y menos que: mi corazón, que dictaba donde todos los "veredictos" a tu favor tuyo. Dime: ¿Como lo sobornabas? Porque le ofrecí de todo... y el muy cabrón nada aceptó. Y cada apelación que interponía me la terminaba denegando. No se inmutó cuando en su cara lo acusé de injusto, deshonesto y desleal, por no quererme absorber en libertad de dicho caso, donde la incertidumbre me arropaba y el amor iba ocupando gran terreno a medida.
No comprendía que: "El corazón nunca se equivoca", y que tú irremediablemente siempre serías mi causa perdida.
***
NOTA DE AUTOR: ¡Holaaa, de nuevo, metaleros! Aquí estamos con lo PROMETIDO. No abundaré tanto como suelo hacerlo en mis notas, porque todo lo que quería decir lo hice en el anterior capítulo a este.
Lo que sí dejaré es una de mis preguntitas (la que correspondería si hoy no fuese mi cumple años, gente):
¿Cuántos años tienen y de cuántos creen que aparentan o les dice la gente? Espero sus respuestas, gente.
Como hoy es mi cumple años, entro a los 19 formalmente.
¡Ahora sí hasta mañanaaa con otro capí de esta su novela!
Editado: 02.08.2020