|C A P Í T U L O: D I E C I N U E V E I|
Continuación...
Me encontraba yendo para el colegio a pasos apresurados después de que me acostara casi a las 3 a.m. viendo vídeos para ver si así podía responder la estúpida práctica de ese también estúpido profesor que no comprendía casi nada de lo que en clases explicaba, es que tenía un método bastante rudimentario que era una "hazaña" si le cogías el hilo. Y para colmo solo había podido lograr resolver 7 de los 10 ejercicios que debía entregar sí o sí. Y mira que había hecho más que lo imposible para resolver aquellas malditas operaciones con tanto grado de complicación... pero nada. Aquello me frustraba demasiado, hasta estaba considerando como una salida: no asistir ese día, pero luego recordé que te iba a ver y ya no sería un secreto mi escrutinio antes discreto. Podrá parecer bobo pero yo solo quería escuchar el apodo que me habías puesto ayer, es quería que me dieras ese mimo que tú sin saber me concedías. Sobre todo, lo único que podía sobrepasar en importancia era que no podía dejar de ir porque conociendo al Profesor no dudaba que sería peor para mí. Sin asistencia y menos el puntaje que iba a recibir por la entrega.
Se me había olvidado poner la alarma (esa que retrasaba cada día "5 minutos más") pero que al final el llamado por el deber me levantaba. Quizás hubiese llegado temprano para ver cuáles de mis compañeros tenía todo resuelto, que me la prestara para copiar lo que me faltaba.
Ni Flash se comparaba conmigo cuando el portero me abrió esa puerta y vi la gloria cuando mis pies casi corriendo se dirigían al salón. En mi recorrido alcancé a ver más profesores de lo normal dirigiéndose para la dirección, eso podía deberse a una de sus reuniones que tenían de vez en cuando. Ante la posibilidad de aquello floreció una pequeña esperanza porque podía ser que el Profesor estuviera allá y me libraría de hacerle "testigo estelar" de mi tardanza. Sin embargo, cuando estaba por abrir la puerta por el pequeño rectángulo de cristal que tenía encima del llavín, pude verlo sentado en su escritorio, aterrándome la escena, extinguiéndose aquella esperanza que me atravesaba el pecho antes. Y cuando estaba planteándome si o no entrar al aula, viene y por sorpresa se abre la puerta frente a mis narices escuchando como mi nombre era coincidencialmente dicho al salón por la voz de locutor del Profesor al pase de la lista. Ya no podía echarme para atrás, tenía que afrontar mi cruel destino.
—Presente —dije en voz alta, haciendo que la atención del señor canudo y con lentes se dirigiera hacia mí produciendo que diera un respingo de la impresión de miedo que me transmitió.
—¡Ohh, hasta que se digna a llegar David! —regañó y me sentí como un pitufo siendo atacado por Gargamel—. ¿Se ha fijado en la hora qué es? —reclamó esa voz soberbia y engreída que tanto detestaba—. Son las... —Bajo la vista a su relog para hacerme ver que comprobaba—.8:35 de la mañana.
¡Mierda y más pero quintales de mierda!
Ante el silencio y las miradas de todos, me adentré finalmente al aula sintiéndome una hormiga corriendo despavorida entre los enormes pies de los humanos, sentándome en una butaca que había al frente para no perder tiempo buscando. En ese momento esa fue la única que me pareció vislumbrar, pero seguro que habían otras.
—Perdone Profe, es que me acosté tarde y... —intenté excusarme callándome al instante de ver la acostumbrada expresión conocida que hacía cuando algo le irritaba.
"Me cogió el sueño y la razón fue por tratar de contestar sus estúpidos ejercicios que solo usted entiende de lo difíciles que están", pensé pero no dije. Ahí radicaba la magia de todo: que podrás decir lo que piensas para tus adentros, y hablar lo puesto para fuera.
—Y le cogió su amiguito el "sueño" ¿verdad? —recalcó sin la mínima gota de gracia, provocando que subiera mi nivel de ansiedad—. Si se fija de todas las personas que están aquí: eso le pasó nada más a usted... porque cada uno de sus compañeros llegaron antes, tras saber el compromiso que tienen y más hoy. —Mi mirada estaba hundida en el pupitre porque me costaba levantarla y mirar esos ojos tipo Kawaii de lo grande que eran.
Pensé que ahí pararía el drama. No podía soportar más humillado de la que ya tenía delante de todos. Sentía que un ataque de pánico se avecinaba a atraparme, por lo que sabiamente conociendo como me pongo en tal situación, intenté calmarme con la conocida técnica de "contar hasta 10" mentalmente:
1... 2... 3...
—Y como usted llegó a esta hora, espero que tenga la práctica con los ejercicios propuestos todos resueltos —Al escuchar sus palabras demandantes, mi ataque intensificó su reacción en mi cuerpo—. Porque hoy le ha tocado la magnifica suerte de ser el "anfiltrión" que la entregara de primero, por lo que espero que nos sorprenda a todos con sus buenas respuestas. —concluyó prepotente e hice un esfuerzo por arrastrar los ojos que me pesaban como block a donde estaba.
4... 5...
—¡Es que acaso, no me escuchó David! —elevó la voz en un tono que sobresaltaron seguro a muchos que como yo en sus asientos eran testigos de ese espectáculo innecesario—. No esto es el colmo... aparte de "impuntual", se hace el sordo. Le ordeno que se ponga de pie porque de lo contrario, no calificaré sus ejercicios después. Y tómelo como una advertencia... ¿cómo la ve?
Editado: 02.08.2020