Eris, la Alfa

Capítulo 2. "Problema"

Los encargados de llevar a cabo los deseos de la diosa eran los más longevos de las manadas, hombres "sabios" quienes se encargaban de llevar el control de la jerarquía, todos debían conocer su lugar, nadie podía aspirar ser más de lo que era.  

Calix, era uno de los Alfas de los bosques del norte, un hombre millonario, guapo, fuerte y temido, no había quien no conociera y quien no le temiera, pues hasta el mismo consejo sentía temor de cruzarse en su camino. El Alfa, por su parte, odiaba escuchar los tediosos reclamos del consejo, si no era una cosa era otra y su humor no ayudaba en nada, ya que la paciencia no era una de sus virtudes. Los últimos dos meses había tenido al consejo metido en su despacho horas y horas, escuchando pedido tras pedido, problema tras problema, podíamos decir sin temor a equivocarnos que no era el único a quien le molestaba. Aquellos hombres de edad avanzada solían ser un gran dolor de cabeza y más si algo amenazaba su gran organización.  

— Créame que de haber tenido éxito no estuviéramos aquí — Como siempre él tenía que arreglar los problemas del Sur, esos tontos que siempre cometían equivocaciones — Pero, usted es tan antiguo como lo es nuestro problema, así que, podría ser nos de ayuda — ¡Viejo!, ahora le decían vejestorio, eso heria su ego, pues, Calix era un hombre de 35 años en apariencia, pero, realmente ya llevaba uno que otro siglo en este mundo.  

— ¿Y? — A pesar de las insinuaciones, ninguno de los hombres era capaz de decirle de frente lo que necesitaban, sabían que el Alfa no se andaba con juegos y si su problema les parecía minúsculo los echaría de su mansión sin miramientos.  

— le pedimos Alfa, que usted se encargue del problema de una vez por todas — Calix no entendía al Consejo, su "problema" no era tan grande como parecía y solo se trataba de una pequeña loba herida, ¿qué daño podía causar?  

— Eris… Ella volvió — La sola mención del nombre le traía bastantes recuerdos al hombre, a su mente llegaban unos llamativos ojos grises, esos revoltosos que causaban sensación y a su vez eran tan intimidades que te hacía temblar de pies a cabeza - Usted sabe que ella es un problema mayor, no podemos tomarlo a la ligera — Las palabras del consejo no le gustaban del todo, porque escuchar que la llamaban de esa forma no era muy agradable para él. 

— Bien, mi Beta les trasmitirá mi decisión - Dijo firme antes de salir del despacho sin esperar una respuesta negativa a eso, él lo haría a su tiempo y si no les gustaba no era su problema. Minutos después de por fin correr a los ancianos, como él les decía, regresó a su oficina, lentamente se acercó a su silla sin despegar la vista de la ventana, mientras pensaba y pensaba en lo que le habian pedido. 

¿Qué no era la chiquilla qué?.... — Ese era su lobo, Orien, a quien había interrumpido rápidamente antes de que terminara de hablar y dijera una de esas palabras tan vulgares que acostumbraba.  

— Cállate — Pará Calix, era tediosos lidiar también con su lobo, quien no perdía la oportunidad de burlarse de él a cada minuto.  

Admítelo, aún la recuerdas — Mientras él seguía furioso su lobo no dejaba de parlotear una y otra vez sobre la chica, a quien debía admitir aún recordaba.  

Pará fortuna de él consejo Calix no tardo mucho tiempo sin enviarles una respuesta, ya que, sinceramente ni a él mismo le interesaba encontrar al problema, y vamos, no era que sintiera atracción por ella, para nada, aún podía recordar que era más chica que él, pero algo en su interior le decía que podría ser muy bueno aceptar las condiciones de los ancianos.  

Eso ni tú te lo crees — Su lobo era esa incesante voz en su cabeza que lo delata a de la peor forma y que gracias a la diosa solo el escuchaba. 

…............................... 

Calix Nikolau, era un hombre alto, de cuerpo bien trabajado y rostro tallado por la diosa, muchas veces considerado un dios griego, tanto en el mundo humano como en el sobrenatural, de piel color perla y cabello rubio cenizo, pero, sus ojos azules intenso eran uno de sus mayores atractivos, eran tan profundos que se podrían confundir con el profundo mar. Tal vez no sería tan malo brindarles ayuda a los ancianos, total, gracias a eso quizá dejarían de molestarlo un tiempo con el tema de su compañera, con el cual ya lo tenían harto y al borde de su poca paciencia, ambos ganarían y todos quedarían satisfechos.  

Podemos decir que subestimar a Eris era el error que todos cometían, ella no era una loba débil ni indefensa, si no, no sería un problema tan grande y Calix no tardaría mucho en darse cuenta de eso, ya que, Eris era mucho más de lo que él recordaba...  




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