Eris, la Alfa

Capítulo 4.

Eris seguía conservando su fresca apariencia de juventud, los lobos eran seres que normalmente envejecían lento, pero, ah cierta edad y al no tener a su mate su envejecimiento se detenía por completo, y en ese momento aún parecía una mujer de veintiocho años de edad, nada en ella había cambiado, su cabello seguía tan negro como siempre y sus ojos grises seguían helando a cualquiera, solo su mente había cambiado, había dejado atrás la inocencia y la “alegría” que traía ser la hija de un Alfa. 

¡¿Un Alfa?! — Pregunto Nix emocionada — Eso justifica el tamaño de ese lobo... — Eris sabía que su loba seguía encantada con el lobo blanco que habían visto y que de alguna manera a ella se le hacía familiar y no solo él, también su forma humana la inquietaba  

— Si, tal vez un Alfa al fin logre atraparnos, ¿no? — Respondió ella con inocencia y con tono burlesco — ¿Deberíamos ayudarlo un poco? — Pregunto ahora con un tono de voz helado. 

Mmm — Pensó Nix — Deberíamos — Respondió totalmente segura y con voz firme.  

A pesar de que muchas veces terminaban peleando Nix y Eris, no cabía duda de que eran una pareja muy compatible, ambas parecía que amaban la soledad y el caos, pues, creo que definitivamente Eris había nacido para eso. Después de una gran tormenta, de esas pocas que lograban verse en aquellos bosques del sur, las primeras en salir de su “escondite” habían sido Eris y Nix, siendo la última quien llevaba el mando, dejando ver la hermosa loba color azabache. 

La paciencia es una virtud... — Murmuro Eris con tranquilidad, mientras su loba respondía muy animada. 

Y nosotras tenemos toda la del mundo — Dijo Nix emocionada, en tanto se sentaba en la verde hierba, esperando la llegada de Calix. 

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Por otro lado, lo principal para todos era encontrar a la chica inmediatamente, entre más pronto terminaran más rápido podrían regresar y todos agradecerían eso, esperaban encarecidamente que la loba no hubiera huido, pero, a quien engañaban, si ellos estuvieran en su lugar si hubiesen corrido y ya que era una loba tan escurridiza seguro que no se le dificultaba para nada correr bajo la lluvia. 

— No creo que siga por aquí — Dijo Daecon mientras bostezaba. 

— Tranquilo, algo me dice que si — Respondió Calix preparándose para salir, convirtiéndose en ese inmenso lobo blanco.  

Primero comenzarían por el lugar del día anterior, esperaba que la suerte si estuviera con él y aun se encontrara ahí, mientras corría y pensaba en ello no podía evitar disfrutar sentir la tierra mojada bajo sus patas y la fina hierba aun con el rocío, era tan placentero de una forma inexplicable, por un leve momento se imaginaba corriendo por ahí con otro propósito, vacaciones o por un viaje y no por trabajo. 

El olor a pino del día de hoy es muy intenso, ¿cierto? — Pregunto Calix a su lobo un poco extrañado por el seductor olor. 

Si, extrañamente lo es... — La voz de Orien era más ronca, al igual que la del rubio, a quien se le comenzaba a nublar la mente por el cautivador olor que llegaba desde el otro lado del gran arroyo que podía distinguir a lo lejos. 

Eris lo podía ver claramente mientras se acercaba, ella estaba al otro lado del arroyo, esperando a aquel que la llevaría ante el consejo, pero, nunca espero llevarse tan grande sorpresa, la cual la tenía desorientada y con la boca entreabierta, pues si, de la sorpresa de un momento a otro había vuelto a su forma humana. 

¡¿Acaso...?! Pregunto Nix con emocionada, extrañada y un tanto temerosa. 

— Esto debe ser una estúpida broma... — Fue lo único que pudo decir Eris mientras se mordía el labio inferior — Se supone que no debería estar pasando — Se negaba a creer que aquel olor a frambuesa provenía del lobo blanco y que este podría ser su Mate.  

¿Qué haremos? — A la loba le emocionaba la idea de encontrar a su compañero, pero al igual que Eris le preocupaba que los planes que les había llevado años construir se derrumbaran en un segundo por culpa de lo que se supone habían perdido hace tiempo. 

— Todo sigue en pie, no creo que lo comprenda — Era maravillosos saber que aparte de aun tener a su loba, mantenían aquello que los volvía verdaderamente lycan, un compañero — Primero dejemos que nos lleve, después arreglaremos esto — Dijo firme la pelinegra mientras ocultaba su olor. 

¿Lo sabrá? — Pregunto Nix con pesar, pues la idea de ocultarlo no era tan agradable. 

— Sabes que sí, pero, primero debemos llegar a ellos — No nos confundamos, Eris no estaba huyendo del lazo, simplemente que al permitir que el las reconociera este ya no las llevaría como una amenaza si no como una Luna y eso no lo permitiría — Además, veremos si el podrá con el hecho de que somos traidoras — Volvió a decir con voz fría — Del dependerá el rechazo Nix...— La pelinegra no lo iba a reclamar pero tampoco lo pensaba rechazar, mejor aún, dejaría todo en manos de su Mate y que hiciera la mejor elección para él, porque todo seguía en pie. 

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Tal como lo dijo Eris, ni Calix, ni Orien volvieron a sentir el olor a pino, era extraño y causaba en vacío en su pecho, pero, al estar tan cerca de lograr su objetivo y terminar su trabajo, todo pasaba a segundo plano. 

— ¡ES UN PLACER PODER ESTAR EN PRESENCIA DEL CAOS! — Grito el rubio después de volver a su forma humana. 

Mientras Eris salía de entre los grandes árboles, todos al otro lado del arroyo daban un paso hacia adelante, esperando no tener que atacar. 

— El placer es todo mío... — Respondió ella serena con una voz encantadora, tan dulce y a la vez letal que era totalmente amenazante pero extrañamente seductora, según la perspectiva de Calix — ¿Que lo trae por aquí?... Alfa... 




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