"ʟᴏs áɴɢᴇʟᴇs ʏ ʟᴏs ᴅᴇᴍᴏɴɪᴏs ᴇʀᴀɴ ɪᴅéɴᴛɪᴄᴏs, ᴀʀǫᴜᴇᴛɪᴘᴏs ɪɴᴛᴇʀᴄᴀᴍʙɪᴀʙʟᴇs,- ᴛᴏᴅᴏ ᴇʀᴀ ᴄᴜᴇsᴛɪóɴ ᴅᴇ ᴘᴏʟᴀʀɪᴅᴀᴅ-. ᴇʟ áɴɢᴇʟ ɢᴜᴀʀᴅɪáɴ ǫᴜᴇ ᴄᴏɴǫᴜɪsᴛó ᴀ ᴛᴜ ᴇɴᴇᴍɪɢᴏ ᴇɴ ʟᴀ ʙᴀᴛᴀʟʟᴀ ғᴜᴇ ᴘᴇʀᴄɪʙɪᴅᴏ ᴘᴏʀ ᴛᴜ ᴇɴᴇᴍɪɢᴏ ᴄᴏᴍᴏ ᴜɴ ᴅᴇᴍᴏɴɪᴏ ᴅᴇsᴛʀᴜᴄᴛᴏʀ."
- ᴅᴀɴ ʙʀᴏᴡɴ

Más allá de la existencia mundana existe un reino prometido, del cuál los humanos solo pueden saber a través de las inexactas palabras dadas durante sus comienzos, más allá de ello la realidad de ese mundo extra-terrenal era para ellos inimaginable.
"El reino de los cielos" el nombre sin duda era cuánto menos lo único concreto dicho en las antiguas escrituras sobre aquel lugar que fue prometido por Dios a los humanos a cambio de que estos pasarán su vida mortal sirviéndole. "Pobres humanos" pensaba Sahariel mientras fijaba su vista en la gran estructura frente suyo.
El trono sagrado, en dónde residían la primera jerarquía de ángeles sirviendo directamente al Dios creador. Tan lejos de si, hasta el punto de que se sentía mucho más cercano a los humanos que aquellas criaturas que al igual que él eran ángeles.
Tan amarga la ironía de ser igual que ellos, pues nunca había visto al creador y vivía teniendo problemas como cualquier mortal a pesar de haber nacido como ellos. Aún guardaba en su corazón la esperanza de pertenecer a la segunda jerarquía como su madre, pero ya era tan solo un sueño lejano. Todos lo de su generación ya habían sido asignados menos él, quedaba en el fondo por lo menos esperando ser un ángel guardián encargado de vigilar a algún pobre humano, ello le haría sentir más cómodo, ya ni siquiera se sentía parte de aquel reino en donde todos le dirigían miradas de pena y consolación, cada tanto de burla.
Era tan solo un ángel sin jerarquía vagando por el reino, averiguando sobre cuestiones de moralidad humana en su resignación de ser tan solo un guardián del montón a pesar de ser hijo de un Dominio y una Virtud. Volvió está vez su vista al camino, como siempre el mármol pintado se hallaba impecable ¿Cómo no? La mayoría de los angeles sobrevolaba el lugar sin apreciar el paraíso en el que habían nacido y los que no tenían alas aún pasaban el tiempo en su hogar estudiando y esperando la orden de los Dominios... No había razón para estar como el vagando por el jardín que antiguamente fue el Edén y dónde comenzó la humanidad.
Llego finalmente al mirador, un pequeño orbe ubicado en el centro del Edén que contenía la vista completa de la dimensión en donde vivían los humanos, no tenía a nadie a quien ver o algo que averiguar en realidad solo estaba ahí para poder despejar su mente observando los buenos actos que los humanos realizaban cada cierto tiempo, aquello siempre lograba que sus ojos heterocromáticos brillarán de nuevo...
—¡Sahariel!—A sus espaldas se acercaba una figura alada, un arcángel se acercaba con rapidez a él ¿Por fin fue elegido para ser un angel guardián?
Cuando se encontró frente a él por fin distinguió de quién se trataba, era el Arcángel mensajero de Dios, Gabriel.
—Si has venido por mi, feliz escucharé el mensaje que cargas contigo, mensajero de Dios—Pronunció con serenidad al verlo, creyendo saber cuál era el mensaje que llevaba el pelirrojo arcángel.
—Pues te has tardado, mocoso...—Gruño demostrando que no era realmente el amable ángel que llevo la noticia a la joven virgen. Se quedó frente a él cruzado de brazos examinándole, como si fuese un mortal que había logrado su camino al reino, con desaprobación— Regocíjate, pues has sido encargado con una misión de nuestro Señor—"Aquí viene, solo espero que el humano que me toque no sea un caos" pensaba con resignación sin escuchar realmente las palabras que decía.
—¡Mocoso! ¿Me estás escuchando?—Lo saco de sus pensamientos sacudiendo con fuerza su hombro—Realmente no tengo paciencia para andar tratando con niños que aún no fueron seleccionados—Soltó removiendo sus alas con molestia.
Sahariel no tuvo oportunidad de replicar pues su conversación fue interrumpida por un fuerte golpe, se giraron para ver qué un ángel había tenido un aterrizaje fallido y acabo golpeándose contra el mirador y rompiéndolo. —Esto es el colmo— Oyó decir al malhumorado mensajero.
"Pobre novato" pensó Sahariel antes de ver de quién se trataba, en definitiva no era un novato sino otro arcángel con el cabello castaño y rizado, los ojos de un tono rojizo vestido con una armadura. Su rostro expresaba molestia e iba dirigida a su compañero—¡Gabriel! Al fin te encuentro, maldito escurridizo...—Soltó avanzando con rapidez al susodicho—¡Huíste de mi pregunta!
—No huí, simplemente tenía un encargo...—Suspiró llevándose una mano a su sien en señal de molestia.
—¡¿Entonces es cierto?!—Pregunto con un tono de voz mucho más alto de lo necesario.
—¡No grites imbécil! ¡Estoy aquí!— Gritó el contrario provocando una necesidad imperiosa de huir en Sahariel.
—¡Eso no importa! Solo dime de una vez si es cierto o no.
—No te incumbe, idiota.
—¡Por supuesto que si! Si fue Luzbel de nuevo---
En ese momento se sentía sobrante en aquella discusión que tranquilamente pudo ocurrir en un matrimonio, vio a ambos lados con intención de salir, pero sentía que si se movía la molestia de Gabriel sería desviada al rubio y seriamente no deseaba estar en lugar del arcángel castaño... Daba miedo.
—¡Lo sabía!— Chilló el más infantil—¿Y entonces? ¿Este es el elegido?—Cuestionó desviando su atención a Sahariel y acercándose peligrosamente a él. ¿Hablaban de algo importante? Ahora mismo maldecía su problemática atención.
—Si, el mocoso fue elegido por Dios.
—¿Pero es seguro? ¿No hubiese estado mejor con un arcángel o algo así? No sabemos a quien va enviar o si va a ir el mismo—El matiz de la conversación repentinamente cambio gracias a ese comentario, pues si bien no estaba la intención podría darse a malos entendidos.
—Miguel—Advirtió con un frío tono que transmitió escalofríos en ambos—Sabes que los castigos por cuestionar su voluntad no son agradables.
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Editado: 23.12.2019