Soy una de las últimas personas en salir, junto a mis escoltas, quienes agradezco tener porque no iba a tener el ánimo para conducir hasta la casa. En el camino recibo una llamada de mamá y me alarmo, porque la última vez que me llamó fue para decirme que saliera corriendo de donde estaba, todo por Caitlin, a quien Nick le ha estado dando seguimiento para mantenernos informados con cada cosa sospechosa que ella haga. Hasta ahora no hay nada.
Espero que esté no sea el caso de esa llamada.
—Ven a casa, nuestra casa, todos estamos aquí —dice mamá en cuanto descuelgo la llamada.
—¿Quiénes son todos? —pregunto en un murmuro.
—Tu familia Brooke, tu hermano está haciendo un gran esfuerzo para estar aquí. —Estaba olvidado que Zayed estaba nuevamente en el país, supongo que vino a la fuerza, porque obviamente mamá no lo iba a dejar solo en Estados Unidos.
—Bueno, me cambio y voy —le digo.
—Aquí tienes ropa. —Es mamá, debí esperar algo como eso.
—¿Y Charlie? —cuestiono.
—Está en una pequeña reunión entre hombres, con tu hermano y tu padre —dice ella, y no me sorprende que todo esté preparado a la perfección, mi madre fue educada de esa manera, justo como es Bonie, solo que esta última es mucho más perfeccionista.
—Pues nos vemos allá. —Cuelgo la llamada y Jeff se encarga de dar la vuelta para llegar a casa.
No me quedé dormida en el auto, porque bueno, parece que Jeff conoce bastante bien las calles de Londres, así que llegamos en un abrir y cerrar de ojos. En cuanto me bajo del auto siento el dolor de cuerpo más intenso.
Al entrar a la casa, la primera persona que veo es a Samantha junto a Charlie en medio de la sala de estar, no me da tiempo a reaccionar cuando ya la tengo encima mío, abrazadme. En lo único que puedo pensar es en que tendré que explicarle muchas cosas, le devuelvo el abrazo después de darme cuenta de que me estrecha muy fuerte entre sus brazos.
—Amiga, que bueno es verte, ¿Dentro de cuantos años pensabas volver a verme? —cuestiona cuando nos separamos.
—En navidad, Sam, sabes que no puedo estar mucho tiempo sin verte, eres mi mejor amiga —le digo sonriente. Esta es mi manera de arreglar las cosas con ella, y es muy probable que lo sepa.
—Ay tan linda, yo también te extrañé —susurra sonriente mientras acaricia mi cabello. La tomo del brazo como siempre suelo hacer y nos acercamos a Charlie.
—¿Y cuándo llegaron o qué? —pegunto llevando mi mirada a Zayed, quien acaba de entrar a la habitación.
—Esta madrugada —responde mi hermano—. ¿Así es como saludas a tu hermano que tanto amas? —pregunta Zayed con una sonrisa cómplice en sus labios. No sé porque cada vez que lo veo se ve mucho más alto. Parece un gigante, ¿A quien salió tan alto?
—Debieron avisarme que vendría —digo dejando ir el brazo de mi amiga. Saludo a mi hermano como es debido. Con un abrazo, el me apachurra bajos sus brazos, y besa mi cabeza.
—¿Qué es todo este amor? —escucho la voz de mamá detrás de nosotros.
—Zayed no puede vivir sin mí —respondo aun siendo arropada por los brazos de mi hermano, quien huele al perfume de Sam y a desodorante de hombre al mismo tiempo. En cuanto Zayed decide dejarme ir, saludo a Charlie con un beso, que él responde bastante bien.
—¿Y esos gigantes quiénes son? —cuestiona Samantha nuevamente a mi lado.
—Los que me tienen que cuidar todo el día y toda la noche —respondo, dos están en la puerta de entrada, y otro dentro de la casa, sin decir ni una solo palabra, ni mover un solo dedo, solo está ahí, vigilando que todo esté bien.
—Hasta andas con escoltas, tienes mucho que contar —murmura mi amiga.
—¿Desde cuándo los tienes? —Esta vez pregunta Charlie.
—Desde hoy —respondo—. ¿Dónde está papá? —Pregunto al no verlo por ninguna parte.
—Está trabajando —dice mamá antes de volver a la cocina, voy detrás de ella y dejo a los demás sentados en la sala de estar.
—¿Cómo trabajando, ¿dónde? —La última vez que vi a papá estaba desorientado, creo que lo único que necesitaba era tener a mi madre cerca.
—En el despacho, él tiene que ver porque todo esté funcionando en la empresa —comenta mientras mete algo al horno.
—Te ves cansado cariño —susurra mamá acomodando mi cabello detrás mis orejas—. Ve a darte una ducha, y hazle saber a tu padre que es hora de cenar.
Mamá me sorprende con un abrazo y no sé a qué se debe, acaricia mis mejillas y hasta peina mis cejas. Tiene esa mirada de que no quiere soltarme jamás, solo hemos estado algunas semanas separadas, pero eso ha sido suficiente para extrañarme.
—Te amo —murmura con voz cálida.
—Y yo a ti mamá, ¿Está todo bien? —le pregunto con media sonrisa.
—Solo estoy un poco preocupada, no es nada —responde mientras se pasa las manos por el delantal—. Tu ve a cambiarte.
Hago lo que me pide y salgo de la cocina para ir directo a mi recámara, donde encuentro mi ropa tendida en la cama. Mientras me ducho y me cambio de ropa, pienso en la actitud reciente de mamá, sé que ella está preocupada por mí, lo puedo ver en sus ojos, no quiere que yo sea parte de esto, como casi todos en mi familia. Y lo entiendo, yo también estaría preocupada.
Salgo en busca de mi padre antes de volver arriba. Lo encuentro en el despacho rodeado de papeles hasta la cabeza.
—Hola papá, ya es hora de la cena —le digo desde el umbral de la puerta.
—Brooke, ¿estás bien? —pregunta al levantar su mirada.
—Sí, ¿por qué? —Al igual que mamá, tiene esa mirada llena de preocupación.
—Porque esa loca anda detrás de nosotros, tu madre dijo que tienes escoltas, eso me tranquiliza, pero no tanto como quisiera —dice mientras recoge los papeles sobre su escritorio.
—No te preocupes papá, todo estará bien. —No quiero que tenga que preocuparse por su salud, la empresa, yo, Zayed y todo, siempre ha tenido todo encima de sus hombros.
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Editado: 28.11.2020