Capítulo 10
Ya había llegado el día del juicio final. Me veía en el espejo de mi habitación con la ropa que Lucas me había escogido para tan angustiante día. Era un vestido de invierno blanco, que me llegaba encima de mis rodillas y tenía un lazo a la altura del pecho. Creo que fue un poco machista de su parte obligarme a vestir algo específico, pero entiendo que quiera que todo sea perfecto. Detrás de mí me miraba Ale con una mirada de desaprobación.
- Esto es una locura Valeria, no le hagas favores a ese idiota que solo te está manipulando. — dijo Alejandra un poco molesta.
- En realidad, esto me beneficia — dije sin dejar de mirarme al espejo.
- ¿De qué hablas?
- Tengo que investigar a mi presa.
- …
- ¿Alejandra?
La castaña explotó en un ataque de risa, no me había dado cuenta de la pequeña posibilidad de que diera pena ajena. Miro mi móvil y veo un mensaje del chico misterioso: “estoy a fuera, no tardes cariño” ¿Cariño? Esto debe ser una broma.
- Valeria ¿Por qué estás roja? Jeje — dijo Ale levantando sus cejas coquetamente.
- Yo… nada — susurre hipnotizada por la pantalla.
- ¡Miraste el móvil y te pusiste más colorada de lo que eres! ¡No te obsesiones con un mujeriego! — dijo Alejandra dando pequeños saltos con furia.
- Me tengo que ir Ale
- ¿Me juras que me dirás todo cuando vuelvas?
- Si si, adiós.
Tomé mi bolso y mi abrigo y me fui rápidamente a la calle. Allí me estaba esperando Lucas en su camioneta. Se veía un poco incómodo haciendo que yo también me pusiera incomoda. Al verme me dio un escaneo observando todo mi cuerpo, seguramente revisando que tuviera puesto lo que él me pidió. No espere mucho tiempo y me subí al vehículo y partimos.
- Bueno casi novia, ¿Estas preparada para pasar una tarde con mi maravillosa familia? — dijo con ironía el chico pelinegro mientras yo no me podía quitar la palabra “novia” de la mente.
- Al menos los conoces y sabes como van a actuar, mejor diablo conocido que por conocer — estaba dando todos mis esfuerzos por sonar sensata.
- Me encuentro con desconocidos todos los días y es mucho mejor que intercambiar una sola palabra con mi abuelo.
- Así que te encuentras con desconocidos todo el tiempo ¿Por qué? — era mi oportunidad de saber algo.
- ¿Y qué te importa? — me quede con cara de póker.
- ¿¡Acaso no te das cuenta que ahora y por este día soy tu novia!?
- Por eso hace un buen tiempo que no tengo.
- ¡Pero si tienes a una puta en tu cama!
- ¿De qué hablas?
- Está bien… vamos a relajarnos, solo digo que te haría bien abrirte.
- A mí solo me gusta que las mujeres se abran.
- Que chiste más aburrido.
- A mí me dio gracia. — dijo Lucas con una media sonrisa.
- Cambiemos de tema… ¿Dónde queda la casa de tu abuelo? — he estado el último mes por las nubes y no he sido capaz de preguntar lo más básico.
- En Málaga. Zanahoria, te lo dije por mensaje. Por eso partimos de la residencia tan temprano.
- Será una hora y media muy larga…
- Perfecto para poner a Génesis.
- No me vengas con cosas cristianas Lucas, que no eres precisamente un santo.
- No me refería a la Biblia, así se llama un grupo de rock. — dijo Lucas divertidísimo con un ataque de risa.
- Da igual, escucharé mi propia música. Me pondré mis cascos y adiós a tu sonido insufrible.
Busque por todo mi bolso hasta darme cuenta que no había traído los auriculares… ni mi móvil. Di un grito altísimo, tanto así que el pelinegro se asustó y dio un pequeño salto en su asiento.
- ¿¡Pero qué coño te pasa!? — dijo el chico misterioso desconcertado.
- No traje mi móvil…
- Mejor, ahora a disfrutar.
Lucas subió el volumen a la radio y estuvimos escuchando todo el viaje los grandes éxitos de Génesis. Al final y sin querer terminamos cantando los dos juntos todas las canciones a todo pulmón, aunque no las conocía y se supone que no me gustan.
- Ya llegamos Zanahoria, esta es la casa de mi abuelo.
- Wow
Era una casona blanca de una planta que se encontraba en un monte con vistas al mar de Málaga. El estilo era moderno y el jardín estaba adornado de tulipanes falsos y una gran extensión de césped. Aparcamos junto a otros coches que esta más que decir que eran caros. Nos fuimos caminando Me empecé a preocupar un poco porque parecía que iba a llover y aún no entrabamos a la casa.
- La suerte que tienen algunos… — me susurre a mí misma.
- Definitivamente no me conoces nada — dijo Lucas cortante. Evidentemente me había escuchado. Me sentí horrible, y eso que pensaba que ya lo conocía bastante. Si tan solo me explicara su situación.
Tocamos la puerta y un anciano delgado y de baja estatura nos abrió. Al apenas verlo me sentí intimidada por su presencia. Transmitía una gran seguridad en si mismo, como si cien balas no pudieran con él. Cuando me encontré con su mirada me daban ganas de salir huyendo, para luego presenciar como él y Lucas se observaban con tensión.
- ¿Quién es esa? — dijo el anciano molesto. Sentí una punzada en el corazón.
- Es mi novia abuelo, te dije que vendría con ella. — dijo el pelinegro sin apartar la mirada del viejo.
- H-hola, soy Valeria. ¡Encantada!
- ¿Dónde la conociste? — dijo el abuelo sin mirarme.
- En la residencia. No en ninguna fiesta rara como dices tú. Ves que me estoy preocupando por mi futuro y estoy sentando cabeza.
- ¿En esa maldita residencia que te dije que no fueras? ¿No puedes estar en un piso para ti solo? ¿No sabes guardar las apariencias?
- Yo hago lo que se me da la gana — dijo Lucas enfadado.
- E-eh, mi amor… está lloviendo — dije al darme cuenta que nos estábamos mojando y aún no entrabamos.
El abuelo de Lucas nos dejó pasar a una casa que tenía un estilo, la verdad, horrible. Era un estilo rococó muy sobrecargado, en terminaciones en dorado lleno de cruces y vírgenes. Incluso me persigné de lo conmocionada que estaba. El hall era grande pero no se notaba de lo decorado y sobrecargado que estaba. Lucas parecía ignorar mi caos mental y se fue caminando a un pasillo que era demasiado largo y angosto. Yo lo seguí tiritando porque el dichoso abuelo estaba detrás nuestro con vista de águila observándome. En eso veo que el pelinegro chocar con alguien.
- ¿Otra vez tú? ¿De verdad tienes que estar en todas comidas familiares?
- Pues sí, me gusta jugar con nuestros primos pequeños así que… un momento ¿Valeria?
- ¿Adrián? ¡Adrián! — empuje a Lucas quien me fulminó con la mirada y abracé a mi amigo. — ¿Qué haces aquí?
- Está es la casa de mi abuelo — dijo con una gran sonrisa.
- ¿Te refieres al abuelo de Lucas?
- Sí
- QUEEEEEE — dije demasiado impactada — no sabía que eran primos, por eso ese día cuando fuimos al centro comercial Lucas sabía cómo actuar… — dije murmurando al recordar el día que tuvimos que llevar a Adri al hospital.
- ¿Y tú que haces aquí Val?
- Soy novia de Lucas
- QUEEEE
- Pero en realidad es una farsa — le dije en voz baja al oído.
- Ahh, menos mal. ¿Te doy un tour por la casa Val? Mi abuelo Ernesto es muy agradable, ya verás que te sentirás en familia. Ignora si esta desordenado es por mis primos.