Estuve llorando por horas, sentada mirando al punto fijo en aquella pared blanquecina que me parecía más a un manicomio. Aún no podía entender el como la vida me pagaba así, continúe meditando toda la situación hasta que el mar de lágrimas amargas se convirtió en simples sollozos tan pesados que me hundían el pecho.
Después cuando estaba bebiendo el vaso con agua helada tocaron a la puerta de aquella habitación inmunda, termine el contenido y luego dije las palabras que estaban esperando...
—Adelante— suspiré
Ambos, tal como cachorros asustados entraron a pasos cortos hasta acomodarse en el sofá.
—¿Y... cómo... cómo estás?— siseó Yevgen
—Desgraciadamente aún respiro, aún tengo conciencia y aún tengo pleno uso de mis pocas facultades mentales— solté con ironía
—Nosotros no queríamos que esto sucediera...— alcé la mano callando las infumables disculpas de Mateo
—¿Entonces que demonios querían? Dejémonos de tonterías y mejor confiesen de una vez por todas que lo único que quieren de mi es usar mi cuerpo como carne de cañon— solté sin bajar la mirada
—Es que... — interrumpí nuevamente
—Es que nada, yo vivía lo mejor posible al lado de ellos hasta que ustedes volvieron— escupí
—Sé que esto no era lo que querías pero todo se nos salió de las manos, nosotros no queríamos provocarte problemas. No queríamos provocarte semejante dolor, queríamos respetar la decisión de nuestros padres al dejarte fuera de esto pero no pudimos— baje la cabeza llevándome ambas manos a la frente
Aún no comprendían el transfondo de esto pero estaban próximos a saberlo, no iba a permitir que mi vida siguiera siendo pisoteada y decidí planear mi primer golpe lista para vengarme... lista para renacer de mis cenizas como el ave fénix luego de haberme quemado hasta los cimientos.
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Editado: 17.03.2024