Escondida en Dios.

Capítulo 3

Luego de que me hayan reprendido por llegar tarde del servicio (Llegué a la 1 de la tarde en lugar de llegar a las 12:30) entré a mi habitación, me tiré al suelo y empecé a llorar con una almohada en la boca porque tampoco podían escucharme. Me dolía, me dolía en al alma todo esto, pasé de ser la hija favorita a la más odiada en menos de un minuto cuando dije que era cristiana. Luego de durar un rato ahí en el suelo me paré a cambiarme, no me atreví a mirarme en el espejo, sé como me veo, mi cara y brazos lo sienten, no hay necesidad de comprobar lo que ya es cierto.

Tuve que quedarme el día entero encerrada en la habitación, estaba castigada eso implicaba que no me tocaba comer y cenar (es a la mala que quieren que abandone a Cristo), de todas formas mis hermanos me pasaban escondidos comida, ¿Cómo no amarlos?, ellos han tratado de ayudarme pero se pone peor cuando pasa eso. De seguro se preguntan ¿Por qué mis padres son así? digamos que mi hermano mayor Andrés murió de Leucemia cuando yo tenía 7 años, aún puedo recordarlo jugando conmigo en el patio, vendándome las heridas cuando me caía, dándome dulces a escondida de mis padres, era su bebé. Murió con tan solo 18 años, mis padres pidieron mucho un milagro, pero Andrés murió, ya pueden imaginar el resto. 

Hay algo que nos cuesta entender muchas veces, no todas las cosas que nosotros le pidamos al Señor serán respondidas, lo que aparentemente a nuestros ojos se vea como lo mejor, a los ojos de Dios no. Su voluntad es agradable, buena y perfecta. Andrés pudo recibir al Señor antes de morir, y dejó esa semilla en mí, a pesar de todo mantuvo su fe en Dios, así que aunque lo hice tarde seguí sus pasos, eso mis padres no lo aceptan.

Lego de haber realizado todas mis tareas para mañana y de estudiar, me puse a estudiar la Biblia, claro está que con la habitación encerrada, mi estomago rugía como si tuviera una manada de leones dentro, de por si como mucho y ahora durando un día sin comer, eso no ayuda en nada, ya me dolía la cabeza del dolor, hoy mis hermanos no pudieron ayudarme con la comida (salieron a comer a un restaurante). Luego de terminar de leer la Biblia dije que lo mejor era dormir para así camuflajear el hambre en el sueño. Empecé a orar y las lágrimas empezaron a salir a montones, lo único que podía articular era ¿hasta cuando Dios? ya no puedo más Jesús, necesito tu ayuda, me duele el alma. Me quedé dormida de inmediato luego de orar.

Al otro día me levanté corriendo, no escuché de nuevo la alarma de las 3 !Oh santa comida! tendré que cambiar el tono. Me puse a realizar mi devocional, hoy la cita estaba en Juan 16: 33:

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.
 


Esa noche, Jesús resumió todo lo que les había dicho, enlazando temas de 14.27-29; 16.1-4; y 16.9-11. Con estas palabras les dijo a sus discípulos que cobrasen ánimo. A pesar de las luchas inevitables que deberían enfrentar, no estarían solos. Jesús tampoco nos abandona a nuestras luchas. Si recordamos que la victoria final ya se ha logrado, podemos apropiarnos de la paz de Cristo en los tiempos más difíciles.

Mientras me arreglaba para ir a la universidad me mantuve meditando en estas palabras, no estoy sola, tengo victoria en Cristo. Cuando salí de la habitación para ir a desayunar estaban todos desayunando:

Buenos días -los saludé a todos.

Buenos días - solo me respondieron mis hermanos, eso dolió.

¿Hay desayuno para mí? - le pregunté a mi madre.

Come Biblia, come Jesús - me respondió - y ya sabes lo que te toca hoy, debes irte en transporte público a la universidad, y otra cosa hay que lavar y limpiar, la casa está muy sucia no sé que fue lo que hiciste el fin de semana, hablaremos cuando llegues.

Sí señora - miré a mi padre en busca de ayuda y solo volteó la cara como si no pasara nada. Por esta sencilla razón es que parezco un esqueleto andante, cuando estoy de castigo no me dejan comida ni cena ni desayuno, nadaaaaaaaaaaaa. Debo comer en la calle si estoy fuera. 

Salí de casa y me encaminé a la parada de autobús, llegando a la parada justamente el bus yéndose, cuando pienso que no me pasará nada boom me pasa algo, la sal me persigue señores. Así que saqué mis auriculares y me puse a lo mío, 15 minutos después llegó el bus, de camino a la universidad seguí meditando en todo, aún no supero como me tratan, debería hacerlo, es lo que me dice siempre Natalia. Llegué gracias a Dios justo a tiempo a mi clase. Me pasé el día de una clase en otra, no tuve descanso ni un segundo. Me empezaba a sentir un poco mareada, tenía más de 24 horas sin comer nada, no me dio el tiempo. Al salir de la universidad me fui al trabajo, era la cajera en la Biblioteca. Al llegar había mucha gente y la señora Rose no estaba así que tenía que hacer su trabajo, me sentía mareada pero debía continuar, con ese dinero pago el pasaje, mis ropas, libros y demás. Natalia llegó a la Biblioteca como todos los días:

Mi vidaaaaaaaaaaa, Dios te bendiga, ¿Cómo estás? estás pálida, ¿qué pasó? ¿hace cuanto no comes Aila? - tan observadora como siempre - no puedes seguir así añadió luego de que yo me quedara en silencio.

No pasa nada, Dios te bendiga, ¿cómo te fue hoy? '-Le dije.

Todo bien, pero el insoportable no me deja tranquila - no debía decir el nombre yo sabía quien era, es que el pobre chico está colado por ella y ella por él, pero es más fácil para ellos matarse que verse como pareja.

Lo amas y lo sabes - le dije cerrando la biblioteca, encaminándome a la casa de Natalia, debíamos hacer una tarea de Química Orgánica.  

¿Ya viste al nieto de la señora Anderson? no dejaba de mirarte en los servicios el fin de semana. - me dice.

Ya vas tú, devuelve ese cerebro de nueces que tienes y no pienses tonterías '- le dije.



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En el texto hay: citas biblicas, consejos, oraciones

Editado: 02.06.2021

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