Escribiendo nuestra historia de amor ///// En EdiciÓn*

CAPITULO 6 ♥

La velada musical en la residencia de la marquesa de Norfolk era un evento fastuoso, iluminado por candelabros dorados que proyectaban su luz cálida sobre los techos decorados con frescos celestiales. La estancia estaba llena de damas con vestidos de seda y encaje, cuyas faldas se expandían en suaves ondulaciones al moverse entre los caballeros ataviados con trajes oscuros de impecable confección. El sonido de murmullos refinados flotaba en el aire, mezclándose con el tintineo de copas de cristal y el ocasional rasgueo de un violín afinando sus cuerdas.

En el centro del salón, un piano de cola reluciente esperaba a la primera dama que se presentaría esa noche. Lady Cristal Goldsmith, vestida con un elegante vestido marfil bordado con detalles dorados, avanzó con gracia hacia el instrumento. Su madre, Lady Amanda, la observaba con orgullo desde su asiento, y su hermano, el duque de Wellington, se mantenía de pie cerca de la chimenea

Cristal tomó asiento y colocó sus delicados dedos sobre las teclas. La melodía que eligió no era una pieza complicada, pero su ejecución era impecable.

Con una sonrisa triunfal, Cristal descendió del pequeño estrado y se acercó a su hermano, tomando su brazo con familiaridad.

—Hermano —dijo con entusiasmo—, quiero presentarte a Lady Catherine Parker.

William apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que Cristal lo arrastrara hacia una joven que aguardaba con una sonrisa perfectamente ensayada. Lady Catherine, vestía un atuendo azul celeste con delicadas mangas de tul que le daban un aire etéreo. Su expresión era serena, calculada, y su mirada se iluminó al encontrarse con el duque.

—Es un honor conocerlo, su Excelencia —dijo Lady Catherine, haciendo una elegante reverencia.

William, sin embargo, no mostró el más mínimo interés. Su mirada se deslizó sobre la joven con indiferencia antes de hacer una breve inclinación de cabeza.

—Lady Catherine.

Su voz fue cortante, carente de calidez, lo que provocó una leve tensión en el aire. Cristal sintió la incomodidad y apretó los labios, esforzándose por mantener la sonrisa.

—¿No crees que la velada ha sido encantadora? —intentó Catherine con suavidad, sin darse por vencida.

Cristal intervino con rapidez, intentando salvar la conversación.

—Por supuesto, Lady Catherine ha sido la anfitriona de varios eventos similares, ¿no es cierto? Estoy segura de que mi hermano encontrará esta velada a su altura.

Pero William no parecía interesado en prolongar la charla. Sin molestarse en responder, llevó su copa a los labios y bebió un sorbo, su expresión inescrutable.

Lady Catherine mantuvo la compostura, aunque un leve brillo de decepción cruzó su mirada antes de recuperarse.

—Su Excelencia, he oído que disfruta de la caza. Mi familia suele organizar cacerías en nuestras tierras en Surrey. Quizá algún día desee unirse a nosotros.

—Tal vez —respondió William con indiferencia, sin hacer el menor esfuerzo por parecer comprometido con la conversación.

Cristal sintió que la irritación la invadía.

—William, Lady Catherine ha sido muy amable en venir a conocerte, podrías mostrarte más… conversador —dijo con un tono dulce, pero con una ligera advertencia en su voz.

William le dedicó una mirada breve y seca antes de volver la vista hacia Catherine.

—Aprecio la presentación, Cristal, pero si me disculpan, tengo otros asuntos que atender.

Sin más, inclinó la cabeza y se alejó, dejando a su hermana con la boca entreabierta y a Lady Catherine con una expresión de sorpresa e incomodidad.

Cristal sintió la ira crecer dentro de ella.

—Te aseguro que esto no quedará así —murmuró para sí misma, furiosa.

Lady Catherine suspiró y le dirigió una mirada de resignación.

—Al menos lo intentamos. Quizás deba darle más tiempo.

Pero Cristal no estaba dispuesta a dejar que su hermano desperdiciara su futuro con la persona equivocada. Si William no quería colaborar, entonces ella se encargaría de hacerlo entrar en razón.

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El bullicio del salón era constante, con grupos de nobles conversando animadamente mientras la música de fondo llenaba el ambiente con elegancia. George, siempre astuto, aprovechaba cada oportunidad para reforzar su imagen como futuro primer ministro. Rodeado de algunos caballeros influyentes, sonreía con su característica seguridad mientras intercambiaba saludos y promesas veladas de alianzas políticas.

William, sin embargo, apenas prestaba atención a las estrategias de su amigo. Su mirada se había desviado hacia otro punto del salón, justo donde Lady Margareth conversaba con Lord Devon. No era la charla entre esos dos lo que capturó su interés, sino la figura a su lado.

Lady Harmony Spencer.

Esa noche, se veía… distinta. Quizá era la luz de los candelabros reflejada en los tonos oscuros de su vestido azul medianoche, bordado con delicados hilos plateados que imitaban el brillo de las estrellas. O tal vez era la manera en que su cabello negro, recogido con sencillez, dejaba caer algunas hebras que enmarcaban su rostro. No llevaba joyas ostentosas, solo unos pequeños pendientes de perlas, pero de alguna manera eso solo realzaba su belleza.

William frunció el ceño. ¿Desde cuándo notaba esos detalles en una dama?

—Parece que tienes la mirada muy ocupada esta noche —comentó George con diversión, dándole un codazo ligero.

William carraspeó y desvió la vista, volviendo su atención a su copa de vino.

—No sé de qué hablas.

—Claro que sí. Has estado viendo a Lady Harmony desde hace rato —dijo George, con una sonrisa ladeada—. ¿Acaso te ha hechizado sin que te des cuenta?

William bufó, fingiendo indiferencia.

—Deja de decir tonterías.

Antes de que George pudiera seguir fastidiándolo, una presencia familiar interrumpió la conversación.

—Hermano —la voz de Cristal sonó con dulzura forzada mientras tomaba del brazo a William—, ven conmigo. Lady Catherine está a punto de tocar, y sería un desaire que no estuvieras en primera fila para escucharla.




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