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Capítulo 23

 

MI SUK

 

Había sido obra de Mason.

Ahora estaba en deuda con él.

—¡Delicioso! —exclamó la chef Margaret cuando terminé de preparar el platillo que había elegido y que ella me había ayudado a elaborar. Se trataba del tradicional Kimchi con una base de arroz y verduras al horno, justo como lo preparaba mi madre.

—¿En verdad te gustó?

No recordaba la última vez que había sido tan feliz cocinando. Hacía mucho tiempo que había tomado la decisión de nunca más entrar a una cocina y alejarme de todo cuanto tuviera que ver con la gastronomía (mi vacío se llevó hasta mi propio fuego), por lo que no me hubiera atrevido a hacerlo sin la inesperada invitación de Mason, quien no se olvidó de aquello que alguna vez le comenté en Funchal e hizo esto: resolvió todo para que yo pudiera tener una clase individual con una reconocida chef a bordo. Pensaba que ya no era buena; sin embargo, descubrí que aún conservaba los conocimientos que mi madre me había transmitido durante mi infancia.

—Vaya que sí, y casi no has necesitado de mi ayuda —me alagó con sinceridad—. ¿Has pensado en convertirte en chef? Porque... es evidente que te apasiona la cocina.

Asentí y desvié la mirada.

—Mi madre era chef, ella... me enseñó muchas cosas.

La expresión de Margaret se suavizó, pero yo seguí sumergida en los recuerdos que se arremolinaron en mi mente como canciones. Todos aquellos momentos irrepetibles que ahora vivían en mi memoria.

—Ella era, para mí, la mejor chef de Seúl.

—Hablas de tu madre con mucho orgullo.

—Porque era maravillosa... —bajé la mirada al platillo que relucía sobre la mesa de acero—. El cáncer de estómago se la llevó demasiado rápido.

—Lo siento mucho, Leah. Son cosas en la vida que a veces son inevitables y que, aunque pase el tiempo, nunca dejan de doler... —su rostro se contrajo por un instante—. Yo perdí a mi padre el año pasado. Aún lo extraño demasiado.

Luego, apoyó la cadera en el borde de la mesa y sonrió. Esta vez sus ojos almendrados brillaron de manera especial. Supe que lo estaba recordando.

—Pero... hacer lo que más me apasiona es lo que me ha ayudado a seguir adelante y a encontrar lo bonito de la vida, ¿sabes? Eso es lo importante: querer avanzar, y abrazarte a ti misma. Tus sueños, el amor, lo que tienes en ti para entregarle al mundo.

Mi pecho se contrajo, porque yo no podía decir aquello.

Yo quería dejar de existir.

¿Realmente lo quería? 

 

 

* * *

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