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Capítulo 29

MI SUK

Si tuviera que elegir algunos de los momentos más emocionantes de mi vida, sin duda, aquel sería uno de ellos. Pocas cosas podían compararse con aquella velada en el balcón de Mason con vistas a la impresionante faz y sosiego del océano.

Aquella noche, estábamos a punto de despedirnos frente a la puerta de mi camarote; sin embargo, luego de haber soltado el calor de su mano, él insistió en mostrarme algo en lo que estaba trabajando con su guitarra. Ya me había hablado antes sobre estar componiendo una canción en base a nuestro encuentro en Lisboa, así que ganó la curiosidad y acepté acompañarlo.

Por supuesto, fue mejor de lo que imaginaba.

Aquel instante... no duró demasiado, solo lo suficiente para quedar grabado para siempre en mi memoria. Fue uno de esos recuerdos fugaces que se vuelven eternos en un rincón del corazón; aquellos que, sin importar el transcurso inevitable del tiempo, perdurarán en el fondo de una mirada perdida.

Estaba absorta por completo.

Los acordes de la guitarra, la voz de Mason y el arrullo del mar, se combinaron de una manera perfecta y armoniosa para convertir aquella melodía en una obra de arte. Y no solo fue la música la que detuvo el tiempo, también nuestro sentir, caótico y certero.

Te encontré en un mirador de Lisboa,

extraña y fascinante te contemplé.

Me acerqué a ti... pero fue tarde,

te esfumaste antes de mirarme.

Los ojos de Mason adoptaron un brillo especial y distinto. No me lo dijo él mismo, pero entonces descubrí que la música era su puerto seguro. Aquello por lo que su alma latiría siempre. También entendí que, pese a su dolor, a su desconexión que había mencionado, la música reparaba su herida. Y tal vez... esa era la diferencia entre él y yo.

Yo nunca alimenté mi fuego.

Lo apagué antes de dejarlo arder.

En los minutos siguientes, solo pude ser consciente de sus ojos pardos y la gran profundidad que pude encontrar en ellos, incluso más que en el balanceo melancólico de las aguas. Luego, tocó un par de acordes más y eso fue todo.

Mason dejó la guitarra al costado del banco. El viento de la noche alborotó mi cabello en mis mejillas, pero no hice ningún ademán de apartarlo. Y, a pesar de que el exterior era frío, mi sangre quemaba bajo la piel como si de una hoguera se tratara.

—No la he terminado de componer, pero quería que tú fueras la primera persona que la escuchara; de hecho, ni siquiera he elegido el título —susurró antes de hacer una pausa y, luego, añadir con cierto titubeo—: Leah, no quiero que te asustes, sé que apenas nos conocemos, pero... me has inspirado. El haberte conocido me ha hecho reconectar conmigo mismo, con lo que soy en realidad, con la música... Y eso te lo agradezco.

Mis ojos comenzaron a escocer.

Luché para soportar las lágrimas.

¿Por qué me sentía tan repentinamente triste? Se trataba de un momento especial y feliz, pero todo lo que podía sentir eran ganas de llorar y escapar de allí, de eso que me revivía el corazón. Aunque... una parte de mí pudo entenderlo con claridad.

Esta no era mi vida.

Esto no le estaba sucediendo a Mi Suk.

La realidad era que me estaba sumergiendo en un sueño que acabaría en un abrir y cerrar de ojos y que solo haría más difícil resistir al último año antes del final. No podía cambiar mi panorama por algo que, tal vez, no era real. ¿Cómo estar segura de ello cuando nunca me había relacionado con nadie?

Tenía miedo.

—Mason, yo... no sé qué decir.

Puse todo mi empeño en controlar el tono de mi voz.

Sentada a su lado, el mar nos miraba, ajeno.

—Tal vez te suene exagerado, pero lo digo en serio —prosiguió con la voz más ronca de lo habitual—: Tu existencia, por sí misma, es una inspiración. Así que, sin importar en qué lugar te encuentres ni por lo que estés pasando, nunca olvides que eres especial.

Asentí, sin poder decir nada.

Un nudo me atravesó la garganta.

Y mientras lo soportaba, logré estirarme para tomar su guitarra y ponerla sobre mi regazo. Mason me observó confundido, pero yo le sonreí para tranquilizarlo.

Me vio jalar un poco de aire.

—¿Será que puedo marcarle algo a tu guitarra?

Sabía lo que estaba haciendo, aunque no pude detener el impulso. Lo más seguro era que no volveríamos a vernos, así que... no quería que me olvidara; supe entonces que había cambiado de opinión, y que ahora deseaba pasar por su mente de vez en cuando. No importaba si vivía un año más o no de lo que tenía pensado, quería dejar una pequeña huella en su vida; cuando la descifrara después, tal vez no la entendería, pero... allí estaría yo. Sería un poco de mí en algo suyo.

—Sí, claro que sí, voy por...

Mason se levantó titubeante y regresó al balcón pocos segundos después. En silencio, me tendió un marcador plateado. Tomó asiento a mi lado y me observó escribir algo en coreano sobre el cuerpo oscuro de la guitarra.




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