Capítulo 40

MI SUK

—Nunca vuelvas a pensar en morir.

Su voz contuvo una lluvia de angustia.

—Escucha, no importa lo que suceda, incluso si nunca volvemos a vernos por una u otra razón. —Sus ojos adoptaron un fuego ardiente que envolvió cada recoveco de mi alma—. Leah, tú has impactado en mi vida. No me conociste antes como para saberlo, pero... he vuelto a ser yo mismo; he vuelto a disfrutar de la vida, de la música, de... la posibilidad de querer a las personas, aunque tenga que sufrir su ausencia y preocuparme por ellas. Y ha sido gracias al maravilloso destino de haberte encontrado.

Las lágrimas salían a borbotones.

Entonces, Mason me atrajo hacia su pecho y me estrechó contra su corazón, que latía fuerte y cálido. En sus brazos me sentí acobijada. Y, por primera vez en mucho tiempo, no me sentí abandonada. Hasta en este momento, no sabía cuánto necesitaba de un abrazo sincero: de esos que no solo refugian tu cuerpo, también tu propio espíritu. Uno que comprendiera mi dolor y que quisiera borrar aquello que me dañaba por dentro.

Me sentí completa.

Aunque siempre lo había estado.

Mason solo me ayudó a descubrirlo.

—Tienes mucho valor, Leah. Ahora que te conozco, no podría imaginar un mundo en el que tú no existieras —susurró muy cerca de mi oído—. Así que... nunca vuelvas a pensar en la posibilidad de acabar con tu vida. Debes saber que, aunque tú me olvides, yo nunca podré hacerlo. Siempre tendré la esperanza de que seas feliz y creas en tus sueños, en ti misma, en donde sea que te encuentres.

No podía verlo a los ojos.

Pero sabía que lo decía en serio.

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