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Capítulo 54

MARLON

(junio)

—El sencillo está siendo un éxito.

Terry sonó extasiado.

—Y no es un tema en inglés —añadí.

Él acompañó mi sonrisa.

—Lo que lo hace mejor.

Dejé el celular sobre la mesa de madera y me dejé caer en el respaldo del diván. Mi nuevo sencillo acababa de estrenarse y yo no podía sentirme más esperanzado con el gran recibimiento que estaba obteniendo del público estadounidense y, sobre todo, del latinoamericano. Tal vez era la letra, el sentimiento, pero sabía que la noticia que estaba recorriendo los medios de comunicación y redes sociales eran la causa del gran éxito. La curiosidad de la gente estaba siendo un gran aliado.

Estaba en busca de una chica surcoreana.

En busca de una joven de veintitrés años llamada Leah (al final, nunca mencioné el nombre Mi Suk, ni en la canción ni en ningún lado). Por supuesto, todo el mundo esperaba que no fuera un fraude de pura publicidad y la chica misteriosa en verdad apareciera. Distintas opiniones pululaban, pero poco me importaba. Si yo mismo me había metido en el ojo público, era por un gran motivo.

Tan solo el de encontrarla.

—¿Crees que llegará a ella?

Que esto no funcionara me asustaba.

—Lo hará, hasta la has puesto en la misma portada —contestó Terry con gran seguridad antes de levantarse de la silla de piel (se refería a la única fotografía que tenía de Leah y que había utilizado para la portada del sencillo: la que le había tomado de espaldas, sin que ella se percatara, cuando caminábamos por el muelle de Pontinha en la ciudad de Funchal). Ya habíamos terminado el almuerzo y por la tarde tendríamos que reunirnos con los directivos de la discográfica para resolver varios asuntos—. La agencia de noticias hará su trabajo en Seúl a partir del próximo mes; además, tenemos el gran motor de las redes sociales. Esto se está corriendo como pólvora, incluso estás ganando más público y oyentes recurrentes en las plataformas. Solo ve los números: has ganado más de trecientos mil seguidores en Instagram en las últimas dos semanas. Es fantástico.

—Sí, lo es.

Pero no pensaba en ello.

¿Qué me importaba eso a mí?

No deseaba que el mundo entero conociera esa canción, solo anhelaba que Leah pudiera escucharla. Si llegaba a ella, entonces la reconocería y sabría en dónde encontrarme.

Sabría quién era yo.

Descubriría que no me arrepentí.

Que no escapé y no quise abandonarla.

Esa era mi esperanza.

* * *

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