"Al regresar: uno de los Museos más importantes del mundo; el Museo Alighieri, especializado en antigüedades incomprendidas y obras de arte sin autor; ha sido robado, se desconoce el paradero de la obra que ha sido hurtada. Sobre esto y más, solo en Canal 15".
La televisión continuó susurrando los anuncios mientras Marco y Pedro entraban en la casa del primero riendo a carcajadas. Sus risas se escuchaban hasta el final de la calle e igual no les importaba.
–¡Oye! ¿te acuerdas de Rosita? –dijo Pedro en un vano intento de molestar a Marco al recordarle su ex del Kínder.
–¿La del Kínder?
–Ajá. Adivina qué pasó.
–No sé, ni me importa.
–¡Vamos, yo sé que quieres saber!
–No, no quiero.
–Agh, eres un aburrido.
–Gracias.
Rosita había sido la primera y última novia que Marco había tenido. Habían durado solo un mes y habían roto porque Marco la vio engañándolo con su archienemigo Juan, un niño brabucón que siempre que podía lo golpeaba a él y a Pedro. Desde entonces no había sido novio de ninguna otra chica, aunque eso no significaba que no le habían gustado 27 chicas desde entonces. El problema es que se había vuelto experto en identificar el amor pasajero de todos los demás tipos de amor, sobre todo del verdadero, y cada una de esas 27 chicas solo eran pasajeras.
O eso quería creer...
–¿Tienes hambre? –preguntó Marco con la cabeza dentro del refrigerador bien abastecido.
–Un poco, ¿qué tienes?
–Hay queso, tomate, jamón... podría hacer una pizza de sartén. ¿Quieres?
–Estaría súper bien...
–Vale...
-Algún día tendrás que superarla, ¿sabes?
-No sé de qué hablas...
-Oh, sí lo sabes.
-Que no haya estado con nadie en este tiempo no significa que sea por ella, ¿sabes?
-Hm...
-Ah, y por cierto. A ti que te gustan las cosas raras, mira esto.
Marco dejó de picar las cosas necesarias para la comida de ambos y fue a la sala para regresar y mostrarle el libro que habían dejado a su puerta esa madrugada. Pedro lo tomó y le pasó la mano por encima para sentir su textura.
-Vaya, se siente realmente viejo. ¿Dónde lo conseguiste?
-Ese es el punto, alguien vino a dejármelo en la madrugada...
-¿En la madrugada? Man, que heavy...
-Lo sé.
-¿No será algo de tu madre, o para tu madre?
-¿Mi mamá?, ¿En serio?, ¡Pero si sabes que a ella no le gusta leer para nada, menos va a andar gastando su dinero en comprar libros como este!
Pedro ladeó sus labios en una mueca de desaprobación. Marco y Pedro eran los típicos ratones de biblioteca y no podían imaginar a alguien que no le gustase leer. De hecho, por ironías del destino, se habían conocido debido a una pelea entre ambos por el poder de tener un libro. Marco aun podía recordar a la maestra Isela tratando de mediar entre uno y otro para que ambos pudieran tener el libro a la vez.
-¿Y entonces? ¿Qué harás con él?
-Supongo que lo venderé. A lo mejor es una reliquia y puedo ganarme unos billetes.
-Ponme en primer lugar si lo harás, se ve interesante.
-El único problema es que no puedo abrirlo.
Pedro frunció el ceño e intentó abrirlo repetidas veces de varias formas, sin lograrlo en ninguna.
-¿Tendrá una llave o algo?
-No sé, por eso te lo quería enseñar. Para ver si tú le hallabas algún modo.
-Pues no... Es raro...
Ambos se quedaron mirando el escrito como si fuese a explotar en medio de un silencio sepulcral.
–¿Sabes? Ya me tengo que ir, le prometí a mi mamá que volvería para llevarla al hospital –dijo Pedro mirando el reloj de su muñeca.
–¿Está bien?
–Sí, nada grave–Pedro se levantó, fue a la sala y tomó su mochila en el sillón–¿Irás mañana a la Marcha? –le gritó a Marco desde la sala.
–Sí, ¿nos vemos en la Plaza de las Palomas?
–Está bien. ¡Adiós! –abrió la puerta y salió a la calle iluminada por el sol.
"Sí, Sara. Y lo más impresionante es que no han dejado ningún rastro. Como muchos sabrán, el museo Alighieri es uno de los mejor cuidados del mundo. Cada una de las vitrinas en la que se exponen las obras tiene sensores de calor, todos los pasillos están repletos de cámaras de seguridad y las puertas donde se examinan las obras solo pueden ser abiertos con huellas dactilares y contraseñas que son cambiadas cada semana. Además, todas las camionetas usadas para exploración tienen un dispositivo GPS que no puede ser desactivado. Y, como decía, lo único que se sabe es que la obra estaba en una vitrina dentro de los laboratorios de examinación y que se la han llevado en una camioneta para exploración. Así que... es un misterio el cómo le han hecho para hurtar la obra.
–¿Y no tienen imágenes de la obra?
–No.
–Bueno, esperemos haya más noticias más tarde."
La televisión seguía susurrando los últimos eventos del mundo mientras Marco continuaba haciendo su comida en la cocina sin prestarle atención.
Terminó de freír su pizza y fue a apagar la televisión a la sala. Entonces el timbre de su casa volvió a sonar.
Comenzó a caminar hacia la puerta, pero tropezó con algo que termino haciendo caer todo alrededor produciendo un gran estruendo.