Ese último momento

2.¡Que me lleve el diablo!

Son más de las dos de la mañana y el bar sigue repleto. Si no fuera el cumpleaños de mi mejor amigo, ya me habría ido. Lucas parece tener todas las ganas del mundo de que nos quedemos al menos una hora más, y yo no puedo dejar de pensar en Stacy.

Me ha dejado completamente en shock con su llegada. No la esperaba hasta dentro de al menos tres meses. Eso era lo que le había dicho a todo el mundo, aunque, evidentemente, sus planes eran distintos.

Tenía la esperanza de que, cuando la viera, ya me habría olvidado por completo de ella y… bueno, esta mierda que siento en el pecho me demuestra que no podría estar más lejos de hacerlo.

Camino hacia el sector, donde Brenda y Stacy están conversando animadamente. Apenas llego, la primera se percata de que su novio no está.

—¿Y Lucas? —me pregunta.

—Se quedó en la barra —le contesto, encogiéndome de hombros. Me ubico en la silla que tengo más próxima y deposito sobre la mesa las dos cervezas que traje: una para mí y la otra para el pelirrojo, a quien no veo por ningún lado, por lo que llevo de nuevo la mirada hacia Brenda—. ¿Dónde está Francis?

—Está por allá. —Apunta a unos pasos de nosotros, donde lo veo bailando bien pegado a una rubia que parece traer poca ropa.

Le hago una seña, para llamar su atención, pero está tan concentrado en ella, que ni siquiera me mira.

—Deja, yo se lo llevo —me dice Brenda, levantando el vaso de la mesa—. Iré a ver si Lucas necesita mi ayuda.

Se lleva la cerveza hasta dónde está mi amigo y luego se pierde entre la gente, en dirección a la barra.

Me quedo un instante más, mirando a mi alrededor. Fran con su levante de fin de semana, Vanessa con Tadeo el amigo de Brenda, y, un poco más adelante, Samantha con sus aburridas amigas.

Stacy y yo estamos a solas en la mesa, por lo que dejo de resistirme y aprovecho la oportunidad para hablar con ella. Antes, le doy un trago a mi cerveza.

—¿Quieres bailar?

Sus ojos, que estaban clavados en el lugar por el que se fue su hermana, se mueven hasta los míos.

—Estoy algo cansada —se excusa—. Tal vez otro día.

Otro día…

Al menos no me dijo directamente que no.

Me fijo en ella con mayor detenimiento. Luce cambiada, demasiado para haber estado solamente unos meses fuera. No físicamente, pero si en su forma de vestir y en sus ojos, que ahora muestran una especie de seguridad que no estaba ahí cuando era mi novia. Ni siquiera cuando me dejó.

—¿Cómo te fue en la academia de danza?

—Bien —contesta, sin muchos ánimos.

Me quedo en silencio un momento, esperando que continúe, que me comente alguna anécdota o algo, pero ella toma su celular y lo desbloquea.

Vuelvo a beber un poco más, como para ocultar mi incomodidad.

—Vi las fotos y videos que subiste de la clausura —añado, logrando que levante la mirada por un momento—. Te veías muy bien.

—Gracias —fuerza una sonrisa y retoma lo que estaba haciendo.

Llego a pensar que tal vez podría estar escribiéndose con alguien más, por lo que me incorporo disimuladamente en mi asiento, para mirar su pantalla. Está en sus redes sociales, deslizando el dedo por varios posteos sinsentido.

Me bebo de un solo trago el contenido que quedaba en mi vaso, pensando qué podría decir para captar su atención por un poco más de tiempo, cuando una voz nos sobresalta a ambos:

—¡Rubia! —Tadeo se acerca por un costado y la toma de la mano, incitándola a ponerse de pie—. ¿Qué haces que no estás bailando?

Stacy se echa a reír y se deja arrastrar por él hacia la pista, como si se hubiera llenado de energía en un segundo.

Mierda. No estaba cansada, como me había dicho. Estaba aburrida.

Aburrida conmigo.

Me quedo mirando el vaso vacío, con un extraño sentimiento atorado en el estómago. Hasta que una mano se clava de repente en mi hombro.

—¡Bruno! ¡No vas a creer lo que acaba de ocurrir! —Lucas aparece eufórico y se sienta a mi lado, con una sonrisa enorme en los labios. Mientras tanto, Brenda ya ha traído a Vanesa y Francis, quienes vuelven a la mesa intrigados.

—¿Cuál es la noticia? —pregunta el pelirrojo, contagiándose de la alegría de mi amigo.

—¡Vamos a ser exitosos! —el otro deja sobre la mesa lo que parece ser una tarjeta de presentación personal con el nombre de una mujer y el logotipo de una productora, y comienza a relatar de manera apresurada cómo conoció a una mánager musical muy importante, quien representa a una de las bandas de rock más conocidas y ahora está interesada en nosotros.

Lucas y Francis están eufóricos. Llenan los vasos y comienzan a brindar entre todos.

La noticia es genial, es sin duda lo que estamos necesitando y, sin embargo, no puedo sentirme totalmente a gusto. No dejo de mirar a Stacy, cuando los demás se acercan a compartir el entusiasmo. Ella abraza a cada uno de los miembros de la banda, felicitándonos a todos por igual. No se queda aferrada a mí ni un segundo más de lo necesario y, definitivamente, no se siente especial.



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En el texto hay: rock, juvenil amor drama, amigos y amor

Editado: 13.08.2021

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