Ese último momento

8. Actitud.

Estoy sentado en el escenario del bar, probando unos acordes en mi bajo. Eric le hace una seña a Lucas para que se siente en el sofá, a su lado.

Siempre fue su favorito, incluso cuando yo también era su yerno.

¿Puedo culparlo? Claro que no.

Nos había enviado un mensaje al mediodía porque hay algo que quiere hablar con nosotros. Así que los tres estamos esperando que lleguen Francis y Tadeo. Este último lleva unos días viviendo en casa de Stacy, bueno… desde que el loco de su viejo lo echó.

Como es miércoles y son las seis de la tarde, el bar sigue cerrado. Así que apenas se abre la puerta, sabemos que han llegado los demás.

Brenda lleva a Tadeo de la mano. Si continúa tratándolo como si fuera un bebé, nunca vamos a poder hacer de él un músico de verdad.

Stacy entra tras ellos. Eso no lo esperaba. La rubia se aproxima y se ubica a mi lado, mientras los otros dos se acomodan en los sillones. Brenda pregunta por Francis, pero el pelirrojo va retrasado como de costumbre, él simplemente no sabe llegar temprano a ningún lado.

—¿Qué haces aquí? —le pregunto a Stacy.

Ella frunce levemente el ceño, pero no se deja molestar por mi tosquedad.

—Ya sé cuál es la noticia que va a darles Eric… —explica—. Y quería ver tu reacción.

¿La mía?

No puedo evitar sonreír como idiota y parece percatarse.

—Y la de Lucas —agrega, rápidamente—. La de todos. —Lleva la vista abajo, avergonzada, pero la vuelve a levantar apenas parece recordar algo, y la fija en mi labio inferior—. ¿Te ha pasado el dolor? —pregunta y, al hacerlo, coloca un dedo sobre la zona en la que tengo una costra finita en la piel.

—No —miento—. Creo que necesito un beso.

Esto de ser cursi no es lo mío, pero a ella le encantaban las pocas veces que le decía algo así, cuando estábamos juntos.

Sus mejillas se enrojecen al instante y sus ojos adquieren un brillo especial.

No puede ser. Todavía le gusto.

—Bruno… —Agacha de nuevo la cabeza, dudosa. Estoy por acercarme a robarle un beso, cuando su expresión cambia a una de molestia—. Parece que ya no tendrás problema con eso —me acusa y, sin darme lugar a entender, se levanta.

Miro rápido hacia abajo, buscando entender el motivo de su enojo. En mi celular brilla un mensaje nuevo de Chiara. “Brunito, me contaron lo del contrato. Felicidades”. Un corazón se dibuja al final.

Diablos, solo es una compañera de curso. ¿Por qué las mujeres le tienen que poner un maldito corazón a todo?

—Stacy —la llamo, intentando explicarme, pero el pelirrojo acaba de llegar y abre la puerta de par en par como si fuera una estrella de cine.

—¡Ya llegué, señoras! —saluda.

Eric se pone de pie y me hace una seña con la mano, para que me acerque.

—Genial, chicos, vengan todos aquí.

Destapa una botella de champagne y acerca varias copas que estaban en una repisa, lo que nos hace sonreír a todos, menos a Tadeo.

—Sea lo que sea que vayamos a festejar, yo me limitaré a brindar con refresco —aclara, sacándonos unas risas.

—Quiero volver a decirles lo orgulloso que estoy de que el grupo esté pasando por tantos cambios importantes —inicia Eric—. La incorporación de Tadeo, la firma del contrato con MTE… —Todos comenzamos a asentir, mientras se encarga de ir llenando las copas, una a una—. Y estoy seguro de que vienen muchos más.

—No estaríamos aquí de no ser por tu apoyo, Eric —le aclara Lucas—. Tú nos diste la oportunidad de tocar en el bar y, si no hubiera sido así, Melania no nos habría descubierto.

Él le coloca una mano tras la nuca y le hace una caricia paternal.

—Es fácil confiar en ustedes porque tienen mucho talento, nunca duden de eso. Y tengo una noticia que darles hoy, algo que llevo preparando desde hace un tiempo.

Todos lo escuchamos con atención, sosteniendo nuestras copas en las manos.

—Dime que es una buena —le pide Tadeo—. Necesito una noticia positiva luego de lo que ocurrió el fin de semana con Julio.

—Yo también —expreso, sin pensar—, para compensar toda la mierda que hay últimamente.

Me limito a beber de un trago todo el contenido de mi copa. Brenda me lanza una mirada, porque ni siquiera hemos brindado todavía. Me da igual. Le hago un gesto de indiferencia, encogiéndome de hombros, y vuelvo a llenar mi copa.

Eric me mira con extrañeza, luego lleva la vista a Stacy y, por último, suelta un suspiro.

—Entender los sentimientos de los demás puede ser difícil… —concluye Eric, y todos nos mantenemos en un silencio incómodo como el demonio. Entonces, me veo obligado a decir algo, para romper el hielo.

—¿A quién le importa? ¡Vamos a ser exitosos!

Todos empiezan a reír, menos la rubia que se cruza de brazos y mira hacia un costado. No entiendo su molestia, pero al menos se ha dispersado ese ambiente tenso que había y todos se ponen de pie para brindar.



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En el texto hay: rock, juvenil amor drama, amigos y amor

Editado: 13.08.2021

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