Ese último momento

13. Pasar página.

Compartir baño con Francis es de lo peor.

Se encierra media hora ahí, todas las mañanas. No sé si se hace pajas interminables o le cuesta tanto sacar la mugre de su cuerpo. Lo cierto es que, otra vez, voy a llegar tarde a la universidad por su culpa.

—¡Muñeca! —le grito a través de la puerta—. ¿Todavía no terminas de depilarte?

Arrimo mi oído contra la madera para saber si me ha escuchado y unos quejidos provenientes del otro lado me demuestran que sí. Se oye el sonido de la tranca al girar y me abre la puerta, con cara de zombie.

—Lo siento, Brunito, me quedé dormido —anuncia, frotándose los ojos.

—¿En el baño?

Me apresuro a pasar por su lado, coloco mi toalla en el colgador y comienzo a desvestirme.

—Tú eres la última persona que me puede juzgar por eso —me responde, recordando que hace un tiempo yo también dormí aquí, para alejarme de una de sus amigas.

Entro a la ducha apenas he terminado de sacarme el pantalón de dormir. El agua fría se siente refrescante, luego de tanta mierda que estoy aguantando estas últimas semanas. En especial por el problema de mi mejor amigo. No sé si fueron peores los días que estuvo deprimido, cuando Brenda lo dejó y se pasaba encerrado en su habitación o como se encuentra ahora. Antes tenía que llevarle la comida a la cama, como si fuera un niño, porque él sólo se asomaba a la cocina para buscar cerveza. Ni siquiera les ponía esfuerzo a los ensayos o a las reuniones con la banda.

Sin embargo, desde que ella le dijo “fracasado”, se muestra odiosamente insoportable y asegura que ya la ha superado, como si fuera posible hacerlo en cuestión de días.

Pero, es Lucas, así que le dejo autoconvencerse de ello sin contradecirle.

Sumado a lo anterior, ahora vive amargado. Le molesta todo, se pone demasiado perfeccionista en los ensayos con la excusa de que “debemos mejorar cuanto antes”, se enoja cuando se lo interrumpe si está estudiando, y se muestra muy impaciente porque terminen las refacciones en el bar y podamos volver a tocar ahí. Eso lo entiendo, en especial ahora que me estoy quedando corto de dinero, pero él le escribe a Eric todos los días. Estoy seguro de que lo suyo roza el acoso.

 

La universidad es uno de los pocos lugares donde tengo calma. Aquí no me jode nadie. Bueno, solo los profesores, pero a esos los ignoro. No me llevo con mis compañeros, no porque me caigan mal ni nada, simplemente siento que no tengo nada en común con la mayoría de ellos.

Las clases pasan rápido, generalmente. Intento concentrarme todo lo posible para no tener que estudiar en mis horas libres.

El sonido de un mensaje interrumpe la atención que le estaba prestando a mi libro. De seguro debe ser Brenda. Últimamente, me ve cara de niñero y me escribe para saber de Lucas.

Saco mi celular del cajón y lo reviso. Es Andrés, un tipo que tiene contactos y me debía unos favores, así que le pedí que averigüe algo sobre el paradero de Yvanna.

“Parece que el sujeto con el que sale no es bueno” Me confirma lo que ya sospechaba. “Dicen que es drogadicto”.

Mierda.

Tengo que encontrar a mi hermana antes de que se meta en problemas.

Le contesto pidiendo más información, pero me asegura que probablemente le tome un tiempo y que volverá a escribir cuando tenga noticias. Sin embargo, eso es lo único que consigo de su parte durante el resto de ese día y los que le siguen.

 

Me resulta difícil concentrarme en mis tareas habituales por la preocupación, en especial porque Yvanna no atiende mis llamadas y hasta ahora solo me ha contestado un mensaje de todos los que le envié. Sé que ella es mayor que yo, pero eso no cambia el hecho de que su vida es incluso más desastrosa que la mía y tiene un don natural para aferrarse a la gente de mierda, igual que mi madre.

Vuelvo a leer su única respuesta, que me llegó hace unos días:

“Estoy bien. No te metas en lo que no te importa”.

Al menos el mensaje sí se parece a alguno que ella enviaría, pero eso no significa que no esté en problemas o necesite ayuda.

Suelto un gruñido y guardo de nuevo mi celular porque estamos en plena reunión con Melania y, para colmo, en su oficina. No tengo idea de por qué nos hizo venir aquí si se supone que no debemos molestar a Whatever.

—Bruno, estoy hablando, nene —Ella me da un sermón, chasqueando los dedos para que la mire, como si yo fuera un perro.

Levanto la cabeza y veo que me está observando con la cara que acostumbra a mostrar: de amargada. Continúa hablando al cabo de un segundo, al notar que le dedico toda mi atención. Nos termina de explicar algunos cambios que estuvo pensando para nuestras canciones y, una vez que termina, se pone de pie y se mueve hasta la puerta.

—Con eso hemos terminado por hoy. Vuelvo en unos minutos con unas cervezas y alguien a quien quiero que conozcan —anuncia.

Eso es lo que me agrada de esta mujer. Puede ser muy estricta cuando se trata del trabajo, pero fuera de eso, transmite una energía atrapante.



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En el texto hay: rock, juvenil amor drama, amigos y amor

Editado: 13.08.2021

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