Me despierto con un mensaje de Stacy, como cada día de esta semana. A veces solo me desea una buena jornada, y otras como hoy, me envía una foto con el cabello suelto y sus ojos claros mirando directamente a la cámara, logrando que la desee cada segundo más.
Me vuelve loco y siento que por fin puedo dejar de ocultarlo.
Le envío un audio pidiéndole que nos veamos en la noche, pero me recuerda que tiene práctica con el grupo de danza. Mañana se llevará a cabo una presentación muy grande y ella aseguró que no es necesario que vaya a verla, pero le escribí a Brenda para que me pase todos los datos de horario y lugar, así puedo darle una sorpresa.
Ya en la tarde, Lucas se mete a mi cuarto y se deja caer en mi cama, donde estoy sentado con la notebook en el regazo.
—¿Rosas? —Pregunta, confundido, al notar que estoy dentro de la página web de la florería.
—Estoy encargando un ramo para la presentación de Stacy.
Él sonríe ampliamente y se acomoda mejor para mirar.
—¿Eso quiere decir que han vuelto a ser novios?
Brenda me hizo la misma pregunta el otro día, estos dos tontos piensan igual.
—Aún no se lo he pedido —le aclaro—. Y sabes cómo es Stacy, no lo asumirá hasta que lo haga.
—¿Y qué estás esperando?
Dejo caer la cabeza sobre la cama, soltando un suspiro y, al cabo de unos segundos, la levanto de nuevo, animándome a responderle:
—No tengo una puta idea de cómo hacerlo.
Lucas suelta un bufido y arruga las cejas, sin comprender.
—¿De qué hablas?
—El año pasado, recuerdo que ella había usado la clásica pregunta de “qué somos” y, como entendí enseguida que eso era lo que quería oír y a mí me daba igual, le contesté “novios” —le explico—. Así que nunca se lo he pedido formalmente a una chica y no sé qué es lo que debería decir o hacer… O…
Me callo al notar que mi mejor amigo se está aguantando la risa.
—Entonces, quieres que sea especial y no sabes cómo encarar la situación —deduce.
Me encojo de hombros fingiendo indiferencia, porque conozco a Lucas y sé que va a agrandar esto.
—No es que yo quiera que sea especial, es que ella se lo merece, y no sé quién podría ayudarme con eso…
—¿Cómo que no? ¿Para qué está tu mejor amigo? —Se señala a sí mismo con ambas manos, algo ofendido.
—Lucas, estoy seguro de que le pediste a Brenda que sea tu novia en una playa con fuegos artificiales, serenata y caniches bailarines, pero a mí esas cursilerías no me van.
—Te equivocas —se cruza de brazos—. No hubo nada de eso y tampoco fue planeado, sino algo espontáneo. ¿Fue dulce? Sí, tal vez… y romántico… Ella se puso muy contenta… —Su pecho parece desinflarse al recordarlo—. Fue increíble —finaliza dolido y se deja caer hacia atrás, agarrándose la cabeza.
Y después niega seguir loco por ella.
Lo ignoro y continúo el pago a la florería, mientras él medita.
—Comprarle flores para su presentación ya me parece exagerado —le comento—, lo hago solo porque sé que le van a gustar.
—¡Tengo una idea! —Se incorpora, emocionado—. Invítala a salir el fin de semana y llévala a cenar a un bonito restaurante, haz que decoren la mesa con velas y vino, puedes pedírselo luego de comer.
—Eso suena a que le estuviera proponiendo matrimonio —me burlo.
Se lleva la mano a la barbilla, analizándolo, y no tarda en volver a hablar.
—Entonces, ¿qué te parece si averiguas sobre algún concierto de uno de sus ídolos y se lo pides ahí?
—Si voy a ver en vivo a las bandas ridículas que le gustan a ella, me voy a terminar matando antes de pedirle nada.
—¿Y después de su presentación de ballet?
—Va a estar toda su familia. —Se rasca la cabeza, pensativo. Se está tomando esto tan enserio como podría esperar de él—. ¿Cómo piensas pedírselo a Lía? —Pregunto, por pura curiosidad.
—No se lo voy a pedir… —se remueve en la cama, incómodo—. De hecho, anoche le puse un fin a eso.
—Pff, no me sorprende.
Asiente. No parece feliz ni triste con esa noticia y vuelvo a confirmar que ella le da reverendamente igual.
—Con todo lo de Gloria, tengo demasiado en la cabeza como para cargarme con algo más.
—En pocas palabras, te sacaste un peso de encima —lo resumo.
Él sonríe y se encoje de hombros, con vergüenza.
—Ya sé que ahora es cuando me echas en cara que tenías razón sobre que ella no me gusta ni un poco.
Me largo a reír. La verdad es que me da igual tener la razón, me conformo con que esté siendo un poco más sincero consigo mismo.
—No voy a decirte eso, pero sí voy a resaltar el hecho de que se está formando en tu historial una lista de chicas insoportables: Samantha, Brenda, Lía… Estoy empezando a ver un patrón.