Ese último momento

21. Miedos

Estoy recostado en la cama de Tadeo, esperando que termine de vestirse para que podamos salir de una vez. Él está de pie delante del placar, tan nervioso que se ha cambiado de ropa como tres veces.

—Oye, irás a hacerte un tatuaje, no a buscar novio —lo regaño.

—Lucas, dame un minuto —Me ruega, acomodándose de nuevo el pantalón. Señala la mesita de noche y vuelve a hablar—. ¿Me pasas mi perfume?

Me arrastro sobre la cama y, como el frasco no está a la vista, abro el cajón y no tardo en alcanzárselo. Me dispongo a cerrar de vuelta cuando algo dentro llama mi atención. Es un envoltorio de regalo que tiene una tarjeta que dice “amor” con la letra de Brenda.

La curiosidad me obliga a sacar el obsequio y fijarme en las demás palabras.

Amor,

Felicidades por el nuevo departamento. ¡Te amo!

Esto no puede faltar en tu habitación ;)

Estiro el papel, sin poder contenerme, lo desenvuelvo y me sorprendo al ver una fotografía de nosotros dos, sonriendo, recostados uno por el otro.

—Tadeo, ¿qué es esto? —Le pregunto a mi amigo, levantando el portarretratos hacia él. Su mirada de asombro me demuestra que ni siquiera recordaba que esto estuviera aquí y no debería haberlo encontrado.

—Eh… Brenda lo dejó ahí hace mucho —contesta, dudoso.

—¿Cuándo?

—No lo sé. Creo que fue el día que nos mudamos aquí...

—Es decir, cuando terminó conmigo —lo corrijo.

Y aquí dice “te amo”.

Mi corazón comienza a palpitar con fuerza a medida que la confusión hace estragos en mi interior.

—Ahora que lo dices, es verdad —Expresa él, analizando el regalo con la mirada—. Recuerdo que Brenda me había dicho que fue idea de Samantha, o algo así. Ella podría saber algo respecto.

Le muestro una sonrisa, fingiendo que no pasa nada. Aprovecho que se está peinando para pasar a mi habitación y dejar el portarretratos sobre mi mesa de noche. Vuelvo de nuevo junto a él y no tardamos en salir.

Nos vamos en su auto y me avisa que pararemos primero en casa de Eric, porque debe retirar algo. Detiene el motor al llegar y le pido que se baje, porque no quiero que haga venir a Brenda, preferiría no verla. Me contesta con evasivas, sin sacar sus ojos de su celular, y entiendo que ya es tarde cuando la veo salir de su casa y caminar hasta nosotros. Abre la puerta del copiloto y se sorprender al verme.

—Tendrás que subir atrás. —Le dice él.

Sus palabras bastan para que entienda todo y me trepe por la nuca una especie de enojo y humillación al saber que Tadeo me ha timado.

—Dijiste que buscarías algo, no a alguien. —Le reclamo a mi amigo—. Si hubiera sabido que ella vendría…

—No habrías aceptado —me interrumpe—. Por eso no te lo dije.

¡No puedo creer lo que me hizo!

Brenda arruga los labios, empezando a ponerse tensa. En un intento por ignorar mi desagrado, cierra de nuevo mi puerta y abre la de atrás, antes de subirse al auto. No permito que eso detenga mi queja y continúo reclamándole a él:

—Me mentiste.

—Tal vez, pero necesito que los dos estén conmigo —se excusa—. Son mis mejores amigos, y tengo miedo.

—¡Es un estúpido tatuaje!

—Déjalo en paz, Lucas. —Ella se pronuncia—. Yo tampoco lo sabía y no me pongo así.

—No me importa lo que tú hagas, Allen.

Lo que me jode es tener que verla, sabiendo que está con otro, y sin poder controlar estos celos venenosos que siento.

—No me hables así, no es mi culpa que estés de mal humor porque Lía te dejó —se burla—. O, al menos, eso es lo que ella anda diciendo por ahí.

Suelto un bufido.

Me da igual, que diga lo que quiera.

—Vamos, chicos —nos ruega mi amigo—. Al menos hoy no peleen, los necesito.

No vuelvo a hablar en todo el camino, tragándome mi enojo. Ella recupera su buen humor enseguida, ignorándome y hablando con Tadeo como si yo no estuviera aquí. Minutos después, llegamos al lugar y él es el último en bajar del vehículo. Está temblando de arriba abajo.

—¿Todavía tengo tiempo de arrepentirme? —Pregunta, deteniéndose en la entrada.

—Para nada. —Le contesto, guiándolo dentro del salón. El estudio es bastante amplio, el mismo en el que los chicos y yo nos hicimos nuestros tatuajes unos años atrás.

Recuerdo que, la primera vez que entramos, parecíamos niños debido a la emoción que teníamos. Tadeo también se asemeja a uno ahora, solo que por miedo. Por suerte, Brenda lo toma de la mano, mientras yo hablo con el tipo que nos recibe y le doy las indicaciones sobre el diseño que deberá hacer.

Minutos después, mi amigo se saca la remera y se acuesta de espaldas sobre la silla reclinable, para que inicie el proceso.

—Brenda, no me sueltes —le pide.



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En el texto hay: rock, juvenil amor drama, amigos y amor

Editado: 13.08.2021

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