Me despierto algo agotado, debido a la noche anterior. Eric me había pedido (con ganas) que fuera al bar a ayudarlo con la acústica para el grupo que tocó. Al comienzo, pensé que en realidad necesitaba mi ayuda, pero cuando el concierto inició y tanto él como Stacy prácticamente me forzaron a quedarme con ellos, supe que en realidad solo querían distraerme.
De hecho, en algún momento, Stacy había insinuado que la idea de sacarme del departamento había sido de su hermana. Y, sin embargo, a ella no la vi por el bar.
Brenda sigue preocupada por mí, a pesar de que me muestro más animado en estos días.
No hemos vuelto a hablar desde esa noche, aquella que se sintió como el mejor sueño que tuve en mucho tiempo.
No puedo dejar de preguntarme si aún siente algo por mí o todo eso fue producto de las ganas de confortar ese dolor tan fuerte que nos aqueja desde la partida de Gloria.
Por ahora solo me queda darle espacio y confiar en que este nuevo acercamiento que tuvimos será para bien.
Entro a darme un baño y luego me pongo la ropa de correr. Los domingos son mis días favoritos para hacerlo. Me ayuda a despejarme.
Encuentro a Bruno en la cocina, tomando un café con el pantalón de dormir todavía puesto. Son las nueve y media y los demás probablemente no despertarán hasta dentro de una hora, por lo menos.
Me refugio en el refrigerador buscando yogurt para no salir con el estómago vacío, y lo descargo en un cuenco al que le agrego cereales.
—¿Quieres ir a correr? —Le pregunto a mi mejor amigo, cuando me ubico frente a él, del otro lado de la mesada.
Él asiente y, al verlo a la cara, me fijo en que tiene un enorme moretón que le rodea el ojo y unas costras cubiertas de sangre seca en la frente y en el mentón, como si se hubiera visto envuelto en una pelea.
Con ver mi expresión ya sabe que le preguntaré al respecto, así que se adelanta.
—No es nada, solo tuve una pelea… No preguntes.
—¿Fue con esos tipos del barrio? ¿Fuiste a tu casa…? —Pregunto, ignorando su petición.
Recuerdo que la vez que su madre lo echó de su casa fue por pelearse con ellos, pero nunca me dijo quiénes son o cuál es su problema con él.
—¿Qué parte de “no preguntes” no te quedó claro? —Se queja, antes de beberse de un sorbo lo que quedaba de su desayuno.
—Lo siento, pero ya es la segunda vez que te encuentro así y quiero saber con quién tienes problemas —insisto—. Si necesitas ayuda con algo…
—No quiero hablar de eso, Lucas—. Agacha la cabeza, apartando la mirada—. Iré a cambiarme para trotar, si prometes que no volverás a tocar el tema.
Suelto un bufido y me rindo ante su mal genio.
Bruno puede ser insoportable cuando no le agrada que nos inmiscuyamos en sus asuntos.
—Como quieras, pero luego no me preguntes cómo me siento, porque no te lo diré.
—Ok, llorón —se burla y voltea para dirigirse hacia su habitación.
Está por llegar a esta, cuando la puerta se abre y me sorprende ver salir de ella a nada menos que Brenda. Como si fuera poco, ella le habla en un tono de voz bajo, pero perfectamente audible desde donde estoy.
—Bruno, ya me voy... Gracias por la playera, la dejé sobre tu cama.
Me quedo helado, mientras él la empuja adentro con rapidez, buscando impedir que la vea. Pero sabe que es tarde, se ataja la cabeza entre las dos manos al momento en que ella sale de nuevo de ahí. Bruno me está mirando ahora, como si no supiera qué decir y eso hace que Brenda lleve también la vista a mí. Sus claros ojos se agrandan al percibirme y lo mira de nuevo, esperando que él reaccione.
¿Qué se supone que hace ella en su habitación?
No sé qué hacer, decir o lo que sea.
—¿U-ustedes dos…? —Ni siquiera se me ocurre cómo preguntarlo. Dejo caer mis brazos a los costados, esperando que hablen y como no lo hacen, prosigo—. ¿Durmieron…? —El final de esa frase se queda atorado en mi garganta.
Bruno arquea una ceja y al instante frunce el ceño por completo.
—No lo puedo creer —me ataca—. Eres un estúpido.
¿Ni siquiera va a negar haberlo hecho?
—Lucas, no seas tonto —me pide Brenda, completamente avergonzada—. Bruno, explícale por favor.
Ella voltea y comienza a reclamarle, a pedirle que me hable y qué se yo, pero todo esto es demasiado, así que me voy de ahí. Los dejo discutiendo y me encierro en el ascensor. Podría romper el botón de tanta insistencia con la que lo aprieto, hasta que llego al estacionamiento subterráneo.
Pongo mi camioneta en marcha y busco salir de ahí cuanto antes. Lo primero que hago, apenas estoy sobre la avenida, es llamar a Oliver. Necesito hablar con alguien sobre esto y no se me ocurre nadie más que pueda aconsejarme. Una vez que me atiende, coloco el altavoz y le explico todos los detalles, tan rápido que no estoy seguro de que me haya entendido.
—Espera. Antes que nada, respira, Lucas —me contesta, con algo de gracia—. Lo que estás diciendo es que tu exnovia se quedó a dormir con tu mejor amigo y ninguno de los dos supo cómo explicar la situación.