{ capitulo 2 }

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De repente, el niño se encontró en un lugar completamente desconocido. El paisaje era diferente a todo lo que había visto antes: cielos de colores vibrantes y árboles cuyas hojas emitían una suave luz. Se quedó inmóvil, asombrado y un poco asustado.

**Niño (hablando para sí mismo):** "¿Dónde estoy? Esto no es como el bosque de casa..."

Rápidamente, se ajustó la capa sobre la cabeza, asegurándose de que cubriera sus ojos brillantes de color lunar. Sentía que sus ojos eran un secreto que debía proteger en este extraño lugar.

**Niño:** "Tengo que encontrar la manera de volver... Mamá y papá estarán preocupados."

Miró a su alrededor, buscando alguna pista o señal. Cada rincón de este nuevo mundo parecía lleno de maravillas y peligros. Mientras caminaba, se topó con un arroyo de agua cristalina y decidió seguir su curso, esperando que lo llevara a algún tipo de civilización o pista de regreso a casa.

**Niño (hablando con el arroyo):** "Tú sabes a dónde vas, ¿verdad? Tal vez puedas mostrarme el camino..."

Pero a medida que avanzaba, el paisaje se volvía aún más extraño y fascinante. Pasó junto a flores que cantaban suavemente al viento y criaturas pequeñas que brillaban como luciérnagas. A pesar de la belleza que lo rodeaba, el niño no podía dejar de sentirse perdido y solo.

**Niño (con un suspiro):** "¿Qué voy a hacer si no encuentro el camino? Extraño a mi familia..."

De pronto, escuchó un susurro a lo lejos, como una voz suave que llamaba su nombre. Se giró rápidamente, pero no vio a nadie.

**Niño (nervioso pero decidido):** "Está bien... Seguiré caminando. No puedo quedarme aquí para siempre."

Continuó avanzando, con la esperanza de que eventualmente encontraría una respuesta o una salida. Pero cuanto más caminaba, más se daba cuenta de que este mundo tenía sus propios misterios y que su viaje apenas comenzaba.

El niño caminó durante horas, a través de paisajes desconocidos y maravillas naturales que nunca había visto. A medida que avanzaba, la serenidad del entorno le permitía reflexionar sobre la importancia de la equidad ambiental. Era consciente de que todos los seres vivos, grandes y pequeños, debían compartir y preservar la belleza y los recursos del mundo.

Finalmente, llegó a un pueblo vacío y desolado. Las casas, aunque en buen estado, parecían abandonadas y en silencio. No había señales de vida, ni siquiera el susurro del viento entre las hojas.

**Niño (hablando consigo mismo):** "¿Qué habrá pasado aquí? ¿Por qué no hay nadie?"

Miró a su alrededor, tratando de entender el misterio del pueblo. De repente, sus ojos de color lunar brillaron y percibió algo que los ojos normales no podían ver: un sendero oculto que llevaba a un castillo abandonado en la colina. Siguiendo esta visión, comenzó a caminar hacia el castillo.

El camino era largo y empinado, pero el niño continuó con determinación. Al llegar a la puerta del castillo, la empujó con esfuerzo y se adentró en el interior. Las paredes de piedra y los pasillos oscuros parecían susurrar historias de tiempos pasados.

**Niño (susurrando para sí mismo):** "Este lugar es aún más misterioso que el pueblo... ¿Qué secretos esconderá?"

Exploró las habitaciones vacías, con la esperanza de encontrar alguna pista sobre cómo regresar a su hogar. Su capa seguía cubriendo sus ojos, protegiendo su secreto de la vista de cualquier posible habitante del castillo.

**Niño (pensando en voz alta):** "Necesito encontrar la manera de volver... Pero, ¿cómo lo haré? No puedo quedarme aquí para siempre."

Mientras caminaba por el castillo, escuchó un eco lejano, como si alguien o algo intentara comunicarse con él. Siguió el sonido hasta llegar a una gran sala con un trono vacío en el centro. Allí, se detuvo, sintiendo una conexión inexplicable con el lugar.

**Niño (reflexionando):** "Tal vez este castillo tiene la respuesta... Tal vez aquí encontraré la manera de volver."

Se sentó en el trono, cerró los ojos y dejó que sus pensamientos fluyeran. Sabía que debía encontrar el equilibrio entre la curiosidad y la prudencia, y que su viaje apenas comenzaba.