Espectros

Prologo

CAZADORES NOCTURNOS 
Volumen II
"ESPECTROS"

Centro Psiquiátrico San Angel.

Ensenada, B.C.
3:10 AM

La zona de máxima seguridad de ese sitio era el asilo de múltiples homicidas y psicópatas. Un agujero oscuro con cuartos acolchados y puertas de doble metal impenetrable. Y dentro de una de esas oscuras y desdichada celdas se encontraba ese hombre, con su camisa de fuerza, sentado en el suelo mientras se mecía lentamente.

—Yo no quería — susurraba mientras miraba un punto fijo. Sus ojos abiertos al límite se asomaban entre su larga cabellera—, pero tuve que hacerlo. Sí — sonrió.

En la soledad de su habitación oscura, pudo sentir una presencia. No era la de un guardia, ni algún enfermero que lo veía a través del diminuto cristal en la puerta. Era algo más, una presencia que estaba ahí con él. En la sombra de un rincón, donde la luz ni lograba penetrar, el hombre sabía que algo lo observaba.

—Puedo verte— dijo con temor— ¿Porque te escondes? —.

De pronto, pudo sentir como eso, lo que hubiera sido esa fuerza Sobrenatural, estaba detrás de él. El escalofrío recorría su espalda, podía sentir la inmensidad de esa presencia maligna.

Si— le susurró en el oído y el se giró enseguida.

—¿Quién eres? — volteó rápidamente, pero lo que fuera ya no estaba ahí. Ahora, nuevamente estaba a sus espaldas.

A ti— le dijo la voz rasposa de una mujer de edad avanzada.

Cuando el hombre se volvió a girar buscando a la autora de dicha voz de ultratumba, se percató de que ya no estaba en donde mismo. Se movía para que no pudiera verla directamente, escabulléndose entre las sombras, se sentía tan frágil tan vulnerable dentro de ese cuarto.

—¿Qué quieres de mí? —.

Que hagas algo por mí — dictó la mujer y rio por lo bajo—. Tu tienes lo que se necesita —.

—¿Con qué? — preguntó él sacudiendo su cabeza —. Yo... Yo no puedo aunque quisiera ¡Estoy aquí atrapado! —.

No más —.

Lo siguiente que escuchó el hombre fue un estruendo fuera de su celda, seguido de gritos. Los guardias gritaban desesperados mientras que los ruidos subían de tono, golpes en las paredes y puertas que se azotaban. Pasaron unos segundos para que reinara el silencio en el psiquiátrico. El hombre estaba ahí, sentado mirando por la pequeña ventanilla con los ojos al límite.

—¿Qué haz hecho?—.

Un rechinido vino a él, la puerta de la celda se había abierto. El hombre, incrédulo, se puso de pie y caminó hacia ella. Su camisa se aflojó y pronto se percato de que había sido liberado.

—¿Cómo? ¿Cómo lo hiciste? —.

Cumplí mi parte— afirmó la silueta que lo miraba desde la oscuridad del cuarto—. Es tu turno, Ignacio. Tienes que hacer lo que yo te pida —.

El hombre volteo hacia atrás mirando esa cara pálida con venas negras y cuencas vacías que se escondía en la oscuridad. Era una anciana terrorífica que lo miró antes de perderse en las sombras. Cuando el hombre volteo a través del pasillo hacia la salida, apreció a todo el cuerpo de seguridad tendido en el suelo sin vida y la puerta de la salida entre abierta como si lo invitara a salir de ahí. El multi homicida estaba libre ahora y tenía una misión.

 



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En el texto hay: cazadores, espectros, paranormal

Editado: 31.12.2020

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