Espera, ¡estamos Casados!

Señor Italiano

Capítulo 3
 


El silencio se apoderó de la sala. Mi corazón dejo de latir, solo sentía la pesadez de sus ojos verdes. Sus manos las posiciona en la mesa quedando solo a Mercè mía.

Cada mirada se posiciona entre los dos, pero yo solo podía sentir la suya.

El ríe y se acomoda el traje, está mejor arreglado, afeitado, con traje azul oscuro que se pega a su cuerpo y una sonrisa de superioridad que mata a cualquiera.

─ ¿Tu Eres? ─ pregunta.

─ Es Jules Larson la nueva gerente del área de negocios ─ responde el señor de antes.

Moja sus labios en un movimiento suave y los abre con lentitud.

─ Dígame señorita Larson estoy en su asiento.

Me atragantó con la saliva y toso un poco.

─ No señor ─ digo con rapidez

El ríe ─ yo creo que sí estoy en su asiento.

Vuelvo a negar, pero esta vez con la cabeza. Su cuerpo se pone de pies y su altura es algo impresionante.

La palidez que sentía por cercanía era algo nuevo. Estaba pálida casi muerta.

Me clava su mirada ─ por favor tome su asiento ─ señala la silla de frente y grande.

─ Señor ....

─ Hágalo ahora mismo. ─ su voz sonó con prepotencia.

Miro de reojo a todos que esperan con impaciencia y luego me enfoco en el que sigue mirándome con una sonrisa de superioridad. Tomo mis cosas y camino hacia el asiento, pero antes me detuvo frente a él.

Me mira de arriba abajo y quedó a la posición de mi oído.

─ Recuerda que puedo enseñarte algunos modales. ─ susurra con lentitud, su aliento se incorporo e invadió mi cuerpo con rapidez.

Mi silencio reino no tenía las palabras adecuadas para esta situación, sigo mi camino sin decir nada hasta sentarme. El seguía de pies, sus brazos se cruzaron quitándome la mirada.

─ Señorita Larson ─ dice dándome la espalda.

─ Diga.

─ Anoté todo lo que se diga en la reunión.

─ ¿Disculpe?... ─ digo un tanto confundida.

Miro a las siete personas que se encontraba en la sala de juntas que me miran con atención.

─ Esto de estar disculpándote se te da muy bien señorita Larson ─ me miró ─ anota todo por favor.

Rio con sarcasmo y miedo.

─ No soy su asistente ─ mis palabras salieron sin pensarlo es mi puto jefe y le digo que no soy su asistente.

Sus brazos se cruzaron y su traje se entallo más en ellos. Esperando una respuesta de mi parte. Tomo fuerza de dónde no las tengo y hablo fuerte.

─ Me contrataron para ser jefe de área, no para ser asistente.

El ríe con asombró y con mirada sombría dice ─ Señorita Larson le daré una lección, la primera para usted ─ camina un poco por toda la sala ─ Yo soy el dueño de todo esto.... ¿Y sabes que significa?

─ Que usted manda. ─ respondo ante su pregunta.

─ Exacto.

Ruedo un poco los ojos al ver su reacción de satisfacción y ego inflado.

─ Y si yo digo que tú tomes nota lo harás, porque soy el maldito jefe del lugar ─alzó un poco la voz en lo último que hace que mis palabras no salieran. ─ estamos ─ afirma.

Asiento con la cabeza sin decir nada.

Su voz se fundía con rapidez, era alto prepotente y demasiado varonil. Además, porque la maldad siempre es lo más bello y lo más atrayente a Los ojos de los mortales.

Era la tentación de los terrícolas que carecemos de belleza, eso era él. La tentación de los mil demonios.

Mi mano escribía las anotaciones más importantes que el hacía acerca de la ampliación de uno de sus hoteles. Manejaba el lugar y la compostura como si su toda su vida lo hubiera hecho. Y en ningún momento volteo a mirarme.

─ Necesitamos un plan de negocios que atraigan turista de alto rango económico ─ dijo con autoridad ─ Vicenzo─ menciono enfrente del señor que confundí con el ─ quiero que me tengas a la mano el plan en 15 días.

El asiente y anota.

Hago una mueca y la toma silencio.

─ ¿Le molestó algo señorita Larson? ─ pregunto aún sin mírame.

Lo miré, pero el no.

─ Me contrataron para el área de negocios ─ mi voz sonó con convicción ─ es curioso que se lo pida a otro.

Toma asiento al otro lado de la mesa en la silla que da frente a la mía. Sus ojos tenían ese poder de intimidarme con tan solo verme.

─ Es curioso sabes ─ sonríe de medio lado ─ como una jovencita de 22 años viene a darme órdenes en mi empresa.

─ señor... No...

─ Shu... ─me silencia. ─ ¿sabes el presupuesto que se maneja?... ─ pregunta ─ ¡no! ─ se responde el mismo ─ ¿Sabes la cantidad de dinero que se genera en la empresa o en todas las áreas? ─ no verdad ─ vuelve a responderse el mismo.

Y en este momento me siento tan estúpida y tan idiota por ser tan impulsiva.

─ Llevas años trabajando en la empresa.

─ No ─ digo sin quitarle la mirada.

─ Por esas razones se lo pido a él. ─ toma una pausa ─ Vicenzo ─ dice, él lo mira ─ maneja el plan con la señorita Larson en 15 días lo necesito.

Todos se mantuvieron en silencio incluida.

Vicenzo asiente y luego me mira y en movimiento coqueto me pica el ojo izquierdo con una media sonrisa que enamora a cualquiera.

─ Le parece mejor así ─ reafirma Anntonio con prepotencia.

No respondí.

─ Si no es más ─ se pone de pies. ─ Larson quiero un informé detallado en mi oficina en 5 minutos.

Su cuerpo salió de la oficina en cuestión de segundos, todos menos Vicenzo se pusieron de pies y salieron.

La sala de juntas quedo desalojada en minutos, Vicenzo se levanta y se dirige hacia la salida, pero antes se detiene y me sostiene la mirada.

─ No lo tomes personal ─ dice abriendo la puerta ─ Anntonio se ve duro, pero en el fondo, muy en el fondo ─ ríe ─ es una gran persona.

Sale con una sonrisa en su rostro.

Vicenzo es el hombre que todas desearían, pero que ninguna puede tener. Por que solo le pertenece a la mujer que ama.

En cambio

Anntonio es la tentación de querer matarlo, pero al mismo tiempo de tenerlo. Y todas ponían hacerlo, pero el no les daba el gusto de hacerlo.



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En el texto hay: casamiento, vecinos, amor luchas

Editado: 31.05.2021

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