Esperando al Destino.

¿Una vez más?

-Sé lo que dije la última vez- aseguró Karen mientras se metía un pedazo de pastel de chocolate a la boca, sus caderas se estaban volviendo un poco más anchas, pero se veía bonita- Pero esta vez, de verdad, sí es nuestro último robo-

-Eso dijiste las dos veces anteriores-le reclamó Mary tomando algunas de mis papas fritas, ya se me hacía raro que quisieran venir a mi apartamento, generalmente nos reuníamos en cualquier local que vendiera comida rápida y Karen nos invitaba una pizza. No nos gustaba ser mantenidas, pero era la única de nosotras que ganaba mejor, por eso usualmente yo compraba algo de beber porque era lo único que podía pagar y así se completaba lo necesario para la cena. Siempre mantenía un poco de dinero guardado para tres coca-cola, en parte porque deseaba colaborar y en parte también porque no me gustaba que Mary gastase sus pocos ahorros para la universidad.

-Sí, pero esta vez lo digo en serio- insistió Karen. Mary y yo nos miramos fijamente. Ninguna de las dos le creíamos del todo. En total habíamos realizado unos dos robos a joyerías, nada demasiado grande para los sitios que robábamos, pero sí bastante grandes para mi conciencia. No me gustaba, ni me sentía cómoda y siempre me imaginaba que mis padres me miraban desde el cielo con decepción y desaprobación. Tampoco era eso lo que había planeado hacer con mi vida, pero al salir del orfanato no teníamos ni dinero ni a ningún sitio a dónde ir y cada una de nosotras aceptó un trabajo miserable para poder subsistir. ¿El problema? Bueno, a mi no me alcanzaba para vivir. Mi madre había muerto de cáncer cuando yo tenía 8 años y al cumplir 18 me enteré que yo había heredado las deudas del tratamiento. Y estas eran altisímas.

-Eso también lo dijiste las dos veces anteriores-le recordé y miré a Mary quien se encogió de hombros, como diciendo “no hay remedio” pero seguí hablando-No lo sé… No está bien. Nunca ha estado bien. Sé que estábamos desesperadas cuando salimos del orfanato, pero han pasado tres años y cada una tiene un trabajo estable-

-¿Llamas un trabajo estable a repartir pizzas?- preguntó Karen. A ella le había ido mejor, porque con sus conocimientos en computación había falsificado unas credenciales y las había puesto en un currículo, aquello salió bien de milagro, resultó ser que aunque no tenía preparación universitaria, Karen sabía exactamente lo que hacía.

-No es el mejor trabajo del mundo, pero me dan buenas propinas- me defendí. Era cierto, no era mucho, pero al menos pagaba la luz y el agua y disminuía, muy poco a poco, todas mis deudas.

-¿Quién no te va a dar buenas propinas con esa cara?- dijo Mary pellizcándome una mejilla con cariño- A veces creo que estoy viendo a una princesa Disney-

-Eres como la versión doblemente pobre de La Cenicienta- bromeó Karen.

-¡No soy tan pobre así!- me quejé.

-Duermes en un colchón en el suelo- dijo Mary tomando otra papa frita.

-Tu apartamento es de una sola habitación- Karen señaló con sus manos el espacio que la rodeaba- Estoy en la cocina y desde aquí veo tu cama-

-Cada vez que te visitamos, pienso que uno de tus vecinos nos matará para vender nuestros órganos-comentó Mary.

-En tu alacena solamente hay sal y dos paquetes de galletas-señaló Karen.

-¡Ya basta, no tienen que seguir!- me quejé y tuve que darles la razón a regañadientes, solté un suspiro de resignación- Está bien, sé que no tengo muchas comodidades, pero aún tengo una gran deuda con el banco por el préstamo que le pedimos para tratar la enfermedad de mi mamá-

-¿Cuántas cuotas te faltan terminar con la deuda?- preguntó Mary con sinceridad, todas conocíamos la situación de la otra.

-Cuatro…-me quedé pensativa. Eran cuatro cuotas de mucho dinero, pero al menos sólo faltaba un poco más para acabar con la deuda.

-La cuales podrías terminar de pagar si decides participar en un pequeño robo, en una pequeña joyería, cuyo dueño es el gran imbécil de mi ex jefe- apuntó Karen esperanzada.

-No lo sé… Mi vida es un caos, no tengo mucho que perder, pero ¿Qué hay de Mary?- la señalé mientras ella miraba por la ventana, su expresión de asco se debía a que un vecino estaba sacando la basura en ropa interior- Ella está estudiando enfermería-

-Una carrera muy costosa y aunque le falta poco podría no terminarla por falta de recursos- Karen se acomodó el cabello adoptando su pose de negociadora- Cuéntale Mary-

-La universidad me está exigiendo comprar un montón de libros y materiales- Mary habló en voz baja, con cierta vergüenza- Vivo en el campus, pero yo también tengo una deuda grande encima, sino pago a finales de mes, me van a expulsar-

-Lo siento mucho Mary…-saber eso de verdad me hizo sentir mal. Yo no tenía dinero para ir a la universidad, pero me hacía mucha ilusión que Mary fuera, me la imaginaba como toda una profesional detrás del puesto de enfermería, quejándose de los pacientes.




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