Esperando al Destino.

No entiendes porque no eres yo.

La semana de mi entrenamiento se fue volando. En un abrir y cerrar de ojos, ya tenía casi un mes trabajando. Tuve que aprender muy rápido porque la empresa estaba comenzando un nuevo proyecto y nuevo personal debía ayudar con todo lo que pudiera, así que en una semana ya estaba redactando propuestas de negocios, ordenando y clasificando archivos, arreglando la agenda de Erick Cassell (la cual era un verdadero caos, el hombre no dejaba de trabajar) y preparando presentaciones para conferencias.

Seguirle el paso a Cassell era sumamente difícil, comenzando por el hecho de que era un hombre sumamente importante, prácticamente supervisaba todas las decisiones de la empresa, incluyendo el tipo de papel que usaba y la cantidad. Por ende, solamente se tomaba 10 minutos para almorzar y aunque llegaba a las 7:00 am solía irse a su casa mucho después de la 1 a.m. Y yo bueno, poco a poco y sin quererlo, me vi siguiendo el mismo horario.

Nadie en la empresa me lo pedía, ni mucho menos me lo exigían, pero era demasiado trabajo por hacer, así que siempre era una de las primeras en llegar y unas de las últimas en irme. Si tenía demasiadas tareas pendientes me comía un sándwich en mi escritorio sin dejar de teclear. Y para ser completa y absolutamente sincera… ¡Me encantaba! Estaba aprendiendo mucho, no sólo de la empresa, sino también del rol de los empleados, de cómo se hacían negocios y sobre convenios entre compañías. Y bueno, para casos como el mío, la empresa contaba con un sistema de trasporte que esperaba a los empleados hasta las 2:00 am para llevarlos a sus hogares, sin importar donde vivieran. Aparte de eso, podía tomar todo el café que quería, al igual que podía simplemente comer el dulce que quisiera de la máquina dispensadora. ¡Gracias Haussell!


Con eso en mente, tomé un sorbo de café y de reojo miré la hora, ya faltaba poco para que fueran las dos de la mañana, pero realmente tenía que terminar la presentación en la que estaba trabajando. Cassell seguía en su oficina, estaba teniendo una vídeo conferencia con alguien al otro lado del mundo, se había quedado hasta tarde precisamente por el cambio de horario, aparentemente, en el país donde su interlocutor vivía era mediodía. De cualquier forma, por mucho que le doliera a mi bolsillo, podía pagar un taxi. Era la primera vez que me quedaba hasta tan tarde, pero mañana era sábado, así que lo compensaría durmiendo.

Seguí tecleando, hasta que las luces de la oficina de Cassell se apagaron y al verme este se sorprendió.

-Señorita Vidal, ¿Qué hace aquí?- me preguntó chequeando la hora en su reloj.

-Tengo que terminar esta propuesta para enviársela a la señorita Natalia- expliqué, de seguro lo entendería, ella era la clienta más caprichosa y exigente que teníamos- La quiere para mañana temprano-

-¿Y desde cuando Natalia decide sobre usted?- se cruzó de brazos, indignado- Escuche, le diré lo mismo que le dije a mi asistente anterior: La señorita Natalia no es su jefa, YO soy su jefe. No me importa cuánto dinero invierta Natalia en nuestra compañía, ni Haussell ni las personas que trabajan para la empresa le pertenecen-

-Sí, pero ya voy a terminar- le insistí casi rogándole.

-¿Cuánto le falta?-

-Como unos dos o tres párrafos- calculé por encima.

-Yo lo termino- se ofreció el señor Cassell intentando acercarse a mi laptop.

-¡No!- exclamé alejando mi laptop de él- Lo siento pero esta propuesta es mi bebé, la he revisado unas 40 veces, es perfecta-

-¿Cree que la voy a arruinar?- preguntó divertido.

-No…- respondí con cautela, no quería herir su orgullo- Simplemente es un proyecto que me gustaría terminar por mi misma-

Cassell me miró levantando una ceja y a través del cristal sus ojos parecían de un azul oscuro, tal vez era la falta de sueño, pero era un hombre atractivo.

-Entonces la esperaré- decidió sentándose cerca de mi escritorio.

-No, no, no, no-intenté tranquilizarlo- Yo estaré bien-

-Ya son las 2 a.m. el trasporte de la compañía ya no está disponible- me explicó.

-Pagaré un taxi-le dije- Tengo suficiente dinero-

-De ninguna manera, no es seguro y es muy costoso, puede ahorrarse el dinero- lo comentó como si no fuese nada- No se sienta avergonzada-

-Es que…- la verdad era que no quería que él viera el edificio dónde vivía. Me daba vergüenza. Es decir, él sabía la dirección, pero dudaba que alguna vez hubiese pisado esa parte de la ciudad.

-No sienta miedo de mi, también voy a darle un aventón al ingeniero Addams y a su esposa- Erick Cassell me sonrió y se sirvió una taza de café- Generalmente llevo a sus casas a los empleados que son tan adictos al trabajo como yo- soltó una risa ligera que lo hizo ver bastante encantador- No somos muchos, casi siempre son el ingeniero y su esposa y a veces se nos une el arquitecto Emmods. Tenemos una rutina de hacer karaoke o hablar de negocios hasta llegar a nuestros destinos-

-Ah- respondí sin tener otra excusa para no aceptar su propuesta- Al menos, ¿Podría dejarme a mí de último? Es que vivo algo lejos-




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