Esperando al Destino.

En primer lugar…

Mi escritorio contenía montañas y montañas de papeles, los arquitectos y los ingenieros estaban corriendo de un lado a otro, tras de ellos iban sus secretarias, con documentos en mano y la sala de juntas nunca estaba vacía. Mientras tanto mi teléfono sonaba cada cinco minutos y mi jefe, Erick Cassell entraba y salía de todas las oficinas dando órdenes y supervisando a todo el mundo.

Sentía que me iba a volver loca con tantas cosas por hacer, ni siquiera tenía tiempo de comunicarme con Karen o con Mary.

-Disculpe-llamó una voz con un tono de reclamo.

-¿Sí, dígame?- pregunté ordenando unas carpetas, estaba segura de que mi jefe me las iba a pedir en cualquier instante, ni siquiera alcé la vista a ver quién era.

-Señorita, ¿Sabe quién soy?- volvió a insistir la voz femenina. Levanté el rostro por encima de las montañas de papeles y miré. Una mujer delgada, elegante, con zapatos de tacón y vestida con un traje blanco como una alta ejecutiva, estaba justo frente a mí. No era la mujer más bella, pero tenía su encanto, con sus ojos grandes de color negro, su piel morena y su cabello rizado.

-Buenas tardes-me puse de pie y la saludé sin dejar de ordenar los papeles- Disculpe, ¿En qué la puedo ayudar señorita…?- hice una pausa para que me dijera su nombre.

-Natalia Monsalve-contestó de forma altiva. Casi se me cae la mandíbula de la impresión, no esperaba que ella se apareciera en la oficina y menos un día como hoy.

-¿Cómo está señorita Monsalve? Bienvenida a la empresa- repentinamente me sentí nerviosa, sin entender porqué- ¿Desea algo para tomar o hay algo en lo que pueda ayudarla?-

-¿Usted es la secretaria de Erick?-preguntó mirándome despectivamente de arriba abajo.

-Sí así es, yo soy Diana Vidal, le he estado enviando los correos- expliqué tratando de no balbucear en el intento.

-Sí, eres la única secretaria que ha hecho un trabajo más o menos decente- comentó con fastidio- Necesito ver a Erick- ordenó y yo miré de reojo la agenda de mi jefe: No tenía ninguna reunión con ella pautada para el día de hoy. De hecho, a la agenda no le cabía ningún evento, Erick Cassell había abandonado por completo la idea de almorzar ese día, aunque yo ya le había encargado algo para comer, porque no me gustaba mucho la idea de que se saltase las comidas, eso no era sano.

-Lo siento señorita Monsalve, pero de verdad, como puede notar, este es un día muy ajetreado en la empresa- me disculpé- Pero si quiere le puedo agendar una cita con él…-

-Mira niña- me interrumpió molesta cruzándose de brazos y alzando una ceja- Necesito hablar con Erick ahora mismo, no voy a perder el viaje, así que hazme el favor de tomar tu teléfono, llamarlo y decirle que venga para acá-

-Pero, es que actualmente él está reunido con unos arquitectos aquí mismo en la compañía y creo que no se llevó su celular- le expliqué intimidada, algo me decía que no me convenía ver a esa mujer furiosa.

-Entonces use esas piernitas y salga de esta oficina a buscarlo- me respondió de forma cortante- Y en el camino de regreso, me trae un café-

-Lo siento mucho, pero la reunión en la que está el señor Cassell es a puertas cerradas, exigieron que nadie los interrumpiera- seguí disculpándome-  Además, de verdad no puedo abandonar mi puesto, estoy esperando la llamada de unos proveedores. Le diré lo que sí puedo hacer, voy a escribirle a uno de los arquitectos que está reunido con él, a ver si le puede notificar que usted está aquí y que necesita verlo con urgencia- saqué el celular comencé a escribirle a Emma Addams, rogándole a Dios que a esa mujer le diera por revisar el mensaje- Espere un momentito señora Monsalve, ya le tengo una respuesta-

-¿Y el café que le pedí?- exigió mirándome fijamente. Contemplé el teléfono, mortificada porque no quería salir de mi puesto y perderme la llamada. Pero ni modo, tal vez podía ir y venir muy rápido. Estaba a punto de salir cuando por fin el teléfono sonó.

-Disculpe, se lo traigo apenas sepa quién llama- le respondí y tomé la llamada. ¡Eran los proveedores! Comencé a hablar con ellos mientras la señorita Monsalve hacía gestos de tedio cada vez que la miraba. Tenía miedo de colgar la llamada, pero no podía retener a los proveedores, quienes al parecer estaban tan ocupados como yo. Apenas colgué, la señorita Monsalve comenzó a regañarme.

-¡¿Tengo que esperar tanto para que usted haga su trabajo?!- exclamó y yo me quedé estupefacta en mi sitio sin saber qué responder- No sirve para traerme a Erick ni para traerme un café, ¿Para qué le pagan entonces?-

-Para que haga lo que la empresa necesita, no lo que quieres tú- respondió la voz de Erick Cassell apareciendo frente a nosotras- ¿Por qué le hablas así a la señorita Vidal?-

-He estado pidiendo verte desde hace rato y esta niña no ha hecho nada más que darle vueltas al asunto- reclamó Natalia.




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