Esperando al Destino.

Los bíceps del enemigo. (Mary)

-Mary, tenemos una emergencia- me comentó la doctora Alison- Hubo un tiroteo, los policías heridos vienen para acá-

-¿Y los delincuentes?- pregunté, porque generalmente eso desataba un protocolo de seguridad.

-Fueron llevados a otro hospital- comentó la doctora- Nosotros vamos a recibir solamente a los policías, según me informaron son diez agentes heridos-

Preparé todas las cosas que los doctores iban a necesitar y en unos segundos la unidad de emergencia estaba repleta. Yo me movía de un lado a otro, asistiendo a los doctores, se suponía que mi turno había terminado, pero no iba a desperdiciar la oportunidad de aprender y de ayudar. A pesar de mi carrera, no había tenido la oportunidad de ver tantos heridos por balas. Me enfoqué en atender tantos casos como podía e iba caminando tan rápido, que no me di cuenta de si había alguien en mi camino y terminé tropezando.

-Lo siento- me disculpé, afortunadamente no había dejado caer los vendajes que me estaban pidiendo.

-¿Es usted enfermera?- me preguntó una voz muy masculina. Me fijé en el hombre con quien había tropezado: SANTA MADRE DE DIOS, ERA BELLISÍMO.

-Sí, soy enfermera- respondí, poniendo en mi rostro una expresión seria, evitando chorrear babas por aquel galán. Era alto, musculoso, de tez morena y de ojos color miel.

-¿Podría revisarme esta herida?- preguntó, mostrándome una enorme mancha de sangre en su camisa, esta goteaba en el suelo, dejando un pequeño charco. Conocía ese tipo de heridas, iba a perder mucha sangre, pero todas nuestras camillas estaban ocupadas, así que no lo podía acomodar.

-Siéntese por aquí- le indiqué  señalando unos asientos cerca del puesto de enfermeras. Él me obedeció y se sentó con tranquilidad, como si de verdad no le doliera la herida.

-Necesito que me deje ver la herida- le pedí y el comenzó a quitarse la camisa. Yo contuve el aliento y traté de no fijar mis ojitos en esos músculos pero era imposible: Ese hombre estaba hecho por los mismísimos dioses del Olimpo. A pesar de que tenía puesto un chaleco antibalas, los delincuentes se la habían ingeniado para dispararle, aunque por suerte, fue en el brazo izquierdo. Había recibido un disparo y la bala le había lastimado los bíceps brachii, unos músculos en el brazo, pero la bala había salido y definitivamente no había rozado el hueso, o los tendones- Pues afortunadamente, la bala no lastimó nada importante. Salió del cuerpo sin causar estragos, así que sería sólo limpiar la herida, suturar y recetar tratamiento para evitar infecciones y propiciar una recuperación óptima- me quedé mirando el rastro de sangre, pensativa- Lo que me sorprende es la cantidad tan abundante de sangre… ¿Hizo movimientos bruscos luego de ser herido?-

-Cargué a unos compañeros hasta la ambulancia- explicó mirando su propia herida. Lo miré de forma severa- Tenía que ayudar- se excusó.

-Pues por pretender ser Rambo, pudo haberse empeorado la herida- lo regañé, sin mirarlo al rostro porque esa cara de príncipe me iba a disuadir de decirle algo- Buscaré a un doctor para que lo atienda-

-¿No puede hacerlo usted?- preguntó alzando una ceja- Usted parece saber lo que hace-

-Pues claro que lo sé, estas son mis pasantías de la carrera- le expliqué rodando los ojos, sabía suturar una herida, no era mi primera vez haciéndolo- Pero generalmente la gente prefiere que sean los doctores quien haga el trabajo-

-No es necesario, en tu caso se nota que aparte de bonita eres inteligente- comentó con una sonrisa pícara. Casi se me cae la ropa interior al suelo con esa sonrisa, pero logré componerme justo a tiempo.

-Ah pues gracias, no sabía que aparte de policía, eres experto en evaluar el desempeño de los profesionales de la medicina- solté con acidez. Es que de todos los hombres en los que yo podía fijarme, los policías estaban absolutamente prohibidos, no sólo porque podrían meterme presa por los robos, sino también porque estaría exponiendo a mis amigas y eso no me lo podría perdonar- Te voy a suturar la herida, pero tengo que suministrarte un analgésico para que no te duela, luego tengo que limpiarte la herida y por último hacer una sutura, ¿Está bien?-

-Como usted mande, enfermera bonita-hizo un saludo militar y yo volví a rodar los ojos.

-Y ya basta con esa actitud de galán, no tengo tiempo de eso- le reclamé, me di la vuelta antes de esperar su respuesta y me alejé a buscar los implementos que necesitaba. Una vez a solas me sequé rápidamente el sudor de la frente, me coloqué perfume y me retoqué el maquillaje… Y por culpa de las palabras de Karen, me volví a echar desodorante.  

Dos minutos después, estaba limpiando la herida del policía sexy.

-¿Y cómo te llamas?- me preguntó con tranquilidad.

-Mary- dije enfocándome en la herida abierta.

-Yo soy Estefan Oliveira- se presentó- De origen brasileño, como te habrás dado cuenta-

-Ujum-

-¿Cuántos años tienes?-insistió.

-Ya voy a cumplir 23- respondí casi por inercia.




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