Esperando al Destino.

No es la mejor idea…

-Cállate la boca, no le digas nada y sé feliz- insistió Karen comiéndose su tercer tazón de cereal con leche.

-¡No puedo hacer eso!- reclamé poniéndome los zapatos.

-¿Por qué no? Nosotras somos las únicas que sabemos lo de los robos y no te vamos a delatar- dijo metiéndose una cucharada en la boca y masticando.

-Es Diana, no va a comenzar una relación mintiendo- explicó Mary- ¿Tú no planeas decírselo a René algún día?-

-¡No!- Karen frunció el ceño y miró a Mary como si hubiese dicho algo estúpido- ¿Por qué haría algo así?-

-¡Porque van a tener un hijo, juntos!-exclamamos Mary y yo al mismo tiempo.

-¿Y qué?- Karen se encogió de hombros- El bebé tampoco lo sabrá, no me va a delatar-

-Olvídenlo- dije tomando mi bolso- Tengo que irme temprano, Erick está saliendo de viaje y tengo que hacerme cargo de mil cosas diferentes-

-¿Y si se lo dices a Emma?- propuso Mary- No creo que ella llame a la policía y conoce a Erick mejor que nadie-

-No es tan mala idea…- le comenté pensativa- Tal vez lo haga-

-Tengo una mejor idea: No se lo digas- recomendó Karen- No se lo digas a nadie, eventualmente, te olvidarás del asunto-

-No, no es así como funciona y tampoco es lo que quiero hacer- insistí tomando mis llaves- Tengo que irme, pueden quedarse y comerse todo lo que hay, si alguien tiene una mejor idea puede escribirme al celular-

Mis amigas se despidieron y terminé tomando un taxi hacia la compañía. Sentía la cabeza hecha un lío, ¿Qué se supone que iba a hacer ahora? Erick me importaba y mucho. No quería perderlo… Yo… Yo amaba a ese hombre.

De cualquier forma, al llegar a la empresa me recibieron con un montón de trabajo y estuve horas alternando mi atención entre papeles en mi escritorio y notificaciones en mi laptop. Intenté escribirle a Emma, pero al parecer estaba en una junta y tendría que esperar horas hasta obtener algo de su atención.

-Señorita Vidal- me llamó una voz, haciéndome alzar la mirada, era una de las asistentes de los ingenieros- Alan Girardi está aquí- sus palabras casi me producen un infarto. ¿Alan Girardi? ¿El que ERA mi Alan Girardi? ¡Lo que me faltaba! No había pensado en él en meses.

-¿Y qué sucede con eso?- pregunté.

-Pues vino a buscar las anotaciones de un proyecto en el que el señor Erick está trabajando, al parecer Cassenia va a prestar su apoyo en lo referente al diseño y el señor Girardi dice que ha intentado comunicarse con el señor Cassell en persona- miré el reloj, Erick debía ya estar montado en el avión. Sabía de qué proyecto se trataba, pero no me imaginé que Alan vendría a buscar las anotaciones tan pronto y menos que menos que vendría EN PERSONA a buscarlas. ¿Por qué no envió a su asistente?

-¿Y no hay manera de enviarlo por correo?- le pregunté a la secretaria.

-Pues sí, eso le iba a preguntar, si teníamos una copia guardada en algún pendrive o en algún correo- comentó la secretaria a la expectativa.

-Déjame revisar si el señor Cassell escaneó las notas- dije buscando esperanzada, pero mi decepción fue inminente- No lo hizo…- las notas estaban en una esquina de mi escritorio, podía escanearlas rápidamente y enviarlas por correo, pero igual ya Alan estaba en la empresa, así que prácticamente era hacerlo perder el viaje. Sostuve las hojas en mis manos, decidiendo que rayos hacer.

-¿Se las puede entregar usted?- dije ofreciéndole los papeles a la secretaria.

-¿Estoy autorizada?- me preguntó casi esperanzada.

-No- admití con cierta culpa, iba a terminar metiendo a esa mujer en problemas por mi cobardía- Yo se los daré-

-Bueno, muchas gracias, está en la oficina de abajo, esperando- dijo la secretaria mientras yo me ponía de pie. No había manera, debía ser valiente, enfrentar al pasado, dar las gracias por lo ocurrido y cerrar el ciclo. Respiré profundo, erguí la espalda, enderecé los hombros y caminé con toda la seguridad y confianza de la que era capaz. Me dirigí al piso correspondiente y lo vi de espaldas.

Efectivamente, lucía muy guapo. Era tan alto como Erick, pero su cabello castaño era un poco más claro, sus ojos tenían el mágico azul y  lucía orgulloso una barba bien cuidada.

-Señor Girardi- lo llamé con suavidad. Él se dio la vuelta y me sonrió.

-Buenas tardes- saludó- ¿Estas son las anotaciones de Erick?-

-Sí así es, pero no sabía que usted mismo vendría a buscarlas- le indiqué extendiéndoselas.

-Ah, es que pasé a saludar a unos amigos que trabajan acá- explicó- Y mi asistente está en estos momentos reunido con la señorita Natalia Monsalve, así que, mejor ocuparme de esta tarea yo mismo. Muchas gracias por las notas, las devolveré mañana temprano en cuanto logre comunicarme con Erick-

-No hay ningún problema- le aseguré.

-Bueno, hasta luego- se despidió pero antes de que se diera la vuelta, solté la bomba.




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