Esperanza en el Dulce Néctar

❀ Capítulo I: Utópico dulzor

Algo que odiaba con toda el alma es que mi reparador sueño fuese interrumpido por la maldita alarma

Algo que odiaba con toda el alma es que mi reparador sueño fuese interrumpido por la maldita alarma. Mis horas de sueño son sagradas, casi nunca logro tener mis ocho horas diarias por el arduo papeleo que tengo en la oficina. Corregir y editar ciertas muletillas o faltas de ortografía de mis socios pertenecen a la cuarta parte del trabajo que me corresponde hacer; investigar, recopilar y redactar miles de informes acerca del tema dado por mi jefe era el resto.

Agregando el hecho que solamente a mi jefe le gustaba como hacía el café, siendo otra labor que no debia hacer, pero lo hago porque prefiero mil veces poseer dinero que no tenerlo.

Dilemas de una joven egresada y que, todavía no obtiene un empleo acorde a lo estudiado.

Sin embargo, lo que no entendía era y no había ninguna explicación lógica era ¿Por qué sonaba mi alarma sí era domingo? Los domingos son mi día libre.

Los ladridos de Beth fueron el detonante de mi despertar completo. A duras penas logre coger mi almohada y pasármelo encima de mi cabeza; intentando disminuir el volumen de sus ladridos. No obstante, el leve movimiento en mi hombro logro que levantara mi rostro de mi escondite.

—Hija... Despierta. Te traje el desayuno.— Paso mi mano por mi cara, apartando los mechones rebeldes de mi cabello y, intentando limpiar la saliva seca de mi mejilla. Mi madre continúa sobando mi espalda— Rápido que se te va a enfriar.

Un aire contenido sale de mi garganta, algo ronco debido al temprano despertar.— Mami, agradezco el gesto pero porque...

No continúo mi frase, la bandeja evidencia la razón de todo. Una taza que en su interior tenía un sobre de latte de vainilla acompañado con pan tostado; mermelada de mora y mantequilla de maní en su superficie. En en otro extremo de la bandeja, el plato dulzor; con varios pastelitos de diferentes colores donde supongo que también, de distintos sabores. Todo esto, en conjunto con un pequeño peluche en forma de conejo; blanco y peludo con una flor pequeña sosteniendo con sus patitas.

—Feliz cumpleaños corazón.

Veintiuno. Hoy cumplo veintiún años.

Y ya siento que tengo el cuerpo de una vieja de ochenta años.

—Mami...—-Con un torpe movimiento, abrazo de costado a mamá una vez que ella deja a un lado la bandeja y deposita toda su atención en mi silueta dormilona.—-Gracias... Se me había olvidado.

—¿Tu propio cumpleaños? No te creo.— Me da un beso en mi sien mientras aparta un mechón de mi pelo escurridizo.— Desde los ocho años que recuerdas a todo el mundo tu cumpleaños. Seria surreal esto, un verdadero hito.

Suelto una breve carcajada.—Los gajes del oficio demandante.

Me da otro beso, pero esta vez en la mejilla— Iré a poner la tetera. Te traje así por si las moscas.

Estiro mis brazos hacia arriba, intentando que el sueño se despojara y el despertar se aproxime. Aunque había dormido lo suficiente, me faltaba otras doce horas para estar completamente satisfecha. Ayer la luna fue mi aliada en el extenso informe de datos, estadísticas y muchos, pero muchos trabajos de investigación acerca del fomento del concepto "Cultura de personas" en empresas precoces. Algo que relativamente sabía, pero no es lo que me apasiona.

Busco mi computador entre las sábanas de mi cama y lo encuentro casi en la orilla, al agarrarlo lo conecto de inmediato para poder ver las noticias. Habito adquirido por consecuencia a la elección de la carrera universitaria, la mantenencia de aquello culpo a los test de actualidad dados a lo largo del primer año.

El profesor se reía en mi intento de mejorar la nota que me había puesto; mi justificación siempre era que con el apellido del ministro es suficiente. No obstante, siempre me reiteraba que un periodista debía de saberse los nombres de sus gobernantes.

En la actualidad, ya titulada, todavía no me sé sus nombres completos. Pero, al conocer su rostro me conformo.

Accidentes, fraudes y múltiples robos son los titulares en cada canal de televisión. Me retuve en uno, de los miles que presentaban lo mismo pero con diferentes enfoque de transmisión; el mas confiable fue el elegido aunque poseía cierta duda en mantenerlo.

La presentadora reitera los titulares de ayer y su continuación de algunos que son de mayor gravedad. Cojo una rebanada para darle un mordisco, sintiendo las migas en la superficie de mis labios, apareciendo la gloria en mis papilas gustativas; la mejor combinación que he probado en mi vida, definitivamente, era la mezcla de mantequilla de maní y mermelada de mora. Y eso, no cabe duda que mi madre lo sabía.

Al segundo bocado, alzo mi vista hacia la pantalla. El nombre de la calle consiguiente a la nuestra había escuchado, despertando mi curiosidad por lo que acababa de ocurrir.

"A las dos de la mañana, en el parque comunitario de la ciudad, se manifestó una situación inusual y cósmica que generó cierto revuelo. Según testigos, se pudieron ver ciertas siluetas moverse de forma rápida, siendo imposible para el ojo humano captar. Juan Carlos, nos entrega más información al respecto"

—¿Agua?

Asiento con la cabeza mientras mastico otro bocado de la tostada. A mi lado izquierdo, la cama se hunde, al igual que la mirada de Mamá en la pantalla; fija mientras espera a que ponga el contenido del sobre en el interior de la taza.

—¿Es de hoy?

El temblor de su mejilla es un indicativo de la inquietud de los hechos, aunque fuese sumamente falsas las teorías que emitían al aire. Con solo escuchar la exageración, hizo que no lo creyera por completo. Mamá al saber que son de hoy, su mirada dio otro paradero. A la lejanía de mi puesto, cercano a la pantalla del computador, renaciendo un temor que nunca había notado en sus ojos.




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