Espía Adolescente

Capítulo 9

Pendeja naciste y pendeja te quedaste

 

Yo jodo a la puta vida, no ella a mí.
-Emily Basems

 

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¿No les pasa que esperan mucho tiempo por algo, y cuando llega el momento no saben qué coño hacer? Bueno, eso describe mi vida en estas circunstancias. ¡Joder! Estaba empeñada en que vendría a patear traseros y a dejar estériles a varios violadores, a pesar de que Nick dijo que no tenía que hacerlo, porque seríamos sigilosos y nadie se enteraría de quienes éramos. Pero, por lo que me cuenta, no ha sido muy sigiloso del todo.

«¿Por qué tan nerviosa, Alex? Pensé que querías acción»

No, perra reprochadora interior, me equivoqué. No quiero acción. Quiero una hamburguesa y mi jodida cama de piedra y alambres. Dos palaras para describir el momento: estoy, cagada.

—¿Hablas en serio, Nick? —digo, asumiendo que me está tomando el pelo.

Es una broma, Alex. Nick sólo te está jugando una broma.

Eso espero.

—No, enana, no es una broma... ojalá lo fuera —lo último lo dice casi en un susurro—. Esto se va a poner muy peligroso, enana. Si nos atrapan, tal vez no salgamos, posiblemente nos torturarán para sacarnos información y luego nos mataran... o peor.

Yo río con sarcasmo y un poco de nerviosismo.

—¿Y a quién mataste? ¿a Donald Trump? —bromeo.

—Peor. Maté al hijo heredero de la fortuna Hilton Miles.

Cuando le pregunté si había matado a alguien, era en broma... aunque creo que él habla en serio al decir que mató al jodido calvo de la televisión.

—¡¿Mataste al jodido playboy que siempre aparece en las noticias?! ¡¿ese que tiene cabeza de huevo?!

—Sí, mate al puto calvo. —«Mierda, Nick es un asesino»— No tenía opción, enana. Además... no es el primero en mi lista de cadáveres, y dudo que sea el último.

Joder.

—L-lo mat-taste... —tartamudeo— L-lista de cadáveres...

—Enana, te necesito de mi lado. Ese pendejo iba a violar a Nali, tuve que hacerlo. —trago grueso— Era una mala persona, le hice un favor al mundo. —Literariamente me había enamorado de asesinos muy psicópatas, como Mason y Damián. Pero se trataba de un libro, sólo era un simple libro. Nick era un asesino... un asesino real— Enana... ¿sigues allí?

Era un hombre malo, Alex. Además, ¿Qué esperabas, que le diera un masaje? Son espías, Alex, es lo que hacen.

Debo proteger a Eaxer... o lo matarán.

—S-sí, aquí estoy —me limito a responder.

—Enana, necesito que salgas de aquí. No importa lo que pase, no importa si yo no logro salir...

—No, Nick. Vinimos juntos, nos vamos juntos.

—Enana, no. Yo te metía aquí, y prometí que saldríamos de aquí sin rasguño alguno.

—Nick, y-yo... —titubeo.

—Ya lo he dicho, Alex. Saldrás de aquí, con o sin mí.

—No, Nick. Ya dije qué... —pero la voz de Dua me interrumpe.

«Llamada finalizada»

Pendejo de mierda. Está loco si piensa que lo dejaré aquí.

Con un palpitante dolor de cabeza, acompañado de un horrendo nudo en la garganta, salgo del espacioso compartimiento. Enderezo los tirantes de mi vestido y me miro al espejo. «Joder, Alex. ¿Dónde mierda te has metido?» Trato de practicar los jodidos ejercicios de respiración que aprendí en mis clases virtuales de Yoga, pero no funcionan. Una mierda más. Debí saberlo, todo lo que es gratis es una mierda.

Mis manos están temblorosas, y mi pulso está tan agitado que hasta creo que me va a dar un infarto. Mi cuerpo se sobresalta por el sonido de la puerta. Por un momento había olvidado que me encontraba en un baño público, y que lógicamente en algún momento alguien entraría por aquella puerta.

Me exalto al escuchar una voz masculina proveniente de la puerta.

—¡Vamos! —dice en un gruñido— Tienes sólo 5 minutos, pequeña zorra.

¿Quién se cree ese infeliz? ¿Acaso no le enseñaron cómo tratar a una dama?

Me volteo para ver quién arma tal escándalo machista.

Por la puerta se desvanece una silueta masculina muy robusta, y por intuición, deduzco que él fue el desgraciado degenerado que dijo lo anterior.

Puto.

Justo a un lado de la puerta se encuentra una chica. Tiene mucho maquillaje corrido por todo el rostro, pero debajo de este, luce mucho más joven de lo que el maquillaje le hace aparentar. Nuestros ojos se encuentran. Sus ojos son de un verde muy curioso y variado, como el verde selvático de la naturaleza, incluso a distancia son realmente hermosos y llamativos, a pesar de que son opacados por el intenso color rojo que los rodea, y la tristeza que domina en su mirada.

La chica se encuentra temblorosa y muy asustada, tiene el cabello revuelto, y un estropeado maquillaje a causa de las lágrimas. Viste únicamente una bata de seda rosa y unos tacones muy altos, acompañados de unos cuantos moratones en sus piernas, lugar de su cuerpo que no alcanza a cubrir la delicada bata, ya que esta no es muy larga.

Dios... pobre chica.

Ella me analiza con desconfianza, observa el lugar y luego se derrumba en una mar de lágrimas y desgarradores sollozos.

—Dios... ¿Qué te ha ocurrido? —no puedo evitar preguntar con angustia.

La chica se acerca muy temblorosa y asustada hacia mí, haciendo resonar sus altos tacones por todo el baño. Me sorprende que siga viva usando esas cosas.

—Yo... y-yo... —titubea— T-tienes que ayud-darme, por favor, esos hombres me quieren hacer daño —traga grueso.

Desgraciados. No puedo evitar que mi sangre hierva dentro de mis venas. «Creo que debo añadir pendejos a la lista negra de Nick».



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En el texto hay: accion, badboy, novela juvenil amor

Editado: 05.04.2021

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