Uno para todos, y todos para uno
Algunas personas no enloquecen nunca. Qué vida tan horrible deben tener.
-Charles Bukowski
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—Creo que perdiste, niño bonito —dijo el albanés con aspecto de menesteroso.
No lo miro. Ni le doy respuesta. Mantengo el semblante neutral. Sé que todos están armados, y que el que se encuentra enfrente de mí tiene el arma debajo de la mesa, preparada para dispararme. Si gano, me mata. Si pierdo; alardea y me mata. Y eso me da unos valiosos segundos de ventaja. Ellos son 70% pedofilia 10% corrupción, 5% mal aliento, 5% inmoralidad y 10% depravados. Aunque suene surrealista, es cierto. La estadística no falla.
«Sólo cuatro segundos más, y empieza la fiesta, putos»
Uno... «Planta media despejada»
Dos... «Ranger tiene la mercancía asegurada»
Tres... «Pony azul ya cerró el trato»
Cuatro... «Mato a los putos albanos»
Y, para el lunes, ya estaré en casa comiendo pizza con Coco. «Creo que ya me es imposible imaginar una vida sin esa pequeña bola de cebo bailarina»
Antes de que siquiera tengan tiempo de actuar, saco el revolver. Y sin pensarlo, disparo, traspasando la bala por el medio de su cráneo. «Amo los tiros limpios» . Una sonrisa se dibuja en mis labios, y no puedo evitar dejar que la adrenalina me consuma. Los otros cuatro en la habitación no se inmutan, y sacan sus armas de manera predecible; son albanos, ¿Qué podía esperar de ellos? Nunca me sorprenden.
Siento un cosquilleo en mi nuca, que me alerta de la presencia aparentemente discreta de uno de los malnacidos. Volteo ágilmente la pistola entre mis dedos y le doy con la parte trasera del cañón del revolver en la cara a uno, y me volteo para enfrentar al otro con un puñetazo directo en la cara.
—¿En serio, amigo? ¿Por detrás? Kjo është e modës së vjetër —me río, porque sé que el único albano que entendía español en el camarote fue al que le atravesé el cráneo con una bala—. Deberías intentar sorprenderme desde arriba. Claro, si eres Piter Pan.
Me tiro hacia un lado al escuchar el sonido del gatillo. Preparo mi arma, apunto, y disparo seguidamente para matar a los dos que están delante de mi. Me pongo de pie, sacudo mi pantalón de casimir y retomo la compostura.
Si vas a matar a alguien, hazlo con clase.
—Ranger, todo listo. Vámonos. Ve por Pony azul; los veo en la escotilla trasera en 5 —le informo por el audífono.
Este tarda en responder.
—Mierda, Eaxer. Creo que eso no se va a poder... tenemos problemas más grandes aquí abajo.
Tenso la mandíbula.
—¿Qué clase de problema, Ranger? —cuestiono, saliendo del camarote.
—Es... es una chica...
—¿Una chica?, ¿De qué mierda estás hablando? Si dejaste que una de las blancas jodiera el plan, te juro que...
Me interrumpe:
—No, Eaxer... no era una de las rehenes.
—Joder, Ranger. Pero qué mierd...
No puedo terminar la oración, pues escucho un fuerte estruendo proveniente de la parte baja del yate.
Quién coño será la hija de puta...
Alex
Tragedia.
Esto sería una jodida tragedia.
El hecho de que fuera un marimacho no quería decir que tuviera lo que se necesitaba para pelear con gente peligrosa. Había entrenado duro, sí. Pero qué era un mes de entrenamientos básicos de defensa personal comparado a una vida de sicario (?) Simplemente no estaba al nivel del hombre que estaba a un metro de mi. Además, ya no tenía los tacones puestos; nuevamente era un pitufo... uno muy raquítico.
Necesitaba arriesgarme y hacer todo lo que estuviera en mis manos para terminar lo que empecé. Yo misma me metí en este paquete, y yo misma me sacaré... o al menos lo intentaré. «Estoy harta de dejar todo lo que empiezo a medias»
Todo pasa demasiado rápido:
Me lancé al suelo.
Tomé el arma.
Quité el seguro.
Y apunté.
Pero no fui yo quien apretó el gatillo.
Fue un tiro limpio. Rápido. Justo en la garganta. Un tiro hecho por alguien profesional, no por un novato.
Estoy inmóvil por la escena, y por la rapidez de los acontecimientos. Con un gráfico hueco justo en medio de su tráquea, el hombre pone las manos en su garganta, la cual está hecha una asquerosa fuente de sangre. Él trata de mantenerse en pie, y camina aproximadamente unos cuatro pasos... hasta caer. Despierto inmediatamente de mi trance al darme cuenta de que literalmente estoy en medio de una escena del crimen. A los que dejé en el piso, no les queda mucho para despertar. Ellos sólo están noqueados, pero este está muerto.
Era un joven. Tenía cabello de un castaño oscuro, tal vez era más claro, pero era difícil de apreciar, debido a que este estaba húmedo. Tenía y una complexión esbelta, pero con cierta musculatura y brazos definidos, lo cuál podía notar con facilidad, debido al traje de buso que lleva puesto. Mi vista no era la mejor... y no ayudaba el hecho de que él estuviera a unos tres metros y medio de mi tembloroso cuerpo.
¿Tenía vista de Alcón o qué mierda? Seguro y es un Cyborg. Honestamente, ya no me sorprendo con facilidad, no desde que vi el monumental acuario que tienen como suelo en el primer piso de la agencia. Si ese es el primer piso... ¿Qué podría encontrarme en el décimo?, ¿A Paul el extraterrestre? ¡A huevo! El que vio la película, entendió mi estúpida referencia.