Espíritus De La Noche

El misterio del libro

Mientras observaba a Alex alejarse, sentí como si algo dentro de mí se desmoronara. El día había sido un torbellino de emociones, y mi cabeza apenas lograba procesarlo todo. Intenté despejarme, pero fue inútil. La campana sonó, anunciando la siguiente clase: natación. La sola palabra hizo que un nudo de ansiedad se formara en mi estómago.

No podía creer que me tocara justo hoy. No sé nadar. El simple hecho de pensar en meterme al agua frente a todo el salón me aterrorizaba. Tomé aire y me dirigí al vestidor para ponerme el traje de baño, tratando de convencerme de que podría pasar desapercibida o, con algo de suerte, fingir una excusa para evitarlo.

Dentro del baño de chicas, Lesly me lanzó una mirada amistosa, pero al notar mi rostro pálido, frunció el ceño y se acercó.

-¿Scarlet, estás bien?

Tragué saliva, sintiéndome expuesta y vulnerable. Finalmente, le susurré:

-Lesly, la verdad es que... tengo miedo. No sé nadar, y no quiero que todos se den cuenta.

Lesly me miró con comprensión y puso su mano en mi hombro.

-No te preocupes -dijo, sonriendo con calidez-. A todos nos da miedo algo. Pero, si quieres, puedo ayudarte. Yo sé nadar bastante bien. Puedo estar a tu lado y guiarte. Nadie tiene que enterarse.

Sentí una ola de alivio y gratitud al escucharla, aunque el miedo seguía ahí.

-Gracias, Lesly. De verdad. No sabes cuánto significa eso para mí.

Aliviada, le agradecí a Lesly por su apoyo, pero había una decisión que debía tomar yo misma.

-Voy a intentar hablar con el maestro -le dije, tratando de sonar decidida-. Quizás, si le explico mi miedo, me permita solo meter los pies en la piscina.

Lesly asintió, dándome una sonrisa de aliento. Con el corazón latiendo a mil por hora, me acerqué al maestro y le expliqué, con voz temblorosa, que no sabía nadar y que me daba mucho miedo intentarlo. Afortunadamente, el maestro me escuchó con paciencia y me permitió quedarme en el borde, con los pies en el agua. El alivio fue tan grande que casi suspiré en voz alta.

Sin embargo, la tranquilidad no duró mucho. Mientras el resto de mis compañeros se sumergían y nadaban por la piscina, algunos notaron que yo no entraba.

-¡Vamos, Scarlet! ¡No te quedes afuera! -me dijo uno de ellos con una sonrisa.

-Estoy bien aquí, de verdad -les respondí, tratando de sonar segura, aunque el miedo seguía ahí.

La clase continuó sin mayor problema, y por un momento creí que todo saldría bien. Pero cuando la clase estaba a punto de terminar y los chicos comenzaron a salir de la piscina, alguien pasó junto a mí y, sin querer, me empujó.

Sentí cómo el agua fría me envolvía mientras caía, y el pánico me invadió. Todo se volvió confuso; trataba de moverme, de salir a la superficie, pero el miedo y la falta de control me paralizaban. Oí un grito lejano, la voz de Lesly:

-¡No sabe nadar!

Antes de que pudiera entender qué estaba pasando, sentí unos brazos fuertes rodeándome y llevándome a la superficie. Era Alex.

¡Claro, aquí va una versión menos romántica!

No podía creerlo. Alex me sostenía firmemente mientras me ayudaba a salir del agua, su mirada fija en la mía con una mezcla de preocupación y calma. Por un instante, el pánico y la sensación de ahogo quedaron en segundo plano. Sentía mis piernas temblar, pero la seguridad de sus brazos me hizo respirar más tranquila.

Mientras me dejaba a salvo en el borde de la piscina, traté de recobrar la compostura, agradecida por su rápida reacción.

Apenas me dejó en el borde de la piscina, Lesly llegó corriendo y se agachó a mi lado.

-¿Estás bien, Scarlet? -preguntó, todavía un poco asustada.

-Sí... creo que sí -respondí, aunque todavía me sentía un poco aturdida.

Lesly me miró y luego siguió mi mirada; me había quedado viendo a Alex sin darme cuenta. Él se alejaba un poco, pero yo no podía dejar de mirarlo. Lesly me dio un golpecito suave en el brazo y sonrió, como si entendiera algo que yo misma aún no terminaba de entender.

Después de todo lo que había pasado, fui con Lesly al baño de chicas para cambiarnos. Mientras nos quitábamos el traje de baño y volvíamos a la ropa normal, ella seguía hablando de lo sucedido en la piscina, entre risas y preguntas. Yo trataba de tomarlo con calma, aunque aún me sentía algo avergonzada.

-Gracias a Dios es la última clase -dije, suspirando aliviada-. Ya nos vamos a casa.

Cuando terminamos de cambiarnos, salimos juntas de la secundaria. Pero al salir, me quedé un momento en silencio al verlo. Alex estaba allí, mirándome con una expresión seria y algo intrigante. No tenía idea de por qué seguía allí, pero sentí que sus ojos me perseguían.

Cuando Scarlet entró a casa después de su primer día en la secundaria, encontró a su tía en la cocina, hojeando una revista. Al ver a Scarlet, le sonrió con curiosidad.

-¿Qué tal te fue en la escuela? -preguntó.

Scarlet dejó su mochila en la silla y se encogió de hombros, recordando lo que había pasado en la piscina y cómo Alex la había ayudado.

-Fue... interesante. Tuve un pequeño "incidente" en la piscina, pero estoy bien -respondió, tratando de sonar despreocupada.

Su tía frunció el ceño, claramente preocupada.

-¿Estás segura de que estás bien?

-Sí, claro -dijo Scarlet, forzando una sonrisa-. Solo fue un mal paso. Voy a subirme a bañar.

Sin esperar más, Scarlet subió las escaleras y se metió en la ducha. El agua caliente la ayudó a relajarse y a olvidar el día. Después de vestirse con algo cómodo, bajó un poco y se acordó de algo.

-¡Tía! -gritó desde arriba-. ¿Dónde están mis cosas de la antigua casa?

-¡En el ático! -respondió su tía desde la cocina.

Con curiosidad, Scarlet decidió subir al ático. Al abrir la puerta, la oscuridad la envolvió, y encendió la bombilla que colgaba del techo. La luz iluminó el espacio lleno de objetos viejos y cajas apiladas.

Mientras caminaba, una tabla en el suelo crujió bajo sus pies. Se agachó para ver qué era y, con un poco de esfuerzo, levantó la tabla. Encontró un libro antiguo, cubierto de polvo, con una tapa de cuero llena de dibujos de criaturas sobrenaturales. El corazón de Scarlet empezó a latir más rápido; algo en ese libro le atraía, como si guardara secretos que estaban esperando a ser descubiertos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.