Espíritus De La Noche

#4

En su habitación, Scarlet hojeaba las páginas gastadas del libro, deteniéndose en el mapa dibujado a mano. Era del bosque cercano y, marcaba un lugar misterioso. La curiosidad la venció y salió de casa sin pensarlo mucho, prometiendo volver en un rato. Pero las horas pasaron y, perdida entre los árboles, Scarlet no encontraba el camino de regreso.

Mientras tanto, su tía empezaba a inquietarse. Intentó llamarla una y otra vez, pero Scarlet no contestaba. Con cada minuto que pasaba, la preocupación se convertía en pánico. Finalmente, decidió llamar a uno de los maestros de Scarlet, con la esperanza de que algún compañero suyo supiera algo. ¿Cómo era posible que su sobrina desapareciera sin dejar rastro?

La tía de Scarlet marcó el número del maestro con manos temblorosas, preocupada. Al contestar él, su voz sonaba calmada, pero ella se apresuró.

-Buenas noches, maestro. Le llamo para pedirle los números de teléfono de algunos compañeros de mi sobrina Scarlet. Salió hace horas y no llega, y quisiera saber si está en casa de alguno de ellos.

El maestro notó la preocupación en su voz y respondió de inmediato:

-Claro, señora. Con mucho gusto. Cualquier cosa, por favor, avíseme si Scarlet aparece. Me preocupo por mis estudiantes.

-Por supuesto, muchas gracias -dijo la tía, colgando el teléfono.

Momentos después, llegaron al celular de la tía los contactos de varios compañeros. Ella comenzó a llamar, uno por uno, pero nadie sabía nada. Al final, al marcar a Alex, notó cómo él cambiaba su tono al escuchar que Scarlet estaba desaparecida.

-¿Hace cuánto que no aparece? -preguntó Alex, preocupado.

La tía le explicó y, sin decir más, Alex colgó. Fue directo a la escuela, corriendo al casillero de Scarlet. Sin dudarlo, dio un fuerte golpe, rompiéndolo, y tomó un suéter de ella. Corrió al bosque, con una sola idea en mente: alguien había descubierto el libro. Se transformó en lobo, olfateó el suéter y comenzó a rastrear su olor por el bosque. Finalmente, la encontró, adentrándose sola en una parte profunda y oscura.

Alex se escondió y se transformó de nuevo en humano antes de acercarse a ella.

-¡Scarlet! ¿Qué haces aquí? -preguntó, su voz llena de preocupación.

Scarlet se giró, sorprendida, pero sostuvo el libro en sus manos y señaló el mapa.

-Quería encontrar este lugar, el que aparece en el mapa.

Los ojos de Alex brillaron de angustia. Sin pensarlo, la tomó del brazo y la acercó hacia él, mirándola con una mezcla de enfado y temor.

-¿Estás loca? ¿Cómo te metes al bosque sola, sin que nadie sepa adónde fuiste? Es peligroso, sobre todo si no conoces el bosque. ¡Te perdiste y tienes a todos preocupados! ¿Te imaginas si algo te hubiera pasado?

Aquí tienes la conversación con la escena que me pediste:

Scarlet miró a Alex, bajando la vista con vergüenza.

-Lo siento, Alex. Tenías razón. No debí ir al bosque sola... fue una locura.

Alex suspiró, tratando de calmar la mezcla de enojo y preocupación que aún sentía.

-Ese libro, Scarlet... -dijo, señalando el objeto que ella sujetaba con fuerza-. Tienes que deshacerte de él. Deberías quemarlo.

Ella levantó la mirada, sorprendida, y abrazó el libro con más fuerza.

-Jamás. Este libro era de mi madre... es todo lo que tengo de ella.

Al escuchar eso, Alex sintió un escalofrío. Ahora entendía de dónde había salido el libro, y la preocupación en su rostro se intensificó. Sabía lo peligroso que era que Scarlet lo tuviera.

-Está bien... vamos a sacarte de aquí. Voy a llevarte a casa -dijo él, sin quitarle la vista de encima, como si intentara protegerla de algo invisible en el bosque.

Lo que ambos no notaron fue que, entre los arbustos, un lobo de la manada de Alex había estado observando en silencio. El lobo agudizó el oído, captando cada palabra sobre el libro y sobre la madre de Scarlet, y luego desapareció en la oscuridad del bosque para después llevar la noticia al líder de la manada.

El lobo que había escuchado toda la conversación de Alex y Scarlet, y sin perder tiempo, corrió hacia el líder de la manada. Tenía información importante que revelar: lo que Alex le había dicho a Scarlet podría cambiarlo todo.

Mientras tanto, Alex caminaba con Scarlet, llevándola de vuelta a casa de su tía. Al llegar, tocó la puerta, y enseguida la tía de Scarlet abrió, con expresión de alivio y preocupación. Sin dudarlo, la abrazó con fuerza.

-¿Dónde te habías metido? -le preguntó la tía, claramente aliviada pero molesta-. Te llamé tantas veces y no contestabas. ¡Estaba tan preocupada!

Scarlet, algo sorprendida, le respondió:

-Lo siento mucho, tía. Creo que no tenía señal. No recibí ninguna llamada, pero de verdad lo siento.

La tía asintió, y luego miró a Alex con gratitud.

-Gracias por traerla a casa, Alex. ¿Por qué no pasas y cenas con nosotras? Es lo mínimo que puedo hacer para agradecerte.

-No es necesario -contestó Alex, intentando rechazar la oferta con cortesía.

Pero la tía insistió, con una sonrisa amable:

-Insisto. Sería muy importante para mí poder agradecértelo.

Finalmente, Alex aceptó y se sentó junto a Scarlet en la mesa mientras su tía comenzaba a preparar la cena.

Solo pasaron unos minutos y Scarlet se levantó de la mesa, sintiéndose un poco nerviosa ya que alex estaba en su casa apuntó de cenar con ella, después de un día tan largo. Sonrió disculpándose y dijo:

-Con su permiso, voy a subir a darme un baño. Bajo en seguida.

Su tía le devolvió una sonrisa comprensiva.

-Claro, cielo. Puedes ir.

Scarlet lanzó una mirada agradecida a Alex antes de dirigirse hacia las escaleras, dejándolos a él y a su tía en la mesa mientras ella se retiraba a su habitación.

Al llegar a su habitación, Scarlet sacó su teléfono y rápidamente llamó a su amiga Lesly. Cuando ésta contestó, Scarlet no pudo contener la emoción.

-¡Lesly, no sabes quién está en mi casa! ¡Alex! -dijo, casi susurrando de la emoción.




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