Espíritus De La Noche

Advertencia

Al día siguiente, Scarlet estaba en el salón de clases revisando sus apuntes cuando la puerta se abrió de golpe. Un grupo de chicos entró con paso firme, encabezado por el mismo chico que parecía ser el líder. Todos, incluida Scarlet, levantaron la vista, sintiendo el cambio en el ambiente; era como si la intensidad de sus miradas y la fuerza de su presencia llenaran el espacio de una energía pesada.

El líder se dirigió directamente a Alex, y, sin molestarse en disimular su tono autoritario, dijo:

-En el receso, tenemos que hablar.

Alex asintió con un ligero movimiento, sin apartar la mirada, pero su expresión parecía diferente. Scarlet no pudo evitar notar la tensión entre ambos, una tensión que parecía a punto de estallar. Algo en la escena la hizo sentir inquieta; la mirada del líder, fija en Alex, era como un desafío silencioso.

"¿Será que Alex tiene problemas con este chico?" pensó, aunque rápidamente desechó la idea. No quería inmiscuirse en sus asuntos, especialmente después de la cena de anoche, que había sido de todo menos cómoda. Aún sentía el eco de las miradas y las silenciosas advertencias entre algunos miembros del grupo de Alex, como si ella fuera una intrusa en un territorio marcado.

Decidió concentrarse en sus propias cosas, pero no pudo evitar sentir que algo oscuro y desconocido estaba a punto de desatarse.

Al sonar el timbre del receso, Alex se levantó de su asiento y salió del salón a toda prisa, dirigiéndose hacia donde estaban sus amigos y el líder de su manada. Scarlet lo siguió con la mirada, notando la urgencia en sus pasos, pero se contuvo de preguntar. De todos modos, su amiga Leslie ya estaba esperando para salir juntas.

Caminaron hacia los casilleros, conversando de cosas triviales, cuando Scarlet se detuvo de golpe frente al suyo. Lo que vio la dejó sin palabras. Su casillero estaba destrozado, Tenía un golpe muy grande como si alguien lo hubiera golpeado con el puño, ¡pero esto es imposible!-dijo Scarlet.

-¡¿Qué diablo?! ¿Qué pasó con mi casillero? -exclamó, mirando a Leslie con los ojos muy abiertos, sin entender cómo ni por qué había sido posible.

Leslie soltó una risita nerviosa y se cruzó de brazos.

-No tengo idea, pero... deberíamos hablar con el director. Esto es demasiado raro, ¿no crees?

Scarlet asintió, aún confundida.

Mientras ambas se alejaban, Leslie se volvió hacia ella, con una expresión curiosa.

-A propósito, ¿qué pasó anoche? No me dijiste a dónde estabas y esa escena de la cena... ¡ni hablar! Estuvo bastante intensa, ¿no crees?

Scarlet suspiró, sintiendo nuevamente el peso de las miradas y las tensiones de la noche anterior. Miró a su amiga, tratando de poner en palabras lo que había sentido, pero incluso para ella era difícil de explicar.

En una esquina discreta, cerca de los árboles al final del campus, Alex estaba rodeado por los miembros de su manada, con el líder al frente, mirándolo con una mezcla de frustración y enojo. Los demás observaban en silencio, conscientes de que se trataba de una conversación que podría cambiar muchas cosas dentro del grupo.

El líder lo encaró, sus ojos oscuros y duros como el acero.

-¿Por qué no me hablaste sobre el libro, Alex? -dijo con voz firme, cruzando los brazos. La tensión en su mandíbula era evidente-. Te pregunté qué estaba sucediendo con esa chica, y tú... tú me dijiste que nada. ¿Me mentiste?

Alex sostuvo la mirada, su postura firme, pero su respiración delataba la agitación que intentaba controlar.

-No es lo que piensas -respondió, con un tono que intentaba ser calmado pero con una chispa de desafío que no pasó desapercibida para nadie.

El líder se acercó un paso, acortando la distancia entre ellos, sus ojos ardiendo de furia contenida.

-Entonces, si no es lo que pienso, ¿por qué no entregas el libro? -exigió-. O mejor aún, entrégala a ella también. No permitiré que alguien como ella ponga en riesgo nuestra existencia. Si no lo haces tú, lo haré yo. Iré tras ella y el libro, me aseguraré de que ambos desaparezcan.

Las palabras cayeron como un peso en el aire, tensando el ambiente alrededor. Alex apretó los puños, dando un paso hacia el líder.

-Te advierto que nadie la toca -dijo en un tono bajo, pero cargado de amenaza-. Ni tú, ni nadie.

El líder lo miró con incredulidad, sus labios curvándose en una mueca de desdén.

-¿Me estás desafiando, Alex? -preguntó, acercándose aún más.

Alex sostuvo la mirada, sin retroceder.

-Tómalo como quieras, pero ya te advertí. Scarlet está bajo mi protección, y nadie la tocará mientras yo esté aquí.

El líder lo observó por un instante que pareció eterno, antes de dar un paso atrás, sus ojos aún fijos en Alex.

-Ten cuidado, Alex. Estás jugando un juego peligroso -dijo, su voz fría y cortante como el filo de una navaja.

El líder lo observó con una mezcla de furia y desprecio, aún evaluando el desafío en los ojos de Alex. La advertencia estaba clara, pero Alex no parecía intimidarse. Mantuvo su postura firme y, con una leve sonrisa desafiante, respondió:

-No importa, soy capaz de todo por ella, hasta enfrenté.

El líder lo miró con una chispa de rabia contenida, sus puños apretados. La tensión entre ambos era palpable, y los demás miembros de la manada intercambiaron miradas nerviosas, conscientes de que las palabras de Alex cruzaban una línea peligrosa.

-No te confíes tanto, Alex -dijo el líder, en un tono que sugería que esto no había terminado-. Pronto veremos si tu resistencia es tan fuerte como crees.

Sin decir más, el líder se dio la vuelta, indicándole a los otros que lo siguieran, dejando a Alex solo, pero con la determinación ardiendo en su mirada.

Después de un día agotador en la escuela, lleno de exámenes y la tensión constante de vigilar a Scarlet, las clases finalmente terminaron. Alex dejó escapar un suspiro de alivio al salir de la última clase. Por fin, tendría un poco de paz... o eso creyó.




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