Los días pasaron rápido, y el esperado día del campamento escolar finalmente llegó. Los estudiantes estaban llenos de entusiasmo, preparándose para la aventura en el bosque. En la escuela, todos se reunieron para tomar el autobús que los llevaría hasta el campamento, con mochilas llenas de provisiones y sonrisas que anticipaban la emoción.
Entre la multitud, Alex observaba a Scarlet, atento a cada uno de sus movimientos. Sabía que no podía permitir que algo le sucediera, y algo dentro de él lo impulsaba a mantenerse cerca, especialmente durante esta excursión.
Al llegar, Scarlet localizó a su amiga Lesly, quien ya la esperaba con la misma emoción que siempre la caracterizaba. Scarlet aprovechó el momento para contarle su plan en voz baja: quería explorar el bosque. El campamento estaba cerca de un lago que aparecía en el misterioso libro que pertenecía a su madre, y ella sentía la necesidad de encontrarlo y desentrañar sus secretos.
Alex, quien estaba más cerca de lo que Scarlet creía, escuchó su conversación, y una preocupación se instaló en su mente. No puedo dejar que vaya sola a ese lugar, pensó con seriedad. Había algo en ese lago, algo que solo quienes conocían el mundo sobrenatural podían entender.
Lesly, intrigada, le preguntó a Scarlet a qué hora pensaba salir a explorar. Scarlet, con una sonrisa cómplice, le respondió que planeaba hacerlo de noche, cuando todos estuvieran distraídos.
Con los planes en mente y las expectativas elevadas, todos subieron al autobús, listos para la aventura que les esperaba. Alex sabía que tendría que seguirla; no solo por curiosidad, sino para protegerla de lo que el bosque y ese lago podrían ocultar.
Mientras el autobús avanzaba por el camino hacia el campamento, lleno de risas y charlas emocionadas, pero en el asiento de Alex, el ambiente era mucho más tenso.
Ethan, el líder de la manada, se había sentado justo detrás de él. Sin previo aviso, le tocó el hombro y, con una voz baja y amenazante, susurró:
—Espero que no la pierdas de vista, ya llego mi hora.
Alex giró la cabeza, encontrándose con la mirada fría de Ethan. Sus ojos, llenos de ira, reflejaban el deseo de enfrentarse a él en ese mismo instante. Solo pensar en que Ethan se atreviera a acercarse a Scarlet hacía que la sangre le hirviera. Pero Alex respiró hondo y contuvo su impulso; sabía que, en el autobús, rodeado de estudiantes, no era el lugar ni el momento.
Ethan, notando la tensión en Alex, sonrió con satisfacción. Nada le daba más placer que recordarle quién era el líder, que el control estaba en sus manos... por ahora.
Mientras el autobús continuaba su trayecto, Alex apretaba los puños, jurándose a sí mismo que protegería a Scarlet de cualquier peligro, incluso si eso significaba enfrentarse a Ethan y a todo lo que él representaba.
El autobús siguió avanzando, y con cada kilómetro Alex sentía cómo la tensión crecía. No podía quitarse de la cabeza la advertencia de Ethan, ni el peligro que significaba que Scarlet estuviera cerca de ese lago y el bosque. Sin embargo, no podía dejar que sus emociones lo traicionaran, especialmente con Ethan tan cerca y acechante.
Finalmente, el autobús llegó al campamento, y todos los estudiantes comenzaron a bajar entre risas y conversaciones emocionadas. El lugar era tan encantador como lo habían imaginado: rodeado de altos árboles y, en la distancia, el lago al que Scarlet estaba decidida a ir esa noche.
Mientras los profesores daban instrucciones y organizaban a los grupos para que armaran sus tiendas, Alex se mantuvo cerca de Scarlet, sin que ella lo notara. Observaba cómo ella charlaba animadamente con Lesly, quien también parecía emocionada por la aventura nocturna que tenían planeada. Cada vez que Scarlet sonreía, Alex sentía una mezcla de ternura y preocupación que lo obligaba a reforzar su determinación de protegerla.
En un momento, Scarlet levantó la vista y sus ojos se cruzaron con los de Alex. Ella le devolvió una sonrisa amistosa, sin sospechar lo que él estaba pensando, sin imaginar el peso de la amenaza que los rodeaba. Alex apenas pudo devolverle la sonrisa; sabía que su expresión tenía más de preocupación que de alegría.
—¡Oye, Alex! —le llamó Lesly con entusiasmo—. ¿Por qué tan serio? ¡Relájate! ¡Esto es un campamento, se supone que tienes que divertirte!
Alex sonrió de manera forzada, intentando no preocuparlas. No podía decirles nada, y mucho menos mostrar la presencia de Ethan, quien estaba al acecho, observando cada uno de sus movimientos. De alguna manera, debía encontrar el momento para interceptar a Scarlet y advertirle sobre el riesgo de ir al lago.
Mientras ayudaban a instalar las tiendas y organizaban el área de campamento, Alex continuaba planeando cómo evitar que Scarlet estuviera en peligro esa noche. Sabía que, cuando el sol se ocultara y la noche cayera, Scarlet iría a ese lago.
Ethan no se detendría en su intención de obtener el libro que Scarlet tenía, y Alex haría lo que fuera necesario para mantenerla a salvo… aunque eso significara romper las reglas de la manada.
Al caer la noche, un profundo silencio cubrió el campamento mientras todos dormían. Con pasos cuidadosos y miradas cómplices, Scarlet y Lesly salieron en silencio de sus tiendas, dirigiéndose hacia el lago bajo el cielo estrellado. No se dieron cuenta de que, a la distancia, un lobo de gran tamaño las seguía en las sombras. Era Ethan, quien había decidido vigilar a Scarlet desde su forma lupina, con los ojos fijos en su objetivo.
Cuando las chicas llegaron al lago, Ethan se detuvo, observándolas desde la penumbra de los árboles. Aunque deseaba acercarse, sabía que la presencia de Lesly complicaba las cosas. Scarlet no estaba sola, y si él se acercaba, sería demasiado arriesgado; un lobo de semejante tamaño sería imposible de ignorar. Decidiendo que era mejor ser cauteloso, Ethan optó por retirarse, regresando al campamento en silencio.
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Editado: 21.11.2024