Espíritus De La Noche

Necesito una respuesta

Con una mezcla de furia y determinación, Alex nadó hacia ellas, golpeando a la gorgona en el rostro y enroscando sus brazos alrededor de Scarlet para liberarla de su opresor. Tras una dura pelea bajo el agua, logró desatar a Scarlet de las escamas de Zafira, y nadando con todas sus fuerzas, la llevó de regreso a la superficie, sacándola del agua.

Ambos salieron jadeando, Alex sosteniéndola con fuerza mientras Scarlet recuperaba el aliento, sin terminar de comprender lo que acababa de suceder en el lago.

Al salir del lago, Alex apenas lograba contener la preocupación en sus ojos. Se acercó rápidamente a Scarlet y le preguntó, con el ceño fruncido:

—¿Estás bien?

—Estoy bien… —respondió Scarlet, aunque aún jadeaba, tratando de procesar lo que acababa de suceder—. Pero… ¿qué era eso?

Alex la abrazó con fuerza, sus brazos temblaban levemente. Con un tono lleno de ira y preocupación, murmuró junto a su oído:

—Algo que no debiste haber visto.

Después, se separó y, mirándola fijamente a los ojos, añadió, casi en un susurro:

—Si algo te hubiera pasado… no sabría qué hacer. Se supone que debo protegerte.

Scarlet lo miró, sus ojos brillando con una mezcla de asombro — le dijo.

—Entonces protégeme.

Los dos se quedaron en silencio, mirándose, y el espacio entre ellos pareció desvanecerse. Poco a poco, Alex fue acercándose más, hasta quedar a solo un centímetro de sus labios. Pero, justo antes de besarla, se detuvo y apartó la mirada.

—Debo llevarte al campamento —dijo, dando un paso atrás y tomando aire.

Scarlet lo miró, confundida, mientras él comenzaba a caminar. No entendía qué había pasado; estaba segura de que había sentido la misma conexión, pero algo lo había frenado.

Al llegar al campamento, Lesly los esperaba con el rostro lleno de preocupación. En cuanto vio a Scarlet, corrió hacia ella.

—Amiga, no sabía qué más hacer… Tuve que buscar la ayuda de Alex. Me tenías tan preocupada —dijo Lesly, con lágrimas en los ojos mientras la abrazaba.

Scarlet la tranquilizó, devolviéndole el abrazo.

—Estoy bien, de verdad. Alex me salvó —le aseguró con una sonrisa débil.

Entonces, Scarlet se giró hacia Alex, quien la observaba en silencio.

—Debemos hablar de lo que vimos en el lago —le dijo con seriedad.

Alex asintió, pero su expresión se volvió aún más reservada.

—Mañana hablaremos de eso. Pero prometanme que no le dirásn a nadie sobre lo que pasó esta noche.

Scarlet asintió, sintiendo cómo la incertidumbre crecía dentro de ella.

A la mañana siguiente, mientras todos despertaban y el sol apenas iluminaba el campamento, Alex ya había tomado una decisión: debía proteger a Scarlet sin importar nada. Lo de anoche no había sido un accidente. La gorgona que casi ahoga a Scarlet es una princesa del lago, y aunque alex aún no entendía por qué la atacó, sabía que tenía que averiguarlo ya que debía aver un motivo. Y eso significaba que, por fin, tendría que contarle la verdad a Scarlet sobre el mundo sobrenatural… y sobre quién la atacó anoche.

Scarlet salió de su tienda junto a Lesly, sintiendo el frío de la mañana en la piel. Justo en ese momento, Alex salió de su tienda, y sus miradas se cruzaron. No pasó ni un segundo antes de que se le acercara a él con una pregunta en la punta de la lengua.

—Alex, debemos hablar —dije con un tono firme, deseando respuestas después de la noche aterradora que había vivido.

Él asintió, pero bajó la voz antes de responder:

—Está bien, pero este no es ni el lugar ni el momento adecuado.

Antes de que pudiera preguntar por qué, Alex miró hacia otro lado, y sus ojos se clavaron en alguien a unos metros de nosotros. Seguí su mirada y ahí estaba Ethan, mirándonos con una expresión entre divertida y peligrosa. Lesly se giró también y, al notar la presencia de Ethan, le gritó:

—¿Qué es lo que ves? Esto no es asunto tuyo.

Ethan solo sonrió con malicia y, sin decir una palabra, se alejó.

Alex nos observó a ambas con una seriedad inquietante.

—No se acerquen a Ethan —advirtió—. Y no vayan solas a ningún lado, ¿entienden?

Asentimos, ambas un poco confundidas y preocupadas, pero sabíamos que no era momento para preguntas. Alex se dio la vuelta para marcharse, pero, antes de alejarse, se volvió y me miró con intensidad.

—Scarlet, asegúrate de traer el libro. No lo olvides; es muy importante. Nos veremos después de comer.

Su voz me dejó claro que el libro era imposible de ignorar. Algo me decía que, después de esa charla, nada volvería a ser igual.

Después de ese intercambio, apenas pude concentrarme en el desayuno. Lesly y yo comimos rápido, y mientras yo intentaba mantener la calma, notaba que Alex apenas nos quitaba la vista de encima. Cuando terminamos, él hizo una seña para que lo siguiéramos a su tienda.

Una vez adentro, Alex cerró la entrada para darnos un poco de privacidad. Miró de nuevo el libro que llevaba conmigo y soltó un suspiro, como si lo que estuviera a punto de decir pesara más de lo que esperaba.

—Lo que viste anoche… —empezó, con los ojos serios— no fue una pesadilla, ni una alucinación. Scarlet, esa criatura que casi te ahoga es una gorgona. Una princesa del lago, para ser exactos.

Las palabras apenas parecían reales, y por un segundo pensé que se trataba de alguna broma.

—¿Una… gorgona? —repetí, incrédula—. ¿Como en las leyendas?

—Sí. —Alex asintió, su expresión sin rastro de duda—. No sé por qué una princesa del lago te atacó, pero te prometo que voy a averiguarlo.

Lesly nos miraba, alternando la vista entre él y yo, completamente confundida.

—¿Entonces… el libro tiene algo que ver con esto? —pregunté, sintiendo un escalofrío al recordar todas las veces que lo había hojeado sin entender lo que realmente contenía.

Alex asintió lentamente.

—Ese libro es más peligroso de lo que piensas, Scarlet. Hay criaturas que darían lo que fuera por tenerlo… y ahora que lo tienes tú, ellas te estarán buscando.




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