Espíritus De La Noche

Sacrificio y lealtad

Alex con una mirada decidida le dice a Ethan—Entonces para obtener lo que quiero debo ser el líder de la manada.

Ethan se detuvo en seco cuando escuchó las palabras de Alex.

Ethan giró lentamente hacia él, su mirada se llenó de incredulidad y rabia contenida.

-¿Me estás retando, Alex? -gruñó, su voz cargada de furia. ¿Realmente crees que puedes desafiarme... y ganar?

Alex lo miró con una confianza inesperada, sus ojos brillaban con una determinación férrea. Sabía que lo que estaba haciendo era arriesgado, pero no iba a permitir que nadie, ni siquiera Ethan, le impidiera proteger a Scarlett.

En un instante, ambos se transformaron en lobos. Alex sintió cómo su cuerpo se alargaba, sus músculos se tensaban y su vista se adaptaba a la penumbra del bosque. Frente a él, Ethan, en su forma de alfa, era imponente, más grande y robusto, su pelaje blanco como la luz de la luna. Los dos comenzaron a moverse en círculos, evaluándose mutuamente, sus gruñidos rompiendo el silencio del bosque.

Ethan fue el primero en atacar, lanzándose hacia Alex con una velocidad brutal. Alex esquivó por poco, pero sintió las garras de Ethan rozar su flanco. No había tiempo para dudar; cada segundo podía ser la diferencia entre ganar y perder.

Alex se abalanzó sobre Ethan, lanzando un mordisco directo al hombro de su oponente. Logró atrapar su piel, y ambos rodaron por el suelo, luchando cuerpo a cuerpo. La fuerza de Ethan era aplastante, pero Alex se mantenía firme, impulsado por algo más grande que él mismo: su amor por Scarlet y su deseo de protegerla a toda costa.

Ethan rugió y se liberó del agarre de Alex, empujándolo con una patada poderosa que lo hizo retroceder unos metros. Alex respiraba agitado, pero no perdió su postura. Ambos se miraron por un segundo, sus ojos ardiendo con una mezcla de furia y desafío.

-¿Crees que estás preparado para ser líder? -gruñó Ethan-. La responsabilidad es más grande de lo que puedes imaginar.

-Y aun así, estoy dispuesto a asumirla -contestó Alex, sin titubear.

Ethan rugió nuevamente y se lanzó hacia él. Los sonidos de su pelea resonaron por todo el bosque, la tierra temblaba bajo sus patas, y las sombras danzaban con cada movimiento. Ambos sabían que no podían detenerse hasta que uno de ellos se rindiera... o cayera.

Alex comenzó a ganar terreno, su instinto de supervivencia y su deseo de proteger a Scarlet lo impulsaban a moverse con una precisión y una fuerza que incluso él desconocía. Ethan, aunque fuerte y experimentado, empezaba a mostrar signos de cansancio, sus movimientos eran menos ágiles, y Alex lo notaba.

En un momento clave, Alex esquivó un ataque de Ethan y, aprovechando su distracción, se lanzó sobre él con toda su fuerza. Sus mandíbulas se cerraron en el cuello de Ethan, y aunque no aplicó la presión suficiente para hacerle daño permanente, dejó claro que tenía el control. Ethan intentó liberarse, pero Alex lo sostuvo con firmeza, mostrando que la batalla había terminado.

Ambos lobos se miraron intensamente, y en ese momento, Ethan entendió que Alex no iba a dar marcha atrás. Al final, con un gruñido de resignación, Ethan bajó la mirada en señal de rendición, reconociendo la victoria de Alex.

Alex retrocedió unos pasos, liberando a Ethan y permitiéndole levantarse. Con una última mirada desafiante, Alex comenzó a retomar su forma humana, y Ethan hizo lo mismo. Al ponerse de pie, Alex observó a Ethan, aún jadeante y con la ropa rasgada por la pelea, pero con una expresión de calma y determinación.

-Ethan, sabes que nunca quise esto, pero tengo que protegerla. Si ser el líder es lo único que me permitirá hacerlo, entonces lo aceptaré-dijo Alex, su voz firme.

Ethan asintió, aunque sus ojos reflejaban una mezcla de orgullo y frustración.

-Tienes mi respeto, Alex-admitió con voz grave-. Pero ahora la responsabilidad está en tus manos. Cuida de nuestra manada y de todo lo que has jurado proteger. Que esto no sea en vano.

Alex sintió una mezcla de alivio y responsabilidad al escuchar esas palabras. Había ganado, pero también sabía que este era solo el comienzo de una lucha aún más grande. Con su liderazgo recién ganado, debía proteger a Scarlett, a la manada y, de algún modo, encontrar un equilibrio en ese mundo de secretos y amenazas.

Después de la intensa batalla, Alex regresó al campamento, sintiendo el dolor en cada músculo, pero con una sensación de calma y determinación. Sabía que la decisión que había tomado cambiaría su vida, pero también sabía que era la correcta. Al llegar a su tienda, entró y se dejó caer en el suelo, apoyándose contra la pared mientras intentaba controlar su respiración y el dolor que aún palpitaba en las heridas de su cuerpo.

De repente, escuchó un susurro desde afuera.

-¿Alex? -La voz de Scarlett, preocupada, rompió el silencio de la noche. ¿Puedo pasar?

Alex suspiró y le dio permiso. La tela de la tienda se levantó, y Scarlett entró con una expresión de angustia en el rostro.Su mirada se fijó de inmediato en las heridas que marcaban el torso y los brazos de Alex. Sus ojos se abrieron con pánico, y rápidamente se acercó a él, sus manos temblando mientras intentaba inspeccionar las heridas.

-¡Alex! ¿Qué te pasó? -preguntó, su voz temblorosa-. Estas heridas... parece que te atacó un animal. ¿Cómo te hiciste esto?

Alex se quedó en silencio por un momento, dudando en cómo explicarle, pero sabía que debía ser honesto con ella.

-Tuve una pelea con Ethan-confesó, su voz baja pero firme-. Fue necesario... él me dio un ultimátum, Scarlet. Me pidió que te dejara, que te abandonara o... que asumiera las consecuencias.

Scarlett lo miró horrorizada, su pánico crecía al imaginar lo que esa pelea pudo haber significado para Alex.

-¿Cómo pudiste enfrentarte a él? ¡Ethan es el líder! Pudo haberte hecho mucho más daño, Alex... ¿en qué estabas pensando?

Alex la miró con una suavidad que contrastaba con su estado. Levantó una mano temblorosa y la posó en la mejilla de Scarlett, atrapando su mirada con la suya.




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