Esposa de mi jefe

Capítulo 15

Alguien toca la puerta, Oliver se acerca a abrir y es Henry. Henry me mira de pies a cabeza, intenta disimular y simplemente saluda desviando de inmediato su vista hacia otro lugar.

—¿Cómo estás, Alex? —mira a Oliver, quien acomoda su reloj y nos observa alternadamente.

—Bien. ¿Y tú, Henry? —contesto, viendo hacia el espejo, dándome un último retoque de brillo en los labios.

—¡De maravilla! —exclama, se acerca a Oliver y le da un abrazo, a pesar de que su padre solo se encarga de compararlos todo el tiempo ellos tienen una buena relación, se parece a la relación que yo tenía con mi hermana, pero esta cambió totalmente cuando se casó con el doctor, el muy hijo de puta hasta le había quitado su teléfono celular para que no pudiese hablar con «hombres». Idiota.

—¿Podemos compartir limusina? —pregunta Henry, y vuelve su mirada a mí cambiándola de inmediato hacia las cosas sobre el mueble con espejo.

—¡Por supuesto! ¿No hay problema, mi amor? —Oliver camina hacia mí presionando sus labios sobre mi frente.

—Para nada —contesto, sonriéndole frente a frente, poniendo un brazalete en mi muñeca izquierda.

Tomo mi bolso y Oliver toma mi mano, nos dirigimos hacia la limusina mientras Henry va por Brittany. Me gustan las manos de Oliver, son tan tersas, no puedo evitar acariciarlas mientras esperamos a Henry y Brittany.

—¿Qué? —pregunta, con una media sonrisa, suelto su mano de inmediato y dirijo mi vista en otra dirección.

—Nada —aclaro mi garganta—. Tus manos son tan suaves —él solo ríe.

—También me gustan las tuyas, muñeca; y sin necesidad de usar pintura en tus uñas se ven perfectas —lo miro a los ojos mientras me quedo pensando en que me acaba de llamar muñeca otra vez.

En ese preciso momento Brittany y Henry nos interrumpen, Brittany levanta un poco su vestido negro de mangas largas que deja al descubierto gran parte de su espalda, me saluda con la sonrisa más falsa que pueda existir, la cual yo le correspondo igualmente o peor de falsa.

Subimos a la limusina, Brittany me mira una y otra vez, ya me siento intimidada, porque no lleva sus lentes y sus ojos se ven más grandes de lo normal y con ese peinado recogido en una moña es aún peor. Henry es como Oliver, todo el tiempo perfumado, bien peinado y bien vestido, todo el tiempo me pregunto si en realidad Henry se casó con esta chica por la presidencia o porque en realidad la ama, porque, en serio, tenía que ser amor del bueno para casarse con alguien con el humor que se carga Brittany.

Llegamos al elegante lugar donde es la reunión, hay cámaras, fotógrafos, reporteros, flashes por todos lados. ¡Genial! Detesto esto, Oliver me extiende su mano para ayudarme a bajar de la limusina, me toma de la cintura y me da un tierno beso enfrente de todos, veo cómo Brittany nos observa, su esposo no tiene este gesto con ella, ella baja por su cuenta mientras Henry acomoda su saco gris y su corbata con tonalidades marrones. Lo que no sabe es que Oliver solo lo hace por las cámaras. Fuera de aquí es otra historia, aunque… todo el tiempo abre la puerta del auto para mí, eso es lindo.

—Alexandra, ¿cómo es que conquistaste al señor Anderson? Alexandra, ¿cómo es que lograste robar el corazón del magnate de Nueva York? Alexandra, ¿qué se siente ser la envidia de todas las chicas?

Se sintiera genial si tan solo fuese cierto.

Obviamente no contesté eso.

Ni siquiera le prestan atención a Henry y Brittany que vienen tras nuestro. Oliver no separa su mano de la mía, ni siquiera cuando entramos a aquel lugar, elegante e inmenso, con todo tipo de personas adineradas, Oliver aún tomado de mi mano me va presentando uno por uno a los socios de la empresa, todos muy amables me saludan, la mirada de todos en este lugar está sobre mí, y de los hombres específicamente, que sin disimular se me quedan viendo algunas partes privadas de mi cuerpo y yo odio eso, el único que he visto que no hace esas cosas es Oliver.

Mi «esposo» —aún no me acostumbro a esa frase «mi esposo», quiero reír— nota el tipo de atención que tengo por parte del sexo masculino y me planta un beso enfrente de todos tomando mi cintura con ambas manos y juntándome hacia él de manera posesiva. Por un momento me estremezco, pero luego de sentir esos suaves labios sobre los míos correspondo de la misma forma.

—Te voy a matar —susurro y me separo levemente de él juntando su frente con la mía.

—¿Por qué? —expresa, con nuestras narices rozándose—. ¿Por besar a mi esposa enfrente de esos degenerados que la miran con lujuria?

Frunzo el ceño, y sí que funciona, vuelvo a ver a mi alrededor y ya todos estaban viendo hacia otro lado.

—Oye, en cuanto a lo de ayer… —Oliver me mira a los ojos mientras hace una pausa, así de cerca como estamos.

—Sí, yo lo lamento —interrumpo, con mi cara más inocente posible viendo a otro lugar que observar, él frunce su entrecejo y separa su frente de la mía para verme.

—¿Tú...? ¿Disculpándote...? —ríe levemente, lo que me hace sonreír.

—Por supuesto, aunque tú también me ofendiste —enrolla sus manos en mi cintura y me apega a su cuerpo, acomodo su corbata para no tener que verle a los ojos.

—Bueno, fue en defensa propia, pero también te ofrezco una disculpa —ahora sí levanto la mirada a sus ojos, es que aún no me acostumbro a esa faceta suya. Pone sus labios en mi frente y siento esa fragancia mezclarse con la mía.

En ese preciso momento se acercan dos jóvenes de la edad de Oliver, él se separa levemente de mí y lo saludan con un fuerte abrazo.

—¡Oh, por Dios! ¿Te casaste y no nos dijiste nada? Pudimos haber hecho la mejor despedida de soltero, ya sabes, bailarinas exóticas, strippers. Es broma —dice, dirigiéndose a mí sonriente, un moreno, ojos azules, bastante atractivo, supongo que todos estos amigos de Oliver adinerados son guapos.

—¿Qué bailarinas exóticas y strippers no son lo mismo? —arqueo mis cejas, la verdad yo no entiendo estos términos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.