Esposa de mi jefe

Capítulo 17

Me dirijo al baño, necesito arreglar mi cabello o todos creerán cosas malas de nosotros por nuestras cuantas horitas fuera. Le pido a Oliver que me acompañe y este accede, bueno, no tiene de otra, además, no tengo amigas acá, así que Oliver es mi única opción. Él me espera afuera con su porte erguido y varonil, todo un caballero que hace que toda chica que pasa al lado de él se quede contemplándolo por varios segundos, pasan dos chicas y se le quedan viendo, él las observa, me recuesto sobre el marco de la puerta del baño para observar cómo les dedica una mirada seria pero seductora a las tipas esas; voltea a verme, le hago una seña con mi mano de que lo estoy viendo y él ríe a carcajadas, le sonrío y cierro la puerta del baño. Arreglo mi cabello y mi maquillaje, aún me veo bien a estas horas de la noche, salgo y ya está Oliver viendo su reloj.

—Diablos, tendré que esconderte todos los relojes —menciono, caminando hacia él, levanta la mirada y me sonríe.

—Si me escondes los relojes fracaso como empresario, si no vas a ser disciplinado con el tiempo que haces las cosas, mejor no las hagas —no duda en responder y yo frunzo mi entrecejo.

—¿Qué? Más vale tarde que nunca, mi amor —él me mira levemente con una media sonrisa, de seguro porque lo llamé mi amor, pero bueno, eso ya es mala costumbre. Toma mi mano y caminamos hacia la fiesta.

—Eso fue inventado por un flojo que no quería hacer su trabajo a tiempo. Conmigo vas a aprender que cinco minutos son cinco minutos —me detengo de golpe y lo observo.

—Tú y yo nunca nos vamos a entender —digo seriamente, él ríe a carcajadas y entrelaza sus dedos con los míos mientras continuamos nuestro camino.

—Por supuesto que no —exclama, miro por el rabillo del ojo que esboza una sonrisa.

Buscamos a los chicos en la fiesta, los divisamos en la zona vip, nos hacen seña para que nos acerquemos a ellos.

—Yo quiero irme —expresa—. ¿Y tú, Alex? —está muy cerca de mi oído por el sonido de la música, su cercanía hace estremecer algo en mi interior.

—Bueno, es temprano aún —contesto, él asiente tomando mi mano y dirigiéndose hacia los otros chicos.

Lo único que hay disponible en este lugar es un pequeño sillón blanco al lado de su amigo Dason, me lleva hasta el lugar con su mano rodeando mi cintura, toma asiento y me hace seña de que me siente en sus piernas, lo hago y puedo admitir que al inicio fue un poco incómodo, pero ¿ya qué? Total, y es mi esposo, según la ley y aquel abogado bigotudo que aplaudía solito cuando nos casamos.

El joven mesero nos lleva unos tragos, tomo uno para mí y otro para Oliver, que en estos momentos está hablando con Dason, quien es corredor de bolsa de Wall Street. ¿Todos estos amigos de Oliver son jóvenes exitosos? Mis amigos con costo y pueden pagar sus cuentas básicas y prestando dinero.

Tomo uno de los tragos y le doy el otro a Oliver directamente en su boca.

—Quieres emborracharme para luego aprovecharte de mí, ¿cierto? —enarca una ceja, y sonríe ampliamente.

—No sabes las cosas que pienso hacerte —le guiño un ojo mientras pongo en la mesa ambos contenedores, él suelta una leve risa y rodea mi cintura con ambos brazos.

—Entonces continúa —agrega, también guiñando su ojo. Ambos reímos, solo nosotros entendíamos nuestro sarcasmo.

O espero haya sido sarcasmo.

Me acomodo y me recuesto sobre el regazo de Oliver, continúa su plática con Dason, a quien su novia le está besando el cuello y comienza a reír, lo que hace que Oliver también ría y a mí también me causa gracia. Podría dormirme perfectamente en estos momentos, la suave y cálida mano de Oliver está acariciando mi cabello, pone unos mechones detrás de mi oreja y comienza a acariciarlo con suavidad, qué bien se siente, si pudiese congelar el tiempo, sería específicamente ahora.

—Si te duermes te voy a cargar enfrente de todos y te llevaré así hasta la limusina, aunque no quieras —susurra en mi oído, sacándome de mi zona de confort.

—Por supuesto que no —contesto, levantándome de su regazo, quedando frente a frente con él, puedo ver la piel de su rostro de cerca, es tan fina y tersa, ni una marca es visible, es impecable. ¿Cómo es posible que tenga mejor piel que yo? Su tez pálida combina a la perfección con su cabello negro que ya no está muy bien peinado, y deja caer un mechón hasta un poco arriba de su ceja, Oliver despeinado en público es un cliché, miro el mechón divertida y él intenta acomodárselo, pero es imposible; toco su cabello y es tan suave y perfecto, clava su intensa mirada azul en mis ojos, como intentando encontrar algo en ellos. En parte, doy gracias por su carácter de mierda porque de no ser por eso, me enamoraría de esos azules ojos intensos, de esa nariz que fue perfectamente dibujada en su rostro, de esos labios rosados. ¿Cómo es posible que este hombre tan irritante, molesto y mandón, pueda ser tan guapo?

No me puedo resistir, le doy un beso, uno afectuoso y suave que él corresponde perfectamente, sus tiernos labios tocan los míos con delicadeza, con su mano aparta unos mechones de mi cabello que se interponen entre nosotros y los lleva detrás de mi oreja colocando su mano a mi cuello, y luego la baja hasta mi espalda baja, me estremece, tomo su cuello con mis dos manos manteniendo el ritmo suave del beso que se siente tan bien, me gusta su aroma, mucho más su forma tan apasionada y al mismo tiempo juguetona de besar, que muerde mi labio inferior y sonríe, yo también lo hago, toma mis dos manos y entrelaza sus dedos en los míos con nuestras narices rozándose. Ambos nos miramos a los ojos, tan intensamente.

—¿Oliver, nos vamos? Antes de que me emborrache y amanezca con una terrible resaca —la voz de Henry me estremece y me levanto de las piernas de Oliver como un resorte, maldito Henry.

—Por... supuesto —balbucea, hasta él se estremeció con la voz de su hermano.

Nos despedimos de todos, subimos a la limusina y me recuesto en el hombro musculoso de Oliver, él me rodea con su brazo y acaricia suavemente mi cabello que está a su alcance, habla con Henry sobre cosas de la empresa, es un viaje largo, me quedo dormida hasta que llegamos. Me estremezco al sentir que me toma en brazos y me baja de la limusina dirigiéndose a la suit.




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