Esposa de mi jefe

Capítulo 23

Entro a la casa aún cansada por la corrida sin éxito tras Oliver, huele divino, mi estómago ruge, camino hacia el comedor, ya están la mayoría acá, de lo que se ha salvado Oliver. En estos momentos está sentado en el comedor hablando con un tipo ubicado frente a él, no lo había visto antes, tiene un uniforme de general, su cabello negro perfectamente peinado hacia atrás, se mira interesado hablando con Oliver. ¿Quién se puede interesar tanto de lo que habla Oliver? Solo alguien que le guste el poder.

Necesito cambiarme antes de reunirme con toda la familia de Oliver, no quiero que me miren con todos estos sudores recorriendo mi cuerpo, subo a la habitación y observo que todo está arreglado a la perfección, incluso toda la ropa ya está en el armario, ya no hay ni un solo rastro de maletas. Abro la primera gaveta de un mueble blanco con un enorme espejo que está frente a mí, ahí está toda mi ropa interior. ¿Alguien vio mi ropa interior? ¿Todas las bragas de encaje que Natalie me ha comprado? ¿Y también las de Bob Esponja?

—He arreglado su cuarto, señora Anderson, espero que le guste —una señora muy sonriente sale con el trapeador, siempre y cuando no cuente que acaba de ver mis calzones no hay ningún problema.

—Gracias —contesto, mientras ella sale sonriendo de aquel lugar.

Me dispongo a seleccionar mi ropa en el armario, todo perfectamente emperchado y doblado; conociéndome, esto no durará mucho. Busco algo que ponerme, overall de short está bien, con solo mi ropa interior y una toalla entro al baño. Salgo luego de unos minutos, me visto y bajo al comedor.

Me dirijo en esa dirección cuando algo salta a mi pie, me estremece y hace que mi corazón intente salir de mi pecho, ahogo un grito, me sostengo del marco de la puerta y miro alrededor esperando que nadie haya visto esta escena. Por suerte, todos están en lo suyo y nadie parece darse cuenta de mi presencia aún; observo alrededor de mis pies y veo un lindo gato grisáceo que, al parecer, mi pie le pareció algo divertido de cazar. ¿Qué fetiche se tienen los gatos conmigo? Me ve con sus enormes ojos grises y se esconde tras un baúl sacando solo la mitad de su rostro para observarme, intento tocarlo, pero corre hacia un pasillo a un costado que lleva a unas recámaras, lo sigo y hasta verse sin salida sucumbe y se deja tomar por mí, reviso su collar y lleva una pequeña placa con «NUNU ANDERSON» impreso en ella.

¿Nunu Anderson? Sonrío por no soltar carcajadas.

—Por supuesto que Oliver irá, preciosa —¿Oliver? ¿Preciosa? Me detengo de golpe y me acerco más a la puerta de donde creo que viene el susurro, sostengo al gato bajo mi brazo derecho, espero no haga ruido.

La voz es de Henry, sí, es bastante parecida a la de Oliver.

—Claro que está casado, pero créeme que si no quisiera me hubiese dicho que no iría —¿Oliver?

—Yo también estoy casado y eso no me ha impedido estar contigo —¿¿¿¿¡¡¡Qué!!!???? ¿Por qué de pronto siento ganas de matar a Henry?

El gato empieza a removerse inquieto en mis brazos, lo pongo en el piso y sale corriendo por el pasillo, pego mi oído más en la enorme puerta blanca.

—No, Oliver no le dirá que no, no te preocupes, se la describí y por la sonrisa en su rostro sé que le gustó lo que escuchó, ahora imagínate cuando la mire —Oliver… ¿Oliver? ¿Cómo es posible?

—Sí, es bonita, pero tu hermana está más exquisita, claro, no tanto como tú, mi amor —puedo escuchar su voz seductora y me da asco, así que, definitivamente, las apariencias engañan. Yo creí que era el hermano ejemplo, pero no… Todos son tal para cual. ¿Cómo puede engañar a Brittany de esta forma? ¿Cómo puede Oliver engañarme a mí de esa forma? Esperen… Él y yo no estamos casados de verdad, Alex, cálmate… No vas a ir a matar a tu esposo de mentira, es un contrato.

En eso escucho un ruido y me hace dar un brinco, Henry pone su mano en la manecilla de la puerta del otro lado para salir, ya no está hablando por teléfono. ¡Demonios! Va a saber que escuché todo, corro lo más rápido que puedo y entro en la siguiente puerta que para mi suerte está abierta. Cierro inmediatamente evitando hacer cualquier ruido, escucho los pasos de Henry alejarse por completo, abro un poco para asegurarme de que ya no es visible, se ha ido, aflojo todo mi cuerpo por la tensión que me ha causado esta situación, dejo salir un suspiro.

—Alex, ¿qué haces aquí? —la voz de Raymond me estremece, me volteo rápidamente que incluso golpeo un florero que está sobre una mesa de caoba cerca de la puerta, cae al suelo haciéndose añicos.

—Yo... Ehh... Lo siento —digo, mi voz temblorosa y entrecortante no me ayuda de mucho y mucho peor pensando que Oliver me va a poner el cuerno—, me asustaste —aclaro mi garganta.

Raymond, quien al parecer estaba tomando un baño, lleva solo puesto un pantalón, su cabello está húmedo y despeinado, su cuerpo está tonificado, pero no se compara al de Oliver, sonríe ampliamente.

—No estoy tan mal como para asustarte... Creo —dice, mientras deja de ver el florero roto para ver mis ojos. Me dispongo a recoger los pedazos de florero de barro, por suerte son solo cinco.

—Está bien, Alex. Así puedes dejarlo, le diré a la ama de llaves que no supe cómo se rompió —dicho esto pone en su cuerpo una remera roja que estaba sosteniendo y camina hacia mí, tomando los pedazos de barro.

—Lo siento, no sabía que era tu habitación —veo en otra dirección para evitar ver sus ojos clavados en mí.

—Está bien —contesta, por suerte su esposa no está porque esto sería incómodo.

—Bueno, yo me voy, en serio, disculpa —tomo la manecilla de la puerta para abrirla, me asomo y me cercioro de que no haya nadie.

—Bueno, yo iba hacia el comedor. ¿Vamos? —dice, mientras salgo por el umbral y él viene detrás de mí. ¿Ya qué?

En el preciso instante que salimos de aquel pasillo me encuentro a Oliver junto a Henry, de inmediato que sus ojos me enfocan, enfoca a Raymond, quien saluda a ambos y yo ignorándolos voy directo al comedor.




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