Esposa de mi jefe

Capítulo 26

—¿Qué? ¿Por qué diablos quieres saber? —pregunto a la defensiva, camino hacia afuera, Paul se está acercando y le hago una seña de que me espere un momento, él asiente.

—Me dices ahora mismo dónde estás.

—¡No! ¿Qué te pasa, Oliver? Yo ayer no te llamé mientras estabas viéndote con aquella tipa —salgo al exterior y cierro la puerta a mis espaldas. Oliver hace una pausa.

—¿Así que es por eso...? —hasta su respiración puedo escuchar.

—¿Qué? Tú me dijiste que si tú lo hacías yo podía hacerlo también —Oliver guarda silencio.

—Estoy muy molesto en estos momentos, Alex. No me hagas discutir contigo. Me dices dónde estás ya mismo y voy por ti.

Maldito.

—¿Qué? O sea... ¿Tú puedes acostarte con cualquier tipa por ahí y yo no? —él suelta un suspiro y hace una pausa por unos segundos.

—Tú no te vas a acostar con nadie y no voy a hablar esto por teléfono. Me dices dónde estás AHORA —¡y todavía me grita!

—Oliver, vete a la mierda —espeto—, y sabes qué… Si quieres despedirme. ¡HAZLO!

Por su respiración, que escucho del otro lado, sé que Oliver se molestó. Pero qué importa yo también estoy molesta.

—¿Me acabas de decir que me vaya a la mierda, Alexandra Carlin?

—Si no te importa, tengo cosas que hacer. Adiós.

—A MÍ NO ME V…

—¿Quién te crees? ¿Mi madre? Vuelves a gritarme así y juro que llegaré hasta mañana.

Más silencio del otro lado.

—Alex, por favor —¿dijo por favor? ¿Oliver Anderson?

Maldito Oliver, entre pleitos terminé dándole la dirección de la fiesta y volvió a comenzar a gritarme. ¡Hijo de p...! Lo último que escuché fue el sonido de un auto arrancando.

Guardo mi celular y observo fijamente un arbusto casi enfrente de mí, como si fuera lo más interesante para mí en esos momentos.

—Tu novio. ¿Cierto? —la voz de Paul me estremece y volteo en su dirección, está con las manos en la cintura viéndome con intriga.

—¿Qué? —ha escuchado toda mi conversación. ¡Mierda! Adiós plan de ponerle el cuerno a Oliver.

—Yo también pasé por eso de un novio celoso y manipulador —lo observo mientras intento digerir qué es lo que me acaba de decir.

¿¿¡¡Novio!!?? ¿¿¡¡Qué!!?? ¡Oh, Por Dios! Era demasiado bueno para ser verdad.

—Por favor, dime que tu pareja no es Max... O Fran... Como sea... —digo, finalmente, cerrando ambos ojos.

—¿¡Qué!? ¡Por Dios! ¡No! —bufa—. Bueno, sí, pero, por favor, no se lo digas a nadie, hicimos esto para evitar que nuestros amigos lo sepan.

¡Estupendo! Maldito Oliver que siempre se sale con la suya, hasta para que no le ponga el cuerno.

—Eres preciosa, en serio. Si tuvieras pene me hubieses traído a tus pies —sacando esa imagen de mi cabeza en 3, 2, 1…

Pero no, la imagen de una Alexandra Carlin con pene y tirándose mujeres por ahí no sale de mi cabeza.

—¡Qué trauma! —siseo, al menos no alcanzó a escucharme.

Al poco tiempo estábamos riendo sentados en la acera de aquella casa, donde el viento sopla levemente y revuelve mi cabello lacio, hablando estupideces de Games of Thrones.

Unos quince minutos después mi celular suena y estoy segura de que es Oliver, lo saco de mi bolso y sí, es él.

—¿Me harías un favor, Paul? ¿Puedes ponerte cariñoso conmigo enfrente de él? —pregunto, con el celular en mis manos esperando para contestar.

—Ah, será divertido —ríe maliciosamente, Paul y yo nos llevaremos bien—. Tal vez me quieras dejar tu número, en serio la pasé genial, claro, me lo das enfrente de él —susurra mientras atiendo la llamada del revuelca-zorras.

—Estoy afuera.

—Bien —dicho esto cuelgo y me pongo de pie junto a Paul.

Salgo por la puerta principal, él está en el patio delantero junto a una linda fuente de luces, Paul va a mi lado sonriendo y justo en la puerta saca su celular para pedir mi número, sé que Oliver está viendo todo esto.

—¿Te parece si te mando un mensaje de buenas noches dentro de una media hora? —pregunta, mientras escribe mi número.

—Eso será estupendo —contesto con una sonrisa, de algo me tiene que servir esto, aunque Paul sea gay, Oliver no lo sabe.

Paul me da un abrazo, un largo abrazo mientras ríe y me besa coquetamente ambas mejillas. Paul regresa a la fiesta y yo camino hacia Oliver mientras le envío un mensaje a Lindsey que Oliver vino por mí.

Él me ve seriamente de pies a cabeza sin ningún tipo de expresión en su rostro. Me extiende su mano para que la tome y me lleva casi a arrastres hasta la camioneta que conduce.

Abre la puerta para que yo entre, me suelto bruscamente de su agarre y subo. Maldito Oliver. Él entra de su lado y sin mediar palabra arranca y comienza a conducir, fue un largo camino de regreso sin hablar de nada. Una fuerte brisa cae y observo las gotas de lluvia descender por la ventana del auto.

Llegamos a la casa y sin cruzar ni una palabra comienzo a caminar antes que él hacia la habitación, escucho sus pasos detrás de mí, se detiene un momento a depositar las llaves de la camioneta dentro de un pequeño cofre arriba de una mesa caoba en la sala.

Llego a la habitación y pongo mi bolso sobre el mueble blanco enfrente de la cama. Mi celular suena, de inmediato lo saco de mi bolso y deslizo mi dedo por su pantalla.

«Buenas noches, lindura, me la pasé bien contigo...». Es Paul, qué lindo. Sonrío, cuando siento que lo arrebatan de mis manos, Oliver furioso lo estrella contra la pared, puedo ver la rabia en sus ojos, lo miro perpleja y miro mi celular que yace en el suelo en pedazos.

—¿Qué mierda has hech...?

No puedo terminar la frase.

Sin percatarme, Oliver me toma de la cintura y junta sus suaves labios con los míos, haciendo que todos mis sentidos se dobleguen a él, olvidando incluso que acaba de lanzar mi celular a la pared; como por instinto llevo mis manos a su cuello, él continúa el beso volviéndose más intenso. Choco con el mueble blanco que en estos momentos esté detrás de mí, él me toma de los muslos y me sube a este, enrollo mis piernas alrededor de su cadera, ni siquiera pienso lo que estoy haciendo, sus manos acarician suavemente mi torso y las lleva a ambos lados de mi cara; su lengua juega con la mía, este beso va más allá, estoy segura. Mis manos van debajo de su camisa y comienzo a acariciar su abdomen, fuerte y perfecto; desde hace mucho quería hacer esto, él hace lo mismo con mis muslos y luego sube sus manos a mi cintura acariciándola por debajo de mi blusa, los besos de Oliver me vuelven loca... Y mucho más este... Pero luego recuerdo, que es muy probable que besó a aquella zorra de esta forma, maldito Oliver. Lo separo de mí bruscamente y me bajo del mueble blanco.




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