Esposa de mi jefe

Capítulo 38

Me rodea con sus brazos y me apega a su cuerpo, acaricia mi cabello mientras me recuesto en su hombro.

—Y… olvidamos algo —habla, luego de unos minutos en esta posición, lo que me causa gracia.

—Lo sé, pero estoy protegida, no te preocupes. Mi período está más loco que yo, así que necesito tomar pastillas —Oliver ríe suavemente y me hace reír a mí también.

—Qué bien… —resopla, acomodando mi cabello.

Me bajo lentamente de la mesa con su ayuda, tomo mi braga que yace sobre la mesa, mientras él acomoda su pantalón, enciendo la luz cuando un sonido proveniente de la puerta nos hace estremecer, de inmediato ambos llevamos la mirada en esa dirección.

David está sosteniendo a horcajadas a Natalie contra la puerta y aún sin percatarse de nuestra presencia continúan sus besos apasionados tocándose partes prohibidas, esto es jodidamente vergonzoso, veo en otra dirección como buscando una salida de ese momento incómodo. Oliver hace lo mismo fingiendo que no ha visto nada.

En algún segundo de su desenfrenada pasión nos miran de reojo y ambos se estremecen, David baja a Natalie y ella se acomoda el vestido, nos mira apenada, David acomoda su saco negro mientras mira hacia otro lado de la habitación. Las desventajas de compartir apartamento, ambos están lo suficientemente borrachos como para no poder sostenerse en pie sin la ayuda del otro. Esto no puede ser verdad, lo único que se me ocurre en ese momento es tomar la mano de Oliver y encerrarlo en mi habitación, una vez ahí no nos podemos contener las risas, no, es que imaginarme a Natalie con David me hace soltar carcajadas, por suerte, nuestros cuartos están a extremos diferentes y no se escucha nada.

—¿Tomamos un baño? —cuestiono, intentando sacar esa imagen de Natalie y David de mi cabeza, él asiente y me ayuda con los broches del odioso traje de Lobo que casi me deja sin respiración.

Él pasa sus manos por mi espalda y me estremezco al sentir sus labios sobre mi piel desnuda, su boca se apodera de mi cuello y a medida que se va deshaciendo del traje sus manos acarician mi cuerpo, aparta mi cabello y sus besos hacen un recorrido por mi nuca, giro hacia él, quedando expuesta a sus ojos.

Se apodera de mis labios y de un tirón se deshace de su saco y corbata, sus besos se vuelven más intensos y comienzo a desabotonar su camisa deshaciéndome de ella en segundos, acaricio su torso desnudo mientras sus manos hacen un recorrido por toda mi piel, mis manos bajan hasta su pantalón, su cinturón está suelto y en un ágil movimiento su pantalón se desliza por sus pies, tiro de la goma de su bóxer y de igual manera caen al suelo, camino hacia mi cama aún con sus labios sobre los míos y al sentir el borde me dejo caer de manera suave. Él sobre mí, apoya sus codos sobre el colchón para no dejar caer todo su peso en mí, se ubica entre mis piernas y con sus labios hace un recorrido de besos hasta mi abdomen, guía su miembro al mío y entra en mí de una manera dulce y delicada.

Se mueve dentro de mí, de una manera suave, haciéndome sentir un sinnúmero de efectos, lo miro y él me mira; sus ojos son apenas tocados por la luz de la luna que logra escabullirse por mi ventana, esos ojos que me miran con pasión, que siento que me escudriñan hasta el alma, Oliver muerde un poco mi labio inferior y reposa su frente en la mía como siempre y me encanta que lo haga, con mis ojos cerrados llevo mis manos a su espalda y la acaricio suavemente con mis dedos, mientras él lleva sus labios a mi cuello, sus pequeños y suaves gemidos muy cerca de mi oído me causan una emoción incomprensible.

Rodeo su cuello con mis brazos y me ubico sobre él sin separar nuestros cuerpos, me muevo de la misma forma que él lo estaba haciendo y siento sus manos enterrarse en mi piel, esos suaves gemidos me excitan, me inclino hacia él para besar sus dulces labios, con su mano en mi cuello profundiza el beso. Llego al clímax y lo aferro a mi cuerpo tanto que creo que lo he dejado sin respiración, él solo sonríe de una manera traviesa que me hace sonreír igual, vuelve a ubicarse sobre mí y siento mis piernas de gelatina, llega a la liberación con sus labios puestos sobre los míos, los abandona unos segundos para articular un suave gemido. Amo a Oliver, por Dios.

Intenta recuperar su respiración con su rostro en mi cuello. Acaricio su espalda, este es hasta hoy el mejor día de toda mi vida. Regresa a mis labios con suaves besos mientras va saliendo de mí, se deja caer a mi costado y me recuesto sobre mi estómago mientras él hace pequeños círculos con las yemas de sus dedos sobre mi espalda desnuda, besa mis mejillas y me hace sonreír.

—¿No es que no lo hacías con una persona dos veces? —ironizo, abro los ojos para encontrarme esos orbes azules viéndome de una manera tierna, de inmediato suelta una leve risa.

—Tenías razón, nadie me lo había sabido hacer —no puedo evitar reír, mis mejillas se colorean, no sé de dónde saqué esa frase ese día.

Me hace preguntas de mi vida y se ríe con cada una de mis respuestas, no las digo con ese propósito, pero es bueno saber que se divierte conmigo; él también me cuenta de su vida y la verdad es que si no me dice que solo usa ropa interior negra o blanca no me doy cuenta, pensé que solo era coincidencia haber visto en él solo de ese color.

Le cuento mis traumas con las mudanzas y él cuestiona que cómo haré cuando me mude con él, esa pregunta llama mi atención, quiere que me mude con él. ¿Cómo será vivir con Oliver «Perfección» Anderson?

Mis ojos están cerrados, solo estoy sintiendo sus caricias por mi cuerpo, besa mis labios y sonrío, mi mente sigue intentando adaptarse a esta nueva faceta de Satanás, acabo de acostarme con Satanás. ¡Maldita sea!

—Alex —escucho su voz cuando estoy quedándome dormida. Que no sea que tiene que irse porque me gusta estar así.

—¿Sí? —abro mis ojos y él está concentrado en el mechón de mi cabello que está tocando.




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