Esposa de mi jefe

Capítulo 40

No puede ser... ¿Qué diablos es esto? Mato a Oliver si tiene algo que ver. Estoy perpleja, no sé qué decir, ni qué hacer, ni cómo reaccionar, dos pares de enormes ojos castaños me miran de pies a cabeza.

—¡Alex! —exclama mi hermana, poniéndose de pie de inmediato y camina hacia mí a paso rápido, sus rizos rubios se mueven al son de sus pasos.

—¿Stefanie? —estoy perpleja, ella se abalanza sobre mí haciendo que casi caiga de espaldas, mi madre viene justo tras ella repasándome de pies a cabeza, con una de sus manos en su boca y la otra en la cintura. Intento lo más que puedo corresponder al efusivo abrazo de Stefanie que casi está colgando de mi cuello, aún con sus enormes tacones le llevo varios centímetros.

—Alexandra Jane Carlin —mi madre se cruza de brazos— o Anderson, como sea... ¿Por qué diablos no contestabas mis llamadas? —mi madre me observa con esa mirada suya que da más miedo que la de Oliver, su chaqueta de puntos negra hace resaltar más su cabello ligeramente rubio que cae por sus hombros, por primera vez en toda mi vida la veo con calzado de tacones finos que no son tan visibles por su pantalón negro de vestir.

No sé ni qué contestar, y cuando al fin Stefanie me deja libre ella se abalanza sobre mí y me abraza casi cortándome la respiración; observo a Oliver que nos está viendo tan relajado en aquella enorme silla giratoria, con cierta expresión que no sé cómo descifrar.

—¿Por qué no me avisaron que vendrían? —trago saliva, que esto solo sea un sueño.

—Si contestaras nuestras llamadas lo supieras, Alex. Tú y yo hablaremos en privado después —mi madre se encamina de regreso al sillón en el que estaba sentada anteriormente, mientras Stefanie me abraza de nuevo haciendo que su cabello cenizo se pegue a mi labial rosa.

—¿Qué tal si vamos a comer y nos ponemos al día? Creo que tenemos mucho de que hablar —dice Oliver levantándose de su cómoda silla viendo a mi madre sonriente.

—¡Por supuesto! —contesta mi madre casi de inmediato. Se levanta nuevamente y camina hacia la puerta. Mi hermana toma mi brazo y entrelazado con el de ella vamos tras mi madre mientras mi esposo se adelanta y abre la puerta antes que ella para que nosotras salgamos, típica y bella cualidad de Oliver que mi madre no pasa desapercibida.

—¡Guau! Guapo y caballeroso —exclama, haciendo que Oliver emboce una sonrisa, me hace un gesto de aprobación para con Oliver, mientras cruza el umbral.

Stefanie me suelta del brazo al salir por la puerta y se adelanta un poco con mi madre, Oliver va a mi lado y por su expresión me parece que no se esperaba nada de esto.

—Oliver, ¿tú tuviste algo que ver? —reclamo entre dientes para que no puedan escuchar lo molesta que estoy. Oliver me mira sin detener su paso.

—No. Yo también me sorprendí cuando David me dijo que estaban en recepción —susurra, su gesto parece ser sincero.

—Bien —interrumpe mi madre, quien ha llegado hasta el ascensor—, yo iré por las escaleras, los espero abajo.

—Mamá, son 25 pisos —exclamo, viéndola alejarse de aquel lugar.

—No, yo no subo al aparato del diablo y lo sabes, los espero allá abajo —¡ah! Oliver me mira con desconcierto.

—¿El aparato del diablo? —enarca una ceja, poniendo la vista en mi madre y volviéndola a mí con su gesto de confusión.

—Larga historia —contesto—. Una vez se quedó encerrada en un ascensor con nosotras, comenzó a llorar y a gritar que íbamos a morir —expreso, mirando a mi madre con desaprobación, ella se detiene al escuchar las risas de Stefanie.

—Lo siento, mamá, es que eso aún me es chistoso —habla mi hermana, quien ríe nuevamente, igual que nos pasa a mí y a Oliver, que intenta contenerse porque mi madre está de frente observándonos furiosa.

—Sí, y los malditos hombres de seguridad solo me miraban por la cámara y reían a carcajadas, idiotas —dicho esto, gira sobre sus talones y se dispone a caminar por las escaleras.

—Entonces, supongo que tomaremos las escaleras y no el... aparato... del... diablo —Oliver se contiene la risa hasta que mi madre comienza a bajar por las escaleras y Stefanie a risas va tras ella.

—Ya veo de dónde sacaste tus ocurrencias —exclama Oliver, lo miro con desaprobación, toma mi mano y comenzamos a bajar tras Stefanie, por algún motivo esta situación le parece divertida y es que… Bueno, mi madre es divertida. Estoy a punto de tirarme de cabeza desde aquí para llegar al primer piso más rápido.

Stefanie mira el auto de Oliver una vez que llegamos al parqueo, frunce su entrecejo y me mira.

—¿Así que este es el auto de ustedes? —interroga mi hermana, con un gesto de emoción.

—De Oliver —contesto de inmediato, yo no me adueñaría de cosas que le pertenecen.

—El de ella es un Bentley perlado que no le gusta —Oliver me mira con desaprobación mientras todos subimos al auto.

—Yo no dije que no me gustara —digo, una vez que ha subido del lado del conductor, él sonríe levemente mientras pone la mirada sobre la carretera.

—¿Un Bentley perlado? —Stefanie chilla de emoción. ¿Qué tienen todas las mujeres con los jodidos Bentley perlados?

Llegamos al lugar, bastante lujoso, y mucho, que mi madre y Stefanie no pueden dejar de apreciar. Stefanie acomoda bien su vestido de flores mientras se sienta en aquella fina silla de caoba enfrente de mí.

—Por Dios, todo se ve exquisito —exclama mi madre, viendo el menú que sostiene, no puedo evitar notar que tiene las uñas pintadas de un color ligeramente rosa.

—Puede pedir lo que quiera, señora Carlin —exclama Oliver de la forma más amable posible y toma mi mano, ni siquiera puedo sonreírle, aún no me creo que estas dos rubias casi idénticas estén frente a mí.

—Por favor, llámame Alicia, después de todo, aunque esta ingrata no nos haya presentado formalmente somos familia —Oliver ríe mientras fulmino a mi madre con la mirada.

Como es de imaginarse, mi madre se entiende perfectamente con Oliver, tiene la capacidad de decir miles de palabras en un minuto y de una forma bastante graciosa, no… Ella no siente pena por nada.




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