Esposa de mi jefe

Capítulo 49

La ambulancia está tardando demasiado, cada segundo que pasa siento que se me va el alma, tengo ganas de llorar, pero no lo haré, yo soy fuerte, en este momento mi mente comienza a buscar culpables y antes de apuntar a Evan, apunta a mi padre; si él no le hubiese metido en la cabeza que tenía que casarse con un médico ella no estuviera en esta situación con este imbécil que es más de doce años mayor, desgraciadamente él es el único que sabe qué hacer en esos casos, ahora sí me arrepiento de no haber continuado la carrera de medicina, me siento inútil y tengo que permitir que este imbécil me dé instrucciones.

Oliver va por mi madre; enseguida ella y la abuela vienen corriendo, mi madre se quita las sandalias de plataforma para correr mejor, la abuela por su edad sabe sus cosas, así que gracias a Dios ya no necesitamos del idiota de Evan, Oliver lo toma de su bien arreglado maldito uniforme y de un puño lo aleja de la escena, podría jurar que miro preocupación en su cara, pero estoy segura de que es el miedo de perder su carrera como médico.

—¿Qué fue lo que pasó? —pregunta mi madre, sus manos tiemblan y por un momento observo cómo sus rodillas casi le hacen pasar un mal momento, pero se mantiene en pie y se deja caer en cuclillas en el pasto junto a Stefanie, la abuela se acerca a ella del otro lado. Tomo las llaves de la mano de Oliver y voy corriendo hasta la camioneta, Oliver me sigue, pero al ver que Evan intenta acercarse lo tira de nuevo de un empujón y le dice algo que no presto atención.

Corro hasta la camioneta y siento mis piernas como gelatina, las benditas llaves se me caen tres veces y no logro dar con el espacio donde van porque mis manos tiritan; cuando por fin lo hago, pongo en marcha el auto y choco contra el depósito de basura frente a la casa y paso sobre el jardín de mi madre destrozando todo lo que hay ahí, sé que luego me lo va a reprochar, pero culparé al maldito de Evan, me estaciono bastante cerca y Oliver lleva a Stefanie en brazos hasta la camioneta. Mi madre y la abuela suben enseguida.

—Alex, déjame conducir —habla Oliver, accedo porque sé que no me siento en condiciones como para conducir hasta el hospital. Me ayuda a bajar de la camioneta tomando mi antebrazo y observa la marca que los dedos de Evan han dejado cuando me tomó bastante fuerte.

—Hijo de puta —exclama—. Esto lo arreglo luego con él.

Ni siquiera presto atención, me ayuda a subir del lado del copiloto y siento mi corazón latir a mil por hora, cada cinco segundos observo a Stefanie, siento sudores recorrer mi columna vertebral, quiero agarrar a golpes a Evan y observo por el espejo retrovisor que nos va siguiendo en su Audi negro.

Mi madre le indica a Oliver el hospital más cercano y va a toda velocidad que hasta temo un accidente, pero es Oliver y hasta maneja helicópteros o eso dice su licencia que estoy segura de que solo pagó por todo el papeleo.

Hasta en un hospital Oliver muestra su identificación e inmediatamente tiene a una pila de doctores dispuestos a atenderle. Bajan a Stefanie del auto y se la llevan en una camilla, ya es demasiado tiempo para que aún no haya regresado en sí.

Estoy impaciente sentada sobre una camilla en la sala de enfermería, el golpe a Evan fue tan fuerte que resintió mi muñeca y como para Oliver nada pasa desapercibido, al escuchar mis labios pronunciar un quejido al tomarme de la mano hizo que me atendieran a mí también, ruedo mis ojos, no tengo de otra.

Mis piernas no tocan el suelo y las muevo inquieta en la camilla que estoy, el doctor nos dijo que Stefanie y el bebé están fuera de peligro, pero quiero verla, quiero cerciorarme de que está bien y de que no me están mintiendo. Un enfermero bastante atractivo se acerca a mí sonriente y comienza a hablarme. Sé que Oliver se aparecerá en segundos.

—¿Alexandra? —pregunta con sus ojos castaños bien abiertos, me recuerda a los de Natalie, y asiento. Toma mi mano y pasa una pequeña venda alrededor—. Ese golpe debió doler, pobre el que lo recibió.

Sonrío y Oliver entra por la puerta como me lo imaginé, el enfermero voltea a verlo y él también lo mira con su cara de pocos amigos.

—¿Familiar? —pregunta, volviendo su mirada a mi muñeca.

—Su esposo —dice, casi de inmediato.

El enfermero le saluda y él hace lo mismo, pero sin cambiar su expresión neutral, viene hacia mí toma mi mentón y comienza a besar mis labios mientras el enfermero algo incómodo desvía su mirada hacia mi mano nuevamente y termina el vendaje de mi muñeca que estoy segura de que quitaré en un par de horas. Sonríe por última vez y se retira. Oliver lo observa alejarse y luego regresa su mirada a mí y no puedo evitar reír. Este hombre y sus celos.

—El doctor me dio una serie de pastillas que te vas a tomar por la inflamación, dice tu madre que eres buena para esquivar las horas de las medicinas, pero conmigo te las vas a tomar sí o sí.

Enarco una ceja, eso ya lo veremos. El tío Frank entra por la puerta de la enfermería y observa mi muñeca.

—Alex, te he dicho, pierna izquierda adelante, derecha atrás, giro de cadera y golpe en la sien, hubieses dejado inconsciente a ese zopenco, golpe en la mandíbula es para niñas. ¿Qué te pasó? —ríe al ver la expresión de Oliver.

—Vaya, vaya. ¿Así que usted es quien le enseña estas cosas, Frank? —Oliver se cruza de brazos y lo observa rodearlo para llegar hasta mí.

—Por supuesto —esboza una sonrisa—. Por cierto, ya me encargué de Evan, también entró a emergencia, dije que se había caído por las escaleras —dice, doblando las mangas de su camisa a cuadros— y te digo algo Oliver… Si tú me golpeas a esta muchacha, aparte de que ella misma te va a arrancar tu hombría, yo le voy a ayudar. ¿Entendiste?

—Y te los haremos en sopa —agrego indiferente, miro mi muñeca e intento moverla, al parecer el dolor ya va mermando. Sé que Oliver no es de esos hombres.

—Eso ya lo sé —agrega riendo, y por su expresión sé que en su mente se está imaginando miles de escenarios donde su hombría está siendo arrancada y niega con su cabeza.




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